Da igual lo que haga o deje de hacer, que Audrey Tatou siempre será reconocida como Amélie, una percepción que cabe atribuírsela tanto al público como a las elecciones profesionales de la propia actriz. Siempre, y hasta el punto de que hay quién piensa que ese es su nombre auténtico como hay quien piensa que Fox Mulder es el de David Duchovny. Es para un actor el reverso tenebroso de alcanzar la fama a través de un personaje tan reconocible, ¿o cabría enunciarlo al revés, es la virtud del personaje alcanzar la fama a través de un intérprete que no le haga sombra?. Por eso mismo es inevitable al ver una película como 'La delicadeza' no pensar en la citada cinta que hizo de su cabezón un icono internacional, aunque los parecidos entre ambas empiecen y terminen en su idealizada concepción de que ¡la vida puede ser maravillosa!, como diría el desaparecido Andrés Montes, a través de los pequeños detalles sin (aparente) importancia. Por lo demás 'La delicadeza' es una sencilla historia romántica para los que gustan de un optimismo a prueba del día a día.La también protagonista de 'Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel' se mete en esta ocasión en la piel de Nathalie, una mujer que pierde en un accidente al que es el amor de su vida. Completamente désolé, se refugia en su trabajo hasta que tiempo después, un buen día y sin saber muy bien por qué, besa a uno de sus compañeros de trabajo, Markus, un hombre más bien vulgar y anodido llamado a ser lo que a los norteamericanos les gusta considerar un "fracasado" del que, sin embargo, terminará enamorándose. ¿Acaso el resultado sería el mismo sin ese gesto en forma de un simple y fortuito beso? ¿Acaso resulta creíble que ambos puedan terminar juntos al final del metraje? A diferencia de lo que vendría a ser lo habitual en caso de que fuera una comedia romántica, que no lo es sin dejar de serlo (especialmente cuando hace acto de presencia el muy campechano François Damiens), 'La delicadeza' sería algo más que una simpática comedia romántica. Y el motivo no sólo lo encontramos en la credibilidad o la humanidad de la que hace gala, sino también porque no se limita a ejercer como una simple comedia romántica... sin por ello pretender ser mucho más que eso. Es su condición, no su propósito.
Según explica su autor, David Foenkinos, la novela de igual título en la que se inspira 'La delicadeza' ofrece “lo que su título indica, delicadeza, en un mundo acelerado y brutal, donde nos creemos que los amigos aparecen con tan solo apretar el botón del ordenador. Ofrece un elogio de la lentitud, de la atención al otro". Y esto mismo es lo que ha pretendido trasladar a la gran pantalla el que es el director y coguionista de la película, el propio David Foenkinos, en lo que vendría ser una especie de comedia romántica seria, de las que se dejan y se pueden ver sin riesgo a sufrir una úlcera (o algo peor), de las que se pueden ver a través de la ventana en un mundo de carne y hueso (y acento francés). Un relato amable y sencillo que a mitad de camino entre el drama y la comedia, sin grandes alardes ni ambiciones, nos habla de esos pequeños detalles nada grandilocuentes que hacen que cada día pueda ser un día que merezca la pena haber vivido, detalles que en nada tienen que ver con la multitud de clichés que restan cualquier ápice de credibilidad a las comedias románticas protagonizadas por Jennifer Anniston y compañía. Puede que no sea tan realista como lo que vendía Lenny Nero en 'Días extraños', pero se le aproxima lo suficiente como para que funcione de la misma manera, sin prisa pero sin pausa.
En una escena memorable de una película repleta de escenas memorables como es 'Pulp Fiction' el personaje de Vincent Vega, interpretado por John Travolta, le hablaba al personaje de Jules Winnfield, interpretado por Samuel L. Jackson, de las pequeñas diferencias entre Europa y Estados Unidos. Esas "pequeñas diferencias" serían las que encontramos en 'La delicadeza', un filme de corte optimista que más que hablar de la felicidad o del amor como causa única lo hace de la oportunidad, de esos instantes entre dos personas que marcan la diferencia, respecto a lo que podría ser un filme inspirado en una obra de Federico Moccia, por ejemplo, y donde no pocos matices resultan harto manipuladores y simplistas. 'La delicadeza' tampoco deja atrás esa simpleza, tampoco deja atrás un desarrollo más bien convencional; tampoco pretende lo contrario, como mucho menos pretende ser algo más que un bonito regalo en forma de un buen momento para esas personas que aún buscan el amor en tiempos recueltos. Las buenas intenciones desde luego están ahí, y quien sabe si precisamente es el momento lo que puede marcar la diferencia entre un filme correcto y muy competente que no enamora, más se deja ver y por momentos incluso disfrutar, aunque sea su recuerdo más agradable que su visionado. Ni es mucho ni es poco, el día a día tampoco parece ofrecer nada en particular a menudo... y no por ello suele dejar de merecer la pena.
Nota:
6.75
Por Juan Pairet Iglesias
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