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'Flee: Huyendo de casa' - La realidad irreal

Vía El Séptimo Arte por 25 de mayo de 2022
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En su momento, el pasado mes de noviembre y a su paso por el Festival de Cine Europeo de Sevilla, el compa Jesús Sánchez decía que 'Flee' tenía un problema: Que "suspendía el brutal atentado emocional que la historia suponía". Ese problema era simple pero importante: La narrativa. Que su dispersión y deriva argumental, su mejorable estructura de actos o su inexplicable falta de épica en la conclusión lastraban un testimonio real de tremendo impacto.

Siendo como se trataba de una película ahora flamantemente nominada a tres Oscars, me decidí a poner a prueba aquellas palabras desconfiando de mi compa. Y el caso es que, después de todo, estoy de acuerdo, siendo que la película de Jonas Poher Rasmussen me parece tan cargada de buenas (o buenísimas) intenciones como torpe a la hora de concretarlas sobre la pantalla para que, dicho testimonio, pueda llegar a impactar en igual medida a lo que es.

La decisión de utilizar animación para preservar la integridad de la historia y asegurar la ciudadanía del protagonista encuentra su razón de ser sin problema alguno. Pero el estilo de animación elegido no corresponde a esta suerte. O no aplica sobre el lienzo las emociones que su idiosincrasia sí ha permitido aflorar en otras ocasiones. El trazo poco fino de sus dibujos no estimula, al contrario, y supone una barrera que dificulta que esta pueda llegar a conmover.

Así, como declaración de humanidad y testimonio de injusticia, 'Flee' no tiene ninguna pega. Pero, como obra audiovisual y sobre todo como largometraje, el resultado presenta defectos de forma, así como una inconsistencia narrativa que se antojaba necesaria para coronar lo que tendría que haber sido, por lo inherente a la propuesta, una película total, demoledora, que sin embargo deambula sin dar fuerza a una historia que embrutece y empequeñece.

Hasta el punto de que su grito se ve apagado en la indiferencia de lo que sería una ficción poco lograda cuyo parecido con la realidad, bien pudiera ser casualidad.


Por Juan Pairet Iglesias & Jesús Sánchez Aguilar
@Wanchopex / @JesAg_

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