'Peter Rabbit' - Uno más uno son siete
No sé hasta qué punto se puede considerar buena una película y/o producción como 'Peter Rabbit'. Ni lo sé ni me importa, y a decir verdad, tampoco creo que sea una cuestión importante, ni mucho menos relevante. 'Peter Rabbit' funciona estupendamente bien como sucedáneo de 'Babe', referencia fundamental de toda producción en imagen real que permite que sus animales tengan de qué hablar.
Como película da un poco igual, lo dicho, como ya lo daba la anterior película de Will Gluck, 'Annie', el musical y al igual que esta, carne de cañón para críticos desalmados y otros adultos sin sangre en las venas. Pero como la película claramente familiar que quiere ser, y como la producción obviamente familiar que es, 'Peter Rabbit' es algo bastante cercano a una gozada.
Probablemente, también, y de verdad, dentro de un género que con razón, no goza de buena fama entre los solteros ni aún con doblaje de Gomaespuma. No es tan redonda como el primer 'Babe' aunque sí posee el mismo encanto macarra de su infravalorada secuela, dirigida por George Miller en persona. Pero sobre todo, poco o nada que ver con la irritante franquicia de 'Alvin y las ardillas'.
Básicamente, 'Peter Rabbit' tiene de bueno todo lo que 'Paddington' tiene de rancia mamarrachada, comenzando por unos brillantes efectos digitales capaces de hacernos olvidar -a ratos- la condición virtual de sus protagonistas. Una buena excusa para ver algo con la familia, y en familia capaz de contentar más o menos a todos los integrantes de la misma, ya sea con una carcajada o una sonrisa.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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