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'Proyecto Géminis' - El hombre duplicado

Vía El Séptimo Arte por 11 de octubre de 2019
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El de 'Géminis' era un proyecto que llevaba años, muchos años dando vueltas por Hollywood. Desde el siglo pasado como mínimo. Al igual que ocurría con el de lo que acabó siendo 'El curioso caso de Benjamin Button', la tecnología disponible no garantizaba que pudiera concretarse de manera satisfactoria. Años y años, año tras año. Casi, hasta que sea una relativa pena verlo convertido en una realidad: Como sucedió con 'El hombre que mató a Don Quijote', muerto el dulce mito de todo lo que podía haber sido surge ahora la triste realidad de lo que es a todos los efectos, una película que como tal, no parece no pasará a los anales de la historia salvo, si acaso, por como lo hizo 'El secreto de la pirámide': Por un efecto digital muy llamativo.

En fin, que después de todo este tiempo, año tras año, lo mejor que le podía haber pasado a 'Géminis' era contar con un director como Ang Lee aunque el resultado diste de ser tan indiscutible como el de 'La vida de Pi'. Salta a la vista, que a simple vista es lo que concentra toda nuestra atención: Su apuesta visual, confesa y reincidente por los 120 fotogramas por segundo de 'Billy Lynn' que, de nuevo, como en aquella aunque de manera diferente, reclaman nuestra atención especialmente en su tercio inicial, por cuanto sobresale de forma ocasional como lo hacía un mal efecto digital a finales de los años 90. Salta a la vista, literalmente, como lo pueden hacer hoy en día la mayoría de los fondos digitales de los Episodios II y III, por poner un claro ejemplo.

Chirría de forma puntual... aunque lo hace sólo hasta la llegada de Junior, la versión CGI del que fuera Príncipe de Bel Air. A partir de entonces deja de chirriar para convertirse en una seña de identidad, en un recurso puntual que brilla de una manera tan fascinante y parcialmente extraña como para conferirle una marcada personalidad. Personalidad, la que le dota Ang Lee a lo que más que "una de acción" pretende ser "una con acción". Aún con alguna inconsistencia argumental fruto, muy probablemente, de las muchas manos por las que ha pasado su guión, 'Géminis' hace más hincapié en el drama inherente a su historia que a las pocas (pero estupendas) escenas de acción. En ese sentido, una película muy de los 90 con un uso muy estilizado y práctico de la tecnología actual.

Como en 'La vida de Pi', la tecnología al servicio de la narrativa y la experiencia. Una apuesta muy sólida, determinada, confiada y entregada a una causa que no sorprende por su exhibicionismo, sino por su contención: Martin Scorsese desde luego no dudará de su condición de película, de más película que de atracción de feria. A destacar una versión CGI de un Will Smith joven totalmente convincente y creíble, incluso cuando comparte plano con el Will Smith "de verdad". Y como los efectos digitales son usados con moderación, y con discreción y no a discreción aunque sus 120 fotogramas por segundo siempre se hagan notar (de manera particular) en esos raros momentos en los que la acción toma la palabra.

Y la película como tal, como lo que se dice una película, ¿qué tal? Bien, correcta, muy de los 90... pero con efectos especiales de ahora, sin que nada nos llame especialmente la atención ni nos sorprenda, o nos ponga a prueba más allá de su planteamiento audiovisual, alma indudable de una película en esencia humilde, práctica, modesta. El agua moja, el cielo es azul, y la película cumple a través de aquello a través de lo que podría cumplir: Poner el dinero al servicio de un director con inquietudes. El primer enfrentamiento entre ambos Smith, y la posterior persecución en moto pasa a ser una de mis escenas favoritas del año. A la altura, en cuanto de escenas de acción, de la pelea en el anticuario de 'John Wick: Capítulo 3 - Parabellum'.

Su epílogo, una de las más odiosas.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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