'La huérfana: El origen' - La buena hija
Con la secuela de 'La huérfana' he tenido la misma sensación que tuve en su momento con 'El buen hijo': Ambas películas se crecen ante tu falta de expectativas. Vi aquella película de 1993 sin querer. En aquella época todavía marcada por el VHS, la película estaba a continuación de la que realmente había grabado (la cual, ironías de la vida, no recuerdo cuál era). Por simple pereza, me quede tumbado viendo como empezaba, convencido de que se cortaría a los pocos minutos. Sin embargo no lo hizo, y la acabe viendo entera, convirtiéndose en una agradable sorpresa que no he olvidado casi 30 años después.
No han pasado ni la mitad de años, y ya tengo completamente olvidada a la primera "huérfana". No me pareció nada del otro mundo, y me acerqué a esta secuela por la curiosidad de volver a ver Isabelle Fuhrman de nuevo como protagonista. Sí, ya sé que es una precuela... pero es inevitable pensar en ella como una secuela: "Cantan" los años que han pasado desde la primera, por más que la película haga como que no lo parece. Una decisión que por otro lado "marca" la personalidad y el tono de una película que a decir verdad, se toma tan en serio a sí misma como por ejemplo lo hacía el 'Maligno' de James Wan.
Esta segunda "huérfana" es ante todo una película juguetona que se crece ante la falta de ambiciones que se supone la rodean, estableciendo con el espectador una complicidad similar a la del primer 'Scream' pero sin entrar en lo meta. Como si fueran dos miradas que se encuentran y sin decir nada, se entendiesen. Como si sus responsables fuesen antes espectadores que profesionales, y se hubieran revelado ante la posibilidad de hacer una oportunista secuela tardía de un éxito del montón que sólo sirviese para pagar el alquiler del próximo año. Si algo sobresale en esta nueva "huérfana", es su carácter festivo.
Además de pagar el alquiler del próximo año, sus responsables también se han divertido. Y lo han hecho con algo tan sencillo como subvertir adecuadamente la línea de vida de las películas que durante muchos años mantuvieron abiertos los videoclubs. Algo tan sencillo como a la vez, efectivo: Un cambio de compás que es recibido con una sonrisa, convirtiendo al igual que por ejemplo 'Freddy vs. Jason' una presunta película de terror efectista en un esparcimiento lúdico cuya desvergüenza resulta de lo más agradable. Y ya de paso, convierte a Esther en un icono del género similar al que es John Wick para el suyo.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex