Mayo de 1945. Termina la Segunda Guerra Mundial y se liberan los campos de concentración. Cientos de miles de sobrevivientes del Holocausto son liberados. Al parecer es un momento feliz pero para ellos son momentos de confrontación y trauma con su nueva realidad: de su deteriorada situación física, de la pérdida de sus familias, de sus hogares, e incluso de de sus países a los que ya no pueden regresar. Primero se tienen que recuperar física y emocionalmente para después iniciar una larga y dolorosa odisea de muchos años para tratar de emigrar a otros países y reconstruir sus vidas. Algunos de ellos lograron contactar con familiares en México, los que les ayudaron a tramitar sus visas y así pudieron llegar a este nuevo y desconocido país. Así, poco a poco, comienzan su difícil proceso de adaptación a una nueva cultura, un nuevo idioma, a un nuevo clima. Empiezan a trabajar, a casarse, a formar familias y tener hijos. Pero el trauma del Holocausto siempre estará presente en sus vidas y se lo transmiten a sus hijos a través de sus secretos, miedos, sus traumas, sus culpas, sus pesadillas, a través de los “Murmullos del Silencio”.