Mantenerse en forma, hacer ejercicios de calentamiento antes de poner a prueba los músculos, evitar los lavabos públicos y sobretodo no ser un héroe, son algunas de las reglas inamovibles que el joven Columbus usa para sobrevivir en Zombieland, es decir, un planeta Tierra arrasado por una incontenible plaga de muertos vivientes. Como las penas compartidas pesan la mitad, nuestro protagonista hallará en el alocado Tallahassee un aliado excelente a la hora de tratar de llegar a su casa para comprobar si sus padres siguen con vida. Durante el camino aparecerán Wichita y Little Rock, dos hermanas de armas tomar con las que hay que andarse con mucho cuidado.
La guerra fría artística no es algo nuevo. Las rivalidades entre la cinematografía de distintas naciones han estado siempre latentes a lo largo de la breve pero intensísima historia del celuloide. Desde los albores del que hoy conocemos como séptimo arte ya empezaron a emerger estos pequeños conflictos. A principios del siglo pasado sitúan los libros de historia el primero de ellos. La batalla la libraron los Estados Unidos, para variar, e Italia. La raíz del problema la encontramos en el nacimiento oficial de las “superproducciones”, a manos de los transalpinos. Películas como ‘Los últimos días de Pompeya’ o ‘La caduta di Roma’ desencadenaron una fructífera lucha para determinar quién -perdonen la expresión- la tenía más larga.
‘Bienvenidos a Zombieland’, mezcla definitiva entre zomb-com y buddy y road movie, dista mucho de los títulos antes citados, pero cabría situarla en una de las batallitas de género más recientes. Oficialmente el pistoletazo de salida se dio en el año 2004, con aquella pequeña joya brit titulada ‘Zombies Party’. En ella, un vendedor de electrodomésticos hacía lo imposible para recuperar el amor de su novia... en plena invasión zombie. El delirante resultado aseguró al producto una excelente acogida tanto por parte del público como de la crítica. Por ello extraña que se haya tardado tanto -cinco años- en ver una respuesta norteamericana a aquel fenómeno. Así hay que interpretar el debut como director de Ruben Fleischer. Si antes nos encariñamos con una tropa de freaks ingleses, ahora hacemos lo propio con unos yankees algo rarillos comandados por un divertidísimo terminator-paleto (Woody Harrelson en su salsa).
Pero más que centrarnos en los personajes, sería más conveniente dar mayor importancia al propio relato. Si entre tanta tontería Edgar Wright conseguía un muy acertado retrato costumbrista de la clase media-baja londinense, ahora pocas pretensiones o mensajes subyacentes pueden extraerse de este festival de pólvora y mordeduras. En efecto, escenas como la de la tienda de souvenirs indios no hacen más que dejar latente que Zombieland es en realidad un canto alocado al caos y la destrucción. Para que no haya dudas al respecto, ahí están otros detalles como “la muerte zombie de la semana”, los títulos de crédito iniciales o la impactante imagen de ver a la cada vez menos cándida Abigail Breslin empuñando una escopeta para unirse a la carnicería. This is America, my friend.
Hay quien dirá que tanto casquillo suena a vacío. Y razón no le faltará, pero siendo justos, también hay que descubrirse ante el desparpajo y el sentido del espectáculo de la propuesta. A pesar que después de la fugaz visita a la mansión de Bill Murray (sin duda el momento cumbre de la película) la historia se acaramele y pierda algo de pistonada, no menos cierto es que a estos compañeros de armas con nombres tarantinianos siempre les acompaña un espíritu gamberro que conectará muy fácilmente con todo aquel espectador al que no le importe que la vis cómica del producto dependa en buena parte de las dosis de violencia. El que el filme ganara el Gran Premio del Público en la última edición del Festival de cine de Sitges era pues algo más que previsible.
La incompatibilidad patológica que el bueno de Columbus siente hacia el sexo opuesto (encarnado por Amber Heard y Emma Stone, esta última consolidada musa del mundillo nerd) acaba de amenizar la velada. En este aspecto, y aunque cueste creerlo, éste no es un guión salido de la prolífica factoría Apatow, pero como si lo fuera. Las vivencias extremas de este inadaptado social dan una profundidad inusitada al protagonista, y no sería raro que más de uno se viera reflejado en él. Por lo demás, y volviendo a la contienda comentada al principio, salta a la vista que, sin importar el lado del charco en el que nos encontremos, este año los zombies se han confirmado como los abanderados del cine fantástico. De modo que, de la avalancha de esta clase de títulos que están por llegar, hay que prestar especial atención a ‘Bienvenidos a Zombieland’, por su impecable acabado técnico, por sus desternillantes diálogos, interpretaciones y situaciones... pero sobretodo, por su estupenda y sincera vocación de show palomitero.
Nota:
7 / 10
por Víctor Esquirol Molinas
8.25 / 10
Zombieland solo me gustaron algunas partes, me entretuve la mayor parte de la película pero, no me pareció tan buena como dicen algunos.
No llegué a reír tanto como en shaun of the dead, así que en mi opinión se merece un 6/10
Un 6/10, y va que chuta