Hay películas que son lo que son, tal cual lo son. Películas que hay que ver con la mentalidad y/o en la situación adecuada para que no sean la pérdida de tiempo que, desde fuera, parece que son. 'Reyes contra Santa' entra dentro de esta categoría de producciones que a decir verdad, por lo general, no engañan salvo a los más despistados.

Me preguntaba en otra crítica, ¿qué esperar de una película titulada 'El espíritu de la Navidad' si no es, precisamente, lo que ofrece esta película que no por casualidad se hace llamar 'El espíritu de la Navidad'? Pues ahora más o menos lo mismo: ¿qué esperar de una película titulada 'Reyes contra Santa', que además resulta ser española?

Pues tirando a lo barato, algo más o menos parecido a no sé, por ejemplo '¡Vaya Santa Claus!', película que vi en su momento pero de la que no recuerdo nada. Tim Allen, Disney, años 90. Una chorradeta navideña que (creo recordar) me entretuvo en uno de esos días en los que no estas y la ausencia de Internet hacía que no hubiera tantas alternativas.

En fin, me puse a ver 'Reyes contra Santa' pensando lo que venía pensando (y prejuzgando) de ella desde que se anunció: que sería un desastre. Y, hombre, no es lo que se dice una gran película... pero al menos, para mi sorpresa, en su primera media hora hay suficientes alicientes como para pensar que sí podría haberlo sido. ¿Por qué no?

Seamos claros: es una película familiar de corte navideño. Y además española, con lo que eso conlleva. Los medios disponibles no son los mismos que, por ejemplo, Apple ha puesto a disposición de 'El espíritu de la Navidad'. Hay lo que hay de manera justita, muy de andar por casa. Se hace lo que se puede, pero no se pueden hacer milagros.

Pero bueno, vista con buenos ojos se puede decir que 'Reyes contra Santa' cumple dentro de "lo suyo", con ese perfil bajo y ambiciones capadas que le impiden aspirar a algo más de lo que parece que es, una chorradeta navideña lo suficientemente apañada como para que en la situación adecuada, sin ninguna expectativa o ambición, pues cuele.

Incluso con esa sonrisa, parecida a cuando acudes a un estadio como el Santiago Bernabéu pensando que te va a caer una goleada pero sales con un empate, tan sufrido como meritorio después de que hayas sido tú el que se adelantaste por sorpresa en el marcador.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex