'En la sombra', como cualquier otra película que lidia frontalmente con un concepto tan recurrente como el de la venganza, juega con una baraja marcada. Aunque en realidad como si no hubiera dicho nada que no fuera obvio, pues lo hacen la mayor parte de las películas que se afilian claramente a un género concreto. Más cuando hoy en día estamos tan expuestos de antemano como para mínimo, intuir por demagogia o deducción que vamos a (querer) ver. Por eso es tan importante el viaje, no tanto un destino que sin las emociones le ocurre como a las palabras, que se las lleva el viento.

Una película, cualquier película que se precie de ser película antes que un producto, depende de las emociones. Y la correcta elaboración y gestión de estas emociones es la principal tarea de un director. Fatih Akin, responsable de 'Contra la pared', 'Al otro lado' o 'Goodbye, Berlín', firma aquí un eficiente thriller dramático dividido en tres claros capítulos, cada uno de ellos acompasado por un tono distinto, que va del drama al thriller pasando por el cine judicial. Una construcción en cascada a nivel narrativo que funciona gracias a un básico pero muy certero hermanamiento con la dignidad del público.

¿Existe realmente la venganza? ¿Es posible vengarse? ¿Quién buscaría vengarse realmente? ¿Me vengaría en una situación semejante? ¿De qué manera? El personaje interpretado con muchísima solvencia por Diane Kruger encarna ese algo oculto, dormido, que todos llevamos dentro y que conviene no soliviantar, por lo que pueda pasar. 'En la sombra' es una tragedia amoral sobre el sentimiento universal de dolor, de duda, de desconsuelo. Sobre esa rabia, frustración, ira y odio sin patria de la que a veces necesitamos deshacernos pero que, impacientes de nosotros, no sabemos cómo.

Películas al margen, 'En la sombra' no es 'El justiciero en la ciudad' ni mucho menos juegan la misma carta; tampoco una producción de sobremesa concebida como un manual de autoayuda para personas sin voluntad. Es un conciso y solvente thriller dramático que recorre las etapas principales de un proceso con un fin que va más allá de su plano final. Algo que adquiere un cariz profundamente triste, de desasosiego por cuanto lo que dice, en verdad, o deja de decir de cada uno de nosotros, así como de unos instintos primarios que se supone la madurez ha dejado atrás.

Se supone.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex