'El escándalo' - Culo veo, culo quiero
A Jay Roach le ha quedado grande 'El escándalo (Bombshell)'. Creo que es lo que mejor define a esta película que acaba siendo un intento, tan bienintencionado como a su vez manipulador e interesado de hacer algo parecido a lo que era 'El vicio del poder', pero cambiando a Dick Cheney por Roger Ailes y al Gobierno norteamericano por Fox News. La diferencia está, posiblemente, en que Adam McKay es mucho más consciente de la complejidad de un mundo que no es o blanco o negro como nos quieren vender los que quieren algo que vender.
En 'Trumbo: La lista negra de Hollywood' pudo hacer más o menos lo mismo que Todd Phillips en 'Joker', parapetarse en un soberbio personaje protagonista que conducía la historia como un pastor a su rebaño. Bastaba con no molestar. Pero la de 'El escándalo (Bombshell)' no es una historia tan sencilla, ni tan obvia. Aquí es dónde Roach se ve claramente superado, en un discurso tanto narrativo como ideológico que acaba sucumbiendo ante la confusión: La de aquel que no tiene claro qué quiere contar, ni mucho menos cómo contarlo.
Peor aún: La de aquel que aunque no tiene claro qué contar ni cómo contarlo, si tiene la clara intención de no ofender a nadie de paso que, ya puestos, pretende contentar a todo el mundo. Y al fondo, a su vez, la sensación de que cualquier cosa que se pueda decir de Roger Ailes también se podría decir de Harvey Weinstein. Una barrera espiritual, moral y hasta profesional que parece insalvable dentro de 'El escándalo (Bombshell)', una película que adolece de una enorme falta de mordacidad, agudeza o mala baba. Mucho menos de sutilidad.
'El escándalo (Bombshell)' es una de esas películas de "progre bueno" que a pesar de tener clara una posición ideológica, o precisamente, a consecuencia de tenerla no se atreve más que a señalar con el dedo. A contentar, ay temeroso de Dios, a todo aquel de moral avergonzada mediante el postureo para estómagos agradecidos, en una repetición de consignas fácilmente retwitteable que lo reducen todo a la forzosa y forzada maldad de un individuo. A ver la paja en el ojo ajeno. A encontrar un culpable antes que a hacer preguntas.
Poco pueden hacer Charlize Theron, Nicole Kidman, Margot Robbie o Kate McKinnon con un guión que las reduce a ser lo mismo que a las órdenes de Roger Ailes, meros títeres con los que atraer la atención hacia un discurso plano, incluso molesto en el convencimiento de una superioridad intelectual que sólo le viene dada por tener un micrófono delante. Algo especialmente molesto cuando bajo su apariencia progresista el que se supone es en teoría el villano de la historia se convierte, casi, en el único personaje con algo parecido a un alma.
Así, el rol de un notable John Lithgow acaba siendo lo único con volumen dentro de una irregular película que palidece ante 'La voz más alta', la notable miniserie de Showtime que afronta con mucha más determinación y entereza la figura de un Ailes interpretado con profunda humanidad por Russell Crowe. Y es que 'El escándalo (Bombshell)' podría ser, perfectamente, una película producida para blanquear alguna que otra conciencia y salvar las apariencias. Una película que asume, con pasmosa complacencia, que todo es o blanco o negro.
Como si todo fuera tan sencillo.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex