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'Killers': Asesinos del entretenimiento

Vía El Séptimo Arte por 12 de agosto de 2010

Jen está deprimida ya que su novio acaba de dejarla porque dice que nunca toma ningún tipo de riesgo. Para superar el bache decide ir de viaje con sus padres a Niza. En las lujosas y soleadas costas francesas, la joven se relaja y consigue olvidarse de sus problemas. Además, en un encuentro casual se cruzará con el amor de su vida. Su nombre es Spencer, es simpático, tiene un cuerpo escultural y vuelca toda su atención sobre ella. El único problema es que él es un asesino profesional que trabaja para el gobierno.

Robert Luketic no tiene la palabra “piedad” en su diccionario. Con ‘Killers’ vuelve a la carga sin esperar a que las heridas acabaran de sanar después de aquella tortura mental ultraconservadora y recubierta de una capa apestosa de pseudo-transgresión titulada ‘La cruda realidad’. Para ello repite con una de sus principales cómplices en el último trabajito, Katherine Heigl, esa actriz que parece decidida a destronar a Jennifer Aniston como reina de las películas con sobredosis de azúcar, y que veintitantas películas después, a pesar de que esté considerada como uno de los rostros bonitos de Hollywood, servidor todavía no sabría pronunciarse sobre su belleza (dejémoslo en que depende de la manera en la que le dé la luz).

El tercero en discordia es Ashton Kutcher, enésimo guaperas de pacotilla que cimentó su imperio de barro sobretodo en la MTV, y que se casó con Demi Moore en un vano intento para parecer más joven (aunque con esto último le salió el tiro por la culata). Tenemos pues las piezas dispuestas en el tablero, ahora sólo se necesitan excusas para mostrar un poco de carnaza. Total, con esta táctica -y nada más- llevan forrándose desde hace dos años los vampirillos cinematográficos creados por Stephenie Meyer... ¿por qué otros no van a probar suerte con lo mismo? De modo que no hay que sorprenderse si derepente aparece él enseñando pectorales porque sí o ella encajando sus voluptuosos pechos en un sostén que no revienta de milagro.

Al fin y al cabo la amplia mayoría de espectadores que se acerquen a disfrutar del “espectáculo” lo harán para ver a la pareja Heigl & Kutcher, sin importarle el argumento u otras tonterías como el director o los guionistas detrás del proyecto. Aquí se viene a ver dentaduras perfectas, figuras estilizadas, pieles perfectamente bronceadas, músculos turgentes y curvas en las que perderse durante unos minutos. De todo esto hay cantidades dignas de un buffet libre (eso sí, rebajando el punto picante, no vaya a ser que suba demasiado la temperatura en la sala), del resto la casa va más bien escasa. Esta descompensación es lo más preocupante de la cinta, y es que es del todo injustificable el vacío absoluto que nos espera más allá de la admiración de Luketic por los cuerpos de sus estrellas.

Se consigue pues lo que parecía imposible, que una película que lleva por título ‘Killers’ (“asesinos”) resulte tan soberanamente tediosa. Podría ser porque el producto se ve incapaz en todo momento de huir de la sombra de sus hermanos/referentes más próximos. En este aspecto, las armas disparadas por filmes como ‘Noche y día’ o ‘Sr. y Sra. Smith’ están todavía humeando, y tanto la una como la otra ofrecía mucho más a todos los niveles que no la que hoy nos concierne. El dúo Díaz & Cruise o Jolie & Pitt desprendía mucha más química, gracia y glamour que no esta triste parejita de circunstancias a la que no se sabe qué le produce más placer, si comprobar los números de su cuenta corriente o directamente mirarse en el espejo. Hasta aquí sus virtudes, no hay que pedirles más.

Sí cabía hacerlo con un título que apuntaba a la típica comedia veraniega descerebrada. Más quisiera. La falta de materia gris se hace más evidente a medida que la historia va avanzando (aunque realmente hasta el tramo final sólo se puede hablar de estancamiento), pero las probabilidades de divertirse con tan insulsas y plomizas riñas conyugales se desvanecen más rápido que el patrimonio de Nicolas Cage. Y aún suerte que la tropa de secundarios anima un poco el conjunto (más por el hecho de comprobar que alguno de ellos sigue vivo, que no por las bromas que gastan). Cuando la película se decide por fin pasar a la acción (escenas de luchas, disparos y persecuciones que por cierto, hay que admitir que no están del todo mal rodadas) ya es demasiado tarde, puesto que este matrimonio felizmente desavenido ya hace rato que ha matado del aburrimiento al espectador.

Nota: 3 / 10

por Víctor Esquirol Molinas

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