'El baile de las locas' - Están locas estas mujeres
Aunque muchos sigan limitando su carrera a la Shosanna de 'Malditos basterdos', lo cierto es que Mélanie Laurent se ha labrado una carrera bastante sólida en la que tienen cabida todo tipo de películas a ambos lados del charco. No es muy conocido (al menos por estos lares) que gracias al impulso recibido por su participación en la citada película de Quentin Tarantino, en 2011 la actriz debutó como directora cinematográfica. Diez años después, ahora en 2021, 'El baile de las locas' es su sexto filme como tal (incluyendo el documental 'Mañana', que rodó junto a Cyril Dion en 2015).
Después de filmes como 'Respira' o 'Galveston', esta adaptación cinematográfica de la novela de Victoria Mas ratifica su solidez no ya sólo como intérprete, sino también como guionista y directora. También, un relativo estancamiento en una carrera delante y detrás de las cámaras que sigue a la espera de un (nuevo) golpe sobre la mesa. El que no es 'El baile de las locas', una película elegante y respetuosa pero al mismo tiempo, encorsetada dentro de los parámetros del frío y distante cine de época francés, siempre tan (de)pendiente de las formas y las maneras.
En cierto medida me recuerda a Kenneth Brannagh, realizador que a principios de los 90 parecía que iba a comerse el mundo y que ha terminado trabajando para Disney a la menor ocasión. Esto no convierte ni a Laurent ni a Brannagh en malos directores, si en profesionales que suelen estar demasiado a merced del material que tienen entre manos. Así, no es tanto su labor como el potencial de la historia que puedan tener entre manos, siendo que sus nombres en un cartel no tienen por qué suponer algún reclamo especial, salvo cuando lo sea de por sí (con o sin ellos).
Es el caso de 'El baile de las locas', un filme sólido y solvente enmarcado en la perspectiva de género y que narra con claridad una historia del pasado que mira a los ojos del presente, con la misoginia inherente a las instituciones mentales de la época en su diana. Con claridad, también de forma evidente e insistente, trazando una hoja de ruta que aunque a veces es dura, no presenta grandes sorpresas ni supone ningún reto al espectador curtido y de buena moral. Esto es, le falta ese brillo en la mirada que se genera cuando no nos dicen exactamente lo que queremos oír.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex