Danny Boyle (Reino Unido, 1956) es uno de esos directores a los que no se les podrá achacar la falta de personalidad o el ser un director maleable a la hora de realizar la última película taquillera del momento. Esto último, es decir, la excelente recaudación en taquilla, lo logra gracias a un inteligente marketing (que consigue a base de ahorrar innecesarias cantidades de dinero en la realización de sus largometrajes, generalmente “baratos”) y a la expectación que causan sus películas gracias al boca a oreja, porque al cine de este británico nervioso le puede sobrar cualquier cosa menos la indiferencia en el espectador, pues genera pasiones y aversiones a partes iguales.
A todos aquellos a los que les hayan atraído sus anteriores trabajos, esta es su película, porque lleva el gran sello de la casa: ese poderío visual, esa vivacidad en los planos y composiciones, el nerviosismo en la manera de narrar y la orgía sensorial, heredada o emparentada con los videoclips y especialmente con el mundo del skate.Para lograr esa chispa inconfundible cuenta, en primer lugar, con un frenético montaje, que elimina cualquier sensación estática consecuencia de la lamentable situación del personaje que no puede moverse durante 127 horas al tener su brazo aprisionado bajo una pesada roca; en segundo lugar, con una animada explosión de colores en una remarcable fotografía de Anthony Dod Mantle (conocido por sus incursiones tanto en el cine Dogma, 'Festen', 'Dogville' o 'Anticristo', como en el propio cine de Boyle, '28 días después' o 'Slumdog Millionaire', por la que ganó el Oscar en 2009); y en tercer lugar, con una banda sonora bastante ecléctica y llamativa de A.R. Rahman (que también consiguió el Oscar por 'Slumdog Millionaire'), y que, más que acompañar la trama, la moldea a su voluntad, convirtiéndose en protagonista en diversas ocasiones (magnífico el comienzo y el final a cargo de Sigur Ros, así como la colaboración de Dido).
De lo anterior se deduce que nos encontramos con el Danny Boyle elevado a la enésima potencia, es decir, ese que hacía de las suyas en la criticada “La playa”, con momentos de videojuego incluidos, o en “Sunshine” con una parte final algo confusa, o con las secuencias más delirantes de “28 días después” o “Slumdog Millionaire”. Por ende, los que han salido escaldados de los ensayos postmodernos del británico, terminarán bastante decepcionados o descolocados con esta obra si no se someten sin remisión a las premisas visuales efectistas y algo alocadas y se dejan agarrar de la solapa desde unos títulos de crédito que ponen las cartas sobre la mesa bajo los acordes de “Never hear surf music again” de Free Blood, hasta un desenlace en el que acabaremos exhaustos y sin aliento.
Destacar la actuación de James Franco, que lleva sobre sus hombros la casi totalidad de la trama, aunque no toda a diferencia de Ryan Reynolds en 'Buried', y al que hay que elogiar el temple hasta en las escenas más conmovedoras, sin pasar la línea de la exageración en ningún momento, sino que consigue una interpretación contenida que sólo traspasa la pantalla exactamente en el momento en el que debe de hacerlo y, en ese momento, esos ojos vidriosos, esa mirada perdida hacia la esperanza del que está punto de ser vencido en la batalla, remueven de sus asientos hasta al espectador más apático.
Las comparaciones con la citada cinta de Rodrigo Cortés son inevitables, aunque odiosas. Como puntos en común sólo encuentro la angustiosa situación que vive el personaje principal, que se desborda hasta la platea o el salón de casa y hace que todos terminemos con el corazón en un vilo y algo de ansiedad y taquicardia. Pero hay dos diferencias esenciales, entre otras muchas, la primera que en 'Buried' el director nos entierra bajo 6 listones de madera y de ahí no podremos salir (sin recuerdos, personajes secundarios, flashbacks o historias paralelas), mientras que en '127 horas' se alterna la historia principal con otras subtramas algunas muy logradas y otras un poco tramposas, y la segunda diferencia es la forma de dirigir, que no se parece en nada, más tirando hacia la planificación estratégica e inteligente heredada de los clásicos en el primer caso y más hacia el vibrante pastiche postmodernista en '127 horas'. Por ello, no creo que necesariamente estas películas vayan a encontrar los mismos adeptos, pues a algunos les gustarán ambas y a otros puede que sólo una.
Finalmente, para aquellos que están esperando ver la película sólo para echar el ojo al momento “gore” de la aventura, que tanto ha dado que hablar con rumores sobre desmayos en las salas de cine presuntos o verdaderos, no negaré que la tendencia es a apartar la vista ante el sufrimiento del alpinista, pero aún dirigiendo la mirada hacia la escabechina, un espectador medio que haya visto películas de terror o violentas de las de ahora, no sentirá tanto rechazo como se publicita.
Para los que quieran emociones extremas y un fuerte hálito de vida.
Nota:
7.75
por Reyes Gómez
Está claro que Boyle hace un grandísimo trabajo, ya que las limitaciones propias de la historia (un personaje, un escenario y poco más) requerían que el resto de factores estuvieran a un gran nivel para que la película realmente valiera la pena. Y en general lo ha conseguido, ya que la fotografía es fabulosa, la música interesante, el montaje atractivo y la actuación de Franco bastante buena (aunque para mí no es de lo mejor de la película). La auto-entrevista es una de las grandes escenas de esta película, que junto con otras no tan llamativas pero igual de efectivas (como cuando está a punto de usar la foto de la chica) nos transmiten perfectamente la desesperación del protagonista. Sin embargo, sigo creyendo que le falta algo, aunque no soy capaz de explicarlo... Seguiré pensando en ello
en mi criterio la hicieron muy lenta pero esto hasta cierto punto daba ansiedad de verlo en aquellas circunstancias tan jodidas.
Spoiler
mi puntuación es de un 7.5/10 precisamente por ese defecto que hace la película algo cansada y monótona.
Es la historia de cuando una persona decidió bajarse cuando estaba a las puertas del cielo. Gracias Aron, por ser fuerte aquel Abril de 2003, por resurgir cuando no había apenas luz en aquella gruta, por elegir vivir. No podré mostrarte suficiente gratitud en una vida. Eres mi héroe.
That´s what I say.