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'Rocketman' - Un espectáculo al servicio del público

Vía El Séptimo Arte por 31 de mayo de 2019
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Esto va a ser sencillo porque puede ser así de sencillo: A los puntos, 'Rocketman' viene a ser como 'Bohemian Rhapsody'. Viene a ser más o menos lo mismo aunque con una diferencia más que notable que llegado al caso, puede ser del todo relativa: La afinidad que cada cual sienta por la música de cada cual. En mi caso, por ejemplo, crecí con Queen sonando en el radiocasete del coche en aquellos viajes por España que podían durar ocho horas (o más).

Esto es, vi la película, viví la música.

No puedo decir lo mismo de Elton John, cuya música desconozco hasta el punto de que sabía de la existencia de la canción "Rocketman" porque Nicolas Cage la menciona en 'La roca' de Michael Bay. Qué gran película, y cómo pasa el tiempo, por cierto. Elton John, el de las gafas horteras, cuya música desconozco hasta el punto de que ni me sonaba ninguna de las canciones de la película, ni después de verla me acuerdo de ninguna de las canciones de la película.

Esto es, vi la película, escuche la música.

Sencillo, pero también subjetivo: A los puntos, 'Rocketman' viene a ser como 'Bohemian Rhapsody'. Viene a ser más o menos lo mismo aunque con una diferencia más que notable pero también muy relativa. Como película, que de eso se trata, ambas son un recorrido superficial, complaciente y sentencioso para fans más o menos agradecidos que además, y por si fuera poco, cuentan con el respaldo moral, humano y comercial de los propios protagonistas de la historia.

Esto es, que nadie espere la reinvención de la rueda.

'Rocketman' es una sucesión de momentos y canciones envueltas de manera efectiva pero demasiado educada que a falta de alguna reflexión, funcionan por arrastre, inercia y plena confianza en sí misma. La misma que ya aportó el realizador Dexter Fletcher a otro biopic como 'Eddie el Águila' que como la mayoría de las producciones de Netflix, parece estar condicionada por un algoritmo antes que inspirada en una historia de la vida (y el mundo) real.

En realidad, no hay nada malo en ello porque dentro de que el cine se orquesta en torno al engaño, nada en 'Rocketman' lo es: Ni es un estudio del personaje ni pretende parecerlo. Tampoco es una exaltación incondicional del anteriormente conocido como "el pianista gay de las gafas horteras", si bien el lado oscuro del relato no sea más que una excusa para que la purpurina brille aún con más fuerza. Elton John es un artista con más años de carrera que un servidor de vida.

¿Y que es 'Rocketman' sino un espectáculo al servicio del público? La música tal vez sea lo de menos, aunque está claro que es un aliciente importante y es posible que necesario. 'Rocketman' funciona, con o sin Elton, y lo hace por dos motivos: La convicción y plena confianza en su apuesta y, sobre todo, el carisma arrollador de un Taron Egerton con el que apetece irse de copas o a la cama, según la inclinación personal de cada uno. Personal. Subjetiva. Propia.

La diferencia puede estar en una condición subjetiva con apariencia objetiva, al menos, cuando nos da por votar después de escuchar en lugar de antes de dejar hablar: Si eres de los que van a los conciertos por la música o por el espectáculo. 'Rocketman' sería más lo segundo que lo primero. Y desde luego, en cualquier caso, sale mucho más barato que un concierto en vivo de un Elton John al que no me imagino tocando "por la patilla" en unas fiestas como las de San Isidro...


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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