'Eternals' - De todos y de nadie
'Eternals' es una película bastante decepcionante, también algo frustrante. De alguna manera, es como si todo en la película estuviese mal sin que hubiera ninguna necesidad de ser así. Como sin querer queriendo, como si Chloé Zhao quisiera dejarse notar de igual modo que M. Night Shyamalan en 'Airbender, el último guerrero', llamando la atención sin tener por qué pensar en beneficio de una película ante la que tal vez se sienten derrotados y por la que no quieren que les recuerden.
'Eternals' es como si fuera la secuela de una película que no hemos visto; el título intermedio de una trilogía que no sabemos de dónde viene ni tampoco a dónde va; la adaptación de una novela de 1.200 páginas resumida en sus 120 páginas más importantes, 40 de las cuáles están dedicadas a describir los efectos especiales. Todo pasa porque sí, todos los personajes están o son así de por sí. Durante dos largas, muy largas horas y media durante las que no se desarrolla prácticamente nada.
Dos horas y media que se antojan cortas para todo lo que pretende abarcar, pero muy largas para lo que acaba siendo; en gran parte, debido a cómo lo propone. O más bien, debido a que no sabe cómo expresarse si no es a través de la obviedad. Todo en 'Eternals' se verbaliza y se visualiza. Su continuo subrayado de la palabra y la imagen se alterna con el habitual abuso de CGI, además, como si fuera un matrimonio que tras cincuenta años de convivencia sigue junto por perezosa costumbre.
Sin nervio ni tensión y de forma rutinaria, todo parece artificial e impostado. Tan tosco como aquella 'Inhumans' que recupera del olvido, muy a nuestro pesar. Si no es un desastre como aquel otro amago shakespeariano es por el dinero que Disney pone sobre la mesa. Pero entre esta y un capítulo de 'Power Rangers' hay poco más de 150 millones de dólares de diferencia. Porque a pesar de su reluciente y radiante apariencia CGI, 'Eternals' es igual de simple y rudimentaria, de teatral y convencional.
Cutre no, por más que un servidor no pueda dejar de pensar en 'Dioses de Egipto', película que al menos no se tomaba tan en serio como esta de Chloé Zhao, la cual sufre, y mucho, bajo la aureola de no querer ni parecer ser "otra estúpida película de superhéroes" revelando, con su propia torpeza e inoperancia, que digan lo que digan (algunos) las de superhéroes no son películas estúpidas por ser lo que son. Lo que 'Eternals' intenta evitar pero contra lo que se estrella: La dura realidad.
Una dura realidad en la que el tonto es el que hace tonterías y 'Eternals', más que un proyecto fallido sería uno poco maduro que quizá hubiera encontrado mejor acomodo como serie. Y es que quizá el principal problema de 'Eternals' sea sólo el tiempo del que no dispone para presentar a diez personajes, definidos no por sus intérpretes sino por una serie de simples, genéricos e impersonales poderes que remiten, poderosamente, a los de una competencia a la que para más inri, se la menciona (en al menos) dos ocasiones.
Con sus protagonistas como títeres sin alma ni voluntad, y a merced de "una misión" que ni come ni les deja comer, la película queda reducida a una sucesión desnortada de hechos y sentencias mientras quema etapas sin pena ni gloria, con escenas de acción correctas pero olvidables ahogadas bajo una obvia e indigesta sensación de gravedad rota sólo por Kumail Nanjiani (y su Alfred), el único (dúo) que parece estar en una de Marvel y que lejos de querer salvar el mundo, se conforma con entretenerlo.
Así, 'Eternals' se arrastra y languidece durante dos horas (y pico) que se hacen largas y pesadas, excesivas y desangeladas, ahuecadas e insustanciales durante las que poco importa y todo viene a estar, sin más y de por sí, porque hay que estar. Todo ello con el beneplácito de Chloé Zhao, que quien sabe si superada o abrumada parece abandonar la película a su suerte, dejándose notar discretamente a lo largo de una película tan gratuita como superflua que parece de todos y de nadie a la vez.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex