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'Jurassic World: Dominio' - La aún más larga y triste historia de las malas ideas

por 10 de junio de 2022
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Películas como 'Jurassic World: Dominion' parecen empeñadas en darle sentido a la expresión "cualquier tiempo pasado fue mejor". Ahí están Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum acudiendo al rescate de una producción que dicho sea a las claras, no hace justicia a lo que evoca su poco aprovechada presencia, tan irrelevante al final como lo es la película o cualquiera de sus elementos: A esa primera entrega que como suele ocurrir, por desgracia, es y sigue siendo el faro que alumbra el camino. Y también, la única entrega con alma y un idea tan clara y definida como para no ser devorada por los efectos especiales.

Es evidente que la franquicia ha perdido frescura con cada nueva entrega y/o repetición a pesar del apaño de 2015. El motivo está claro: No tiene nada que contar, ni tampoco ninguna meta que alcanzar o propósito que cumplir. Cada nueva película viene a ser una huída hacia adelante, sin más, y 'Jurassic World: Dominion' no es una excepción: A pesar de que ahora los dinosaurios campan a sus anchas por el mundo todo conduce, de nuevo, a un puto parque. O más bien, se reduce: Se reduce a juntar como sea a los nuevos protagonistas con los viejos... y luego vienen los gritos. Y a seguir viviendo de los fans.

Básicamente, 'Jurassic World: Dominion' es una película de Roland Emmerich rodada sin la desvergüenza y desenfado del cineasta alemán quien, cuanto menos, le pone alegría. Ganas. Ilusión. 'Moonfall' puede que no sea buena pero al menos se intuye que hay sangre fluyendo detrás de las cámaras. Una intención. Un propósito. Algo. Sin embargo esta "épica conclusión" no transmite épica ni emoción ni nada, siendo que con su apatía siquiera consigue que brillen sus notables efectos visuales. Sí, son buenos, notables, obviamente. Pero ni son algo que no hubiéramos visto ya, ni traen consigo algo más.

Sus notables efectos especiales no dicen nada porque la película no tiene nada que decir. Es más de lo mismo, un déjà vu. Sin nervio, ni relevancia ni tampoco incertidumbre, que ya nos conocemos. Un producto forzado a arrastrarse por el camino y concretado sin ninguna pasión, inquietud o ambición. Sin más propósito que exprimir, por rutina e inercia, una franquicia que así, tal cuál, está estancada en la burda repetición de clichés de manera conveniente y casual. Porque sí. "No hemos reparado en gastos" para luego mostrarse tan descuidada como poco emprendedora. Como si diese igual y no tuviera ninguna importancia.

Como si los dinosaurios o el carisma de sus protagonistas pudieran con todo. 'Jurassic World: Dominion' es el tipo de producto impersonal, hueco y vacío que revaloriza a otros como 'Top Gun: Maverick' que a su lado, realmente, parecen películas de Oscar. No es ni tan fácil ni tan difícil. Es cuestión de ponerle ganas, como hace Tom Cruise. O de al menos intentarlo. O de como mínimo, intención. Sin embargo 'Jurassic World: Dominion' siempre opta por lo más obvio, simple e inofensivo aunque sea a capón: Repetir lo que se supone que funciona, una y otra vez, como una suerte de eco que no reporte complicaciones.

Es lo más molesto de ella, que ni amaga con tomar algún riesgo ni se molesta en desviarse lo más mínimo del patrón establecido. Es, tal cual, lo que cabría esperar de la imaginación de Bart Simpson respecto a la película de 'Rasca y Pica'. Algo sin magia ni aparente ingenio que si bien puede resultar mínimamente distraído, lo es más por el peso de su herencia. Y por la acomodada pereza de estar sentado respecto al esfuerzo de ponerse de pie y salir de la sala. Porque es, sobre todo, una cuestión de mínimos y la sensación de no haber supuesto ningún esfuerzo.

De ser lo mínimo que cabía esperar y no haber hecho más que lo justo para no cagarse encima. Y así nos queda un producto que no ofrece una sola escena (¿o plano?) de mérito que vayamos a recordar a la salida. El resultado de un formulario resuelto por un funcionario con fría y distante indiferencia. Algo que, con el manual en la mano, resulta tan frustrante por su indolente y sumisa aplicación que sin él se transforma en algo doloroso y molesto, por cuanto no hay en la película nada que sirva para mantener viva la llama de una franquicia que hasta provoca que Michael Giacchino suene mal.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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