No puedo dejar de pensar en 'La primera profecía' e 'Immaculate' como en las dos caras de una misma moneda, con la primera siendo la cara y la segunda siendo la cruz. La primera ni es ni quiere ser "un tren de la bruja" como sí lo es y quiere ser la segunda, dicho sea de manera despectiva: De manera que no sea más que ruido. No más que Sydney Sweeney (vestida) y ruido nihilista. 

'La primera profecía' plantea algo más que una moderada y medida sucesión de "jump scares", dedicando su tiempo a elaborar una atmósfera y a construir un trasfondo dramático a través de cada revelación. Cuenta una historia a la que además deja que respire y se oxigene, con mucho estilo y algunas imágenes realmente potentes. Intenta dejar algún tipo de huella, recuerdo o legado.

'Immaculate' por contra cuenta con Álvaro Morte haciendo de italiano, alma de comida rápida, demasiados sustos baratos y un desnutrido trazo argumental que carece de sustancia más allá de su primera y última escena. Como si toda la película fuera lo que es: Un simplón, ineficaz y gratuito relleno para ateos. Una excusa, y no más que una excusa para un principio y un final potentes.

No más que Sydney Sweeney (vestida), ruido nihilista y un principio y un final potentes. ¿Merece la pena?

Puede que 'La primera profecía' no sea del todo rotunda o concluyente, pero sí resulta muy estimulante... al menos para los que como un servidor, al a menudo mal llamado cine de terror le pedimos dar la cara y ser algo más que la cruz que representa 'Immaculate', una versión simplificada, abreviada, banalizada y atontada a mayor gloria de una religión sin fe que a cualquier santo le reza.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex