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Terror Molins 2023 - Parte II

Vía Terror Molins por 11 de diciembre de 2023
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Como cada año desde hace ya la impactante cifra de cincuenta años, el festival de Terror Molins despide otra edición con el maratón más longevo de Europa: Las 12 horas de terror. O mejor dicho, 16 horas, ya que este año se sumaban cuatro horas a la habitual cifra en forma de celebración por ese cincuenta aniversario. Desde las 18h del sábado hasta las 11h del domingo. Mi meta este año era aguantar todo el viaje, para disfrutar de la experiencia al completo y poder decir que yo sobreviví a esta locura. Con alguna excepción, pero misión cumplida.




El entrante para este empacho fue 'Raging Grace', ópera prima del londinense Paris Zarcilla, que cuenta la historia de una inmigrante filipina intentando sobrevivir en la ciudad inglesa con su hija, sin papeles y con unas condiciones de trabajo muy precarias. Salvando las distancias, se nota la influencia de Jordan Peele, especialmente con 'Déjame salir' y la forma que tiene de abordar el racismo desde un prisma cómico, ácido, rozando el humor negro, sumando este comentario social a la película de terror que es, y no al contrario. Es fácil encontrar ejemplos de dramas sociales donde el terror no es más que una excusa para poder participar en festivales de cine fantástico, pero este no es uno de esos casos.

La película de primeras puede parecer que forme parte de ese mal llamado terror elevado, por estética y temática, pero pertenece más al cine de terror disfrutón de los 80. Hay casas encantadas, múltiples giros de guion y 'jumpscares' divertidos e inesperados. En ocasiones se pasa de frenada con estos giros, o el espectador los ha anticipado mucho antes de que sean desvelados, y cuando decide salirse de su correcta (aunque algo rutinaria) dirección para adentrarse en terrenos más oníricos flojea, de forma totalmente innecesaria. Pero en términos generales, 'Raging Grace' es un debut interesante, lo suficiente como para recordar el nombre de Paris Zarcilla cuando anuncie su nuevo proyecto. ******




Llegaba el turno de 'Vive dentro', un título que ya vi en Sitges y que entusiasmarme, lo que se dice entusiasmarme, no me entusiasmo. Voy a citar a compañero Juan en una de sus crónicas de Sitges, en una opinión que prácticamente podría firmar yo también: "Dentro o fuera, que lo mismo da. Como lo mismo da la cultura India que aparenta impregnar la película sin darle sin embargo ninguna personalidad. O aportar algún tipo de elemento que marque alguna diferencia sustancial. Es... la típica película de este estilo en la que un demonio, ya sea de donde sea, acosa a una persona y amenaza la vida de cuantos le rodean". Así que aproveche esa bala para ir a cenar y tomar un pequeño descanso antes de enfrentarme al resto de jornada.




Como plato principal, llegaba 'Vermin: La plaga', que venía de una muy buena acogida en Sitges y la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, pudiendo decir tras verla que no decepciona ni un poquito. El debut de Sébastien Vanicek es una especie de mezcla entre '[Rec]' y 'Aracnofobia', donde un grupo de vecinos debe enfrentarse a una plaga de arañas muy chungas en su edificio. Una premisa atractiva pero que supera todas las expectativas gracias a un ritmo frenético y una dirección brutal, que entre las dos no dejan ni un segundo de respiro. Se toma unos minutos para presentar a la amenaza y a los conflictos de sus personajes, pero pasa rápido a la acción.

El punto de partida puede parecer simple y poco original, pero la clave está en cómo está llevado. Un guion muy inteligente, con sentido del humor y una brutalidad espectacular en muchos momentos. Visualmente, se nota mucho todo el trabajo que hay detrás. No es que estemos ante un prodigio, pero la planificación de escenas y su fotografía está por encima de la media en este tipo de películas, a destacar también unos fantásticos efectos especiales. En general, es una producción muy sólida en lo que pretende y que va un poco más allá de lo que se le pide al cine de género hoy en día. *******




A continuación, tocaba la sesión retrospectiva de la noche con 'The Lords of Salem', de Rob Zombie. He de decir que ya vi esta película cuando se estrenó en 2012, y lo poco que recordaba era que me gustaba. Después de volver a verla, me sigue gustando, aunque más por ser una rara avis dentro del cine de terror pre-A24 y de la filmografía del director estadounidense que por ser una buena película. Son dos trenes chocándose de frente: El Rob Zombie 'grindhouse' y el que intenta hacer un cine de terror más psicológico.

Su historia a medio camino entre un creepypasta y 'La semilla del diablo' empieza interesante, creando un halo de misterio en el disco de vinilo que tanto protagonismo tiene en la película. El problema es que, además de esta trama, hay otra de un investigador que no aporta absolutamente nada y que es muy ridícula. Seguro que ayudaría a su irregular ritmo evitar esta trama secundaria y recortaría algunos minutos de sus casi dos horas de duración. Pero no es este su único problema.

Sheri Moon Zombie es una actriz bastante mediocre y este papel le exige algo más que el resto de su filmografía, así que la película se resiente un poco. Tampoco ayuda que todas las escenas de terror sean un desastre, con 'jumpscares' baratos y muy poca imaginación. Pero entre todas esto, también hay momentos sugerentes e inquietantes, que te mantienen atrapado a su extraña atmósfera. 'The Lords of Salem' claramente se adelantó a lo que empezaría a hacer A24 en 2013, con esa corriente del mal llamado (de nuevo) terror elevado, aunque lo hiciese tropezándose varias veces con la misma piedra. *****




Ahora tocaba el clásico descanso de treinta minutos con donuts y café incluidos, para sobrellevar mejor todo este trajín y estar a tope para enfrentarse a la misteriosa sesión sorpresa. Entre descanso y descanso, por cierto, había una actuación en directo en la que explicaban la historia de una bruja (siguiendo el 'leit motiv' de este año) a la que quemaban y volvía para vengarse. Una forma curiosa de mantener despierto al personal. La sesión sorpresa este año fue 'We Are Zombies' de los canadienses RKSS (François Simard, Anouk Whissell, y Yoann-Karl Whissell), autores de 'Turbo Kid' y 'Verano del 84, habituales de los festivales de cine fantástico. Es una comedia de zombis donde los muertos vivientes están integrados en la sociedad, no muerden a nadie y son usados (para resumirlo) como esclavos. Una sátira que tiene gracia por momentos, más por intentarlo una y otra vez que por ingenio (coge muchas cosas de 'Zombies Party'), y que de forma intermitente es simpática aunque en gran parte sea irritante por culpa de sus terribles personajes. Si entráis en su juego, seguro que pasaréis un buen rato, pero no fue mi caso. ****




De seguido, pusieron 'Holy Shit!', producción alemana dirigida por el debutante Lukas Rinker, una versión escatológica de '127 horas' y 'Buried (Enterrado)', donde toda la acción sucede en un solo lugar: Un lavabo portátil. No es una película que te vuele la cabeza, pero es sólida en lo que propone y destaca en lo que, a priori, son sus puntos fuertes: Muchas bromas sobre excrementos y orines, algo de gore y un protagonista desesperado por librarse de la situación en la que se ha metido (sin recordar como). Puede que sea la película más humilde de todas las que proyectaron en la maratón, pero visualmente es bastante resultona. Es incomoda, divertida y gestiona bastante bien el tempo de los sucesos que le van ocurriendo al protagonista, algo vital en producciones de esta índole. ******




Y al fin, después de un merecido descanso para reponer fuerzas, llegaba la última película: 'The Last Video Store', de Cody Kennedy y Tim Rutherford. Una fantástica elección para cerrar este empacho de cine fantástico, con un homenaje a la época de los videoclubs y al VHS. En la línea de 'Turbo Kid' o la saga 'V/H/S', pero aquí directamente la acción tiene lugar en un videoclub en las últimas, que recibe la visita de una chica que quiere devolver unas cintas que tenía su difunto padre desde hace años. Una frikada en la que los personajes de estas cintas cobran vida, parodiando todos los tópicos del cine de los 80/90 directo a vídeo con películas ficticias. Hay alguna referencia a alguna que si existe, como un póster de 'Psycho Goreman' (el director, Steve Kostanski, participa en 'The Last Video Store' haciendo los efectos especiales), pero son tan evidentes las películas que referencia que no hace falta ni mencionarlas.

Es un buen despliegue de efectos prácticos, referencias cinematográficas y nostalgia casi pornográfica de lo exagerada que es. El hilo conductor es una excusa para desplegar todas estas referencias, aunque se le acaba cogiendo algo de cariño al dueño del videoclub, que parece salido de 'Rick y Morty'. Como ya he comentado hablando anteriormente de alguna película, no es una genialidad, pero se nota mucho el cariño y esfuerzo que le ha puesto todo el equipo detrás de ella, y que tenían claro la dirección que querían tomar. Como despedida de esta intensa maratón, es idílica, y como comedia de terror, capaz de remover el corazoncito de aquellos que todavía extrañan esa época. Funciona bien. ******




Bueno, aunque con alguna que otra trampa (me he saltado comentar 'The Sacrifice Game' porque me dormí a los cinco minutos), llegamos al final del maratón. No sé si repetiré esta experiencia más años, pero tengo claro que aguantar una maratón así, en su totalidad, es de esas experiencias relacionadas con el cine que no se olvidan. Para despedirme, dejo una foto de los supervivientes que colgó Terror Molins en sus redes sociales. Por ahí asomo mi cabezón, en la parte de atrás, justo al lado de la parte derecha de la entrada a La Peni.



Por Marc Sacristán García
@TheLebowskiMan

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