La Huella del Mal 2 (Hexen geschändet und zu Tode gequält)

[jorgerll]

La Huella del Mal 2 (Hexen geschändet und zu Tode gequält)

Dirigida por:
Adrian Hoven
País: Alemania
Estreno: 26 de Enero de 1973
Duración: 97'

SINOPSIS
Un desequilibrado asesina a todo tipo de mujeres y parejas y después bebe su sangre, desagradable filme de extrema degradación.

CRÍTICA
Algunos filmes quedan tan en el anonimato que ni se saben de donde proceden, ni su nombre, algunos la nombran como sed de sangre y tiene muchos Títulos. Otros dicen que es de suecia. Yo la información que tengo y por supuesto no lo tengo claro, es su procedencia de Alemania, dirigida por ADRIAN HOVEN que solo puedo decir que fue productor de algunos filmes de JESS FRANCO donde también fue actor como el necronomicon o el caso de las dos bellezas. En la interpretación solo un nombre con cierto peso en el de la actriz australiana  ELLEM UMLAUF vista por ejemplo en JEDERMANNS FEAST o el alemán ANTON DIFFRING al que vimos en la tele-serie vientos de guerra. Ya fallecido.

Titulada según su estreno por variados nombres como:

- CURSE OF THE DEVIL
- MARK OF THE DEVIL PART 2
- WITCHES: VIOLATED AND TORTURED TO DEATH
- MARK OF THE DEVIL II

Este es uno filmes parecido por ejemplo a FEAST la angustia del miedo pero potenciando a 100 su crueldad. Sin duda todo un precedente en temas tan escabrosos que se trataron en el ultra-gore alemán por el director JHON BUTTERGEIT en sus NEKROMANTICKS.

Todo un ejercicio de enfermedad no apta para todos los estómagos, colores negros que por inercia te llevan a la negrura de una enfermedad latente, interpretaciones pasadas de rosca en un arco donde la locura y sadismo no tiene límites.

Uno de estos filmes que ofrecen un carrusel de autentico cine malsano que no buscan nada más que incomodar con la excusa de un mínimo argumento.

Consigue su propósito con creces, por eso debo decir que si quieres pasarlo mal de verdad esta es tu película.

Lo Mejor: La ambientación macabra.
Lo Peor: Apenas tiene guión.
Un 6,5.


Crítica elaborada por Andrés Pons García