'El Escuadrón Suicida' - Los que van a morir os saludan
Después de ver 'El escuadrón suicida', no puedo sino imaginarme a James Gunn jugando con sus intérpretes de igual manera que yo cuando jugaba de crío con mis G.I. Joe. Esa es exactamente la sensación que me transmite esta película, la de un divertido juego de niños para adultos que a su vez, forma una curiosa dicotomía con 'Escuadrón suicida' sobre cómo funciona una industria como la de Hollywood: Si hace cinco años parecía que no sabían decir que sí, ahora parece que se han olvidado de como decir que no.
Por eso mismo estamos ante la película "más James Gunn de James Gunn", la cual lleva al extremo lo visto en 'Super', la que hasta ahora era su mejor película. La libertad de Isabel Díaz Ayuso unida a los medios de una gran producción de superhéroes y a un reparto que pagaría a Disney antes que denunciarla. Gunn, desde luego, no ha desaprovechado la oportunidad y no se ha quedado con las ganas como lleva David Ayer desde hace cinco años. Como un niño feliz y despreocupado jugando con sus muñequitos.
Gunn no se ha cortado ni un pelo, como ahora sospechamos que sí ha tenido que hacer en las dos entregas de 'Guardianes de la galaxia': El mismo alegre espíritu socio-festivo pero ahora con palabras malsonantes, litros de sangre y un variado surtido de muertes que la acercan más a 'Juego de tronos' que a cualquier otra película de superhéroes comercial. Como también está mucho más cerca, obviamente y por descontado, de 'The Boys' o de 'Invencible', y no sólo por el contundente empleo de la violencia gráfica.
Porque aunque lo pueda parecer, 'El escuadrón suicida' no es sólo culo, caca y pis. Gunn no es desde luego "un tonto haciendo tonterías" que diría Forrest Gump, y al espíritu gamberro, cafre y grosero de 'Deadpool' le suma una historia y personajes que afloran entre chistes y cadáveres. Es de hecho esto lo que acaba redondeando la muy satisfactoria experiencia que acaba siendo la película: Que funciona como sano y desprejuiciado divertimento sin perderle la cara a su condición como una película que vista con seriedad, pues también funciona.
Gunn ha madurado, y aunque conserva casi intacta su efervescencia infantil la enfoca con la complicidad del cineasta que además de haber sabido jugar con sus juguetes, también ha estudiado, se ha ido de cañas con los amigos o ha sido padre. Sin dejar de lado su condición de "película de superhéroes", 'El escuadrón suicida' define a la perfección lo que en tiempos, no sé si ahora también se suponía que era ver una película con cerveza y amigos. El cálido abrazo de la diversión en forma de una película que se siente un "compadre".
Pero sobre todo diferente a otras películas de superhéroes por cuanto aún siendo lo mismo, está envuelta en una sensación de jocosa libertad que deriva en una alegría contagiosa. Sus responsables han disfrutado haciéndola, y eso se palpa en cada escena, casi en cada plano. Como si cuando mirásemos a ese niño feliz y despreocupado jugando con sus muñequitos no le viéramos a él, sino lo que él está viendo. Dos horas disfrutando de ese momento en el que la vida no consistía en salvar el mundo, tan sólo en disfrutar.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex