Cenicienta

Iniciado por reporter, 28 de Marzo de 2015, 02:23:03 PM

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Cenicienta


SINOPSIS: La historia de 'La Cenicienta' cuenta las andanzas de la joven Ella cuyo padre vuelve a casarse tras la trágica muerte de su madre. Ella no quiere disgustar a su querido padre así que acoge a su madrastra, Lady Tremaine y a sus hijas Anastasia y Drisella en la casa familiar. Pero el padre de Ella fallece repentinamente y ahora se encuentra a merced de una nueva familia celosa y cruel. Ella acaba siendo una sirvienta cubierta de cenizas a la que llaman despectivamente Cenicienta. Una situación que podría sumirla en la desesperanza pero ella está decidida a cumplir con las últimas palabras que le dijo su madre: "Deberás ser valiente y amable".

CRÍTICA: Cuéntalo otra vez, Kenneth

Érase una vez (más) en Berlín, un tropel de periodistas deambulaba, como si fueran almas en pena, por los pasillos de un  palacio que estaba a punto de cerrar sus puertas. Las paredes del edificio estaban decoradas con los rostros de algunas de las más célebres y admiradas puntas de lanza del celuloide. Mandaba, por supuesto, una tradición nada ajena a la pompa típica de los grandes festivales cinematográficos del mundo. Bajaba y subía uno por aquellas interminables escaleras acompañado, en todo momento, por las miradas de la que sin duda podía considerarse la Realeza del séptimo arte. Ahí estaba Jafar, ''el Desaparecido'', y Werner, ''el Loco'', e Isabel, ''la Sensible'', y Patricio, ''el Sabio'', y James, ''el Golfo''... A poco que la corte sintiera un mínimo de respeto por la profesión (aunque esto fuera mucho suponer / pedir), aquel escenario incomparable debía darle las dosis de motivación necesaria para tratar aquella magnífica celebración con el respeto que merecía. Entonces, ¿a qué venían aquellas caras largas? ¿Y aquellas toses? ¿Y aquella hostilidad hacia cualquier ser humano? ¿Y aquellos ataques narcolépticos? ¿Y aquel insoportable disco rayado de quejas y perretas pueriles?

Pues a que aquello era el Palast. El Berlinale Palast, para ser más exactos, y a que la 65ª edición del certamen que ahí mismo se celebraba, estaba tocando a su fin. No era de extrañar, pues, que en el ambiente se respirara esa tan típica mezcla de pena y agotamiento, presente siempre, por esas alturas, en este tipo de citas. Digamos que la melancolía por el final inminente del baile iba persiguiendo, escalinatas abajo, al alivio despertado por la misma circunstancia. El Palmarés iba a anunciarse en pocas horas... y once días (y sesenta películas) después de que ''la Sensible'' inaugurara la Competición por el Oso de Oro. Y claro, los había que no aguantaban más, y que querían volver ya a casita. Es más, los había que ya estaban en el avión y, de hecho, los había que ya hacía días que habían regresado al hogar. Las clásicas víctimas que se cobran los maratones, vaya. Por suerte, una mirada de última hora destinada a ver el programa de esa (pen)última jornada nos descubrió que la recta final tal vez (y sólo tal vez) no sería tan agónica como apuntaban los pronósticos más agoreros.


La clausura de aquel Festival de Cine de Berlín iba a correr a cargo de Kennneth Branagh, esponsorizado, por la omnipotente Disney... en una nueva adaptación de uno de los más célebres cuentos de Charles Perrault. ¿''La Cenicienta'' otra vez? Pues sí... total, ni que hicieran falta más explicaciones. A no olvidar: para aquella proyección, los ya-no-tan-felices habitantes de aquel palacio se presentaron con evidentes síntomas de sobredosis dramática. De mujeres obligadas a luchar contra las mismísimas fuerzas de la naturaleza, de matrimonios casi quincuagenarios que se caían a trozos, de taxistas perseguidos por la ley, de naciones enteras incapaces de sanar (como Dios manda) sus propias heridas... Con ese -denso- panorama previo, normal el que se aparcara, por un momento, la amargura acumulada para abrazar así (que buena falta hacía) la más feliz y despreocupada de las ilusiones, solo despertada (como dicta el código genético) por el hecho de sentarse a escuchar ese cuento que consigue conservar casi intacto su encanto, a pesar del inexorable paso del tiempo, de los gustos, de las modas...

Así de destrozados entramos... y así de reconfortados salimos del famoso Palast. En el pase de prensa berlinés de 'Cenicienta', hubo hueco para las risas, los aplausos, y en el post-visionado, hasta para la locura. En la tanda de preguntas, el despistado de siempre recuperó el protagonismo. A Richard ''Rob-Stark'' Madden le preguntó si estaba preparado para dar el salto a fama, y si estaba contento con cómo lucían en pantalla sus ojos verdes... a lo que el pobre ''Rey en el Norte'' se vio obligado a recordarle que éstos en realidad eran (y que se sepa, siguen siendo) azules. No contento con tamaña escabechina, más tarde el tipo volvió a agarrar el micro para poner a Cate Blanchett en una situación de lo más embarazosa: ''Dígame, ¿qué fue más difícil para usted? ¿Interpretar a la madrastra de la Cenicienta o a la madre de Abraham Lincoln?'', dijo él; ''¿Perdone?'', dijo ella; ''Pues eso...'', respondió él. Y por poco que Mr. Branagh no lo cuenta, ahogado en el vaso de agua y las risas que se vio obligado a gestionar en aquel momento.

Y hasta aquí el registro de salidas de tono con respecto al programa pactado, porque si por algo destaca esta 'Cenicienta' es por desmarcarse, sin complejo alguno, de la dinámica revisionista en la que ahora mismo está inmersa su todopoderosa productora. No se encuentra aquí la presión (con el consiguiente miedo) a actualizar un discurso por puro automatismo; por la fría imposición de las tendencias cambiantes del mercado. El producto se define, desde el primer hasta el último fotograma (o desde el ''Érase una vez...'' hasta el ''Y vivieron felices...''),  como una adaptación al uso del cuento clásico cinematográfico. Casi al pie de la letra. Si 'Maléfica' arrancaba (muy acertadamente) descubriéndonos la cara oculta del icónico castillo de la Disney, aquí volvemos al clásico plano frontal. Al que ya conocemos... al que, por ende, no nos descubre nada nuevo. Entre el agotamiento inicial y la felicidad final, lo que sí se percibió en aquel pase fue la voluntad más o menos confesa de que, en algún momento u otro de la proyección, la historia se saliera (ni que sólo fuera un poco) de los raíles en los que la pusieron los que en en su día (y durante mucho tiempo) ostentaron el monopolio de la animación comercial.


Pues no: Voz en off omnisciente, animales parlanchines, hada madrina salvadora, príncipe azul, villana de altura (estupenda Cate Blanchett) y claro, ese zapato escurridizo, imprescindible para que salgan todos los números... Y a la Disney rara vez dejan de cuadrarle las cuentas. Que quede claro: la única novedad aquí (si es que realmente puede hablarse de esto) es que los dibujos de Clyde Geronimi, Hamilton Luske y Wilfred Jackson han sido reemplazados por la imagen real de Kenneth Branagh. Porque sí, y lo que viene ahora sí podría considerarse como una sorpresa (y de las gordas): La película es mucho más del director que de los productores. Y que quede claro (porque de ello se encarga el propio filme), el producto es de ambos bandos. Como si no hubiera habido disputa alguna a la hora de decidir quién iba a poner la firma; como si la manera de confeccionar de uno encajara a la perfección con la facturación (masiva) de los otros. Así, él se reencuentra con su mejor cine, mientras ellos van amarrando esa orfebrería técnica (tan imprescindible) que demuestra, por enésima vez, que juegan en este terreno como equipo local. Dos y dos son cuatro...

... Tanto aquí como en lo más alto de la la más alta torre del palacio (o Palast, como se prefiera) más lejano. La aritmética no engaña: El artefacto se antoja tan deslumbrante y aparatoso como lo sería, por ejemplo, un zapato de tacón de cristal cualquiera. Branagh se fusiona con el delicioso guión de Chris Weitz, que entre bromas más o menos afiladas (''¿Es ud. de la realeza?''; ''Así es''; ''¿Y cómo le tratan?''; ''Mejor de lo que merezco'') tan bien captura esa gracia imprescindible para conectar (hasta aferrarse) con el Gran Público, y de este entendimiento sale una aventura colorista, cursi, amanerada, recargada, clasicona... pero para nada cargante. Justo lo contrario. Encantadoramente divertida, altamente dinámica y con una consciencia casi perfecta de la pomposidad del cuento de hadas de toda la vida. Otro triunfo, en definitiva, de esa fantástica e imparable máquina de hacer dinero (que con esto se alimentan los sueños, también). Si apuramos, la guinda perfecta (o el ''Colorín colorado'' ideal), y que vivan las ironías, para un festival tan pomposo (cuando quiere) y que aquel año, en especial, tanto nos incomodó a la hora de acercarse a la autoría fílmica.

Nota: 7 / 10
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cicely

Mi cuento favorito y me imagino que el de muchas niñas, la veré, tiene buena pinta y Branagh nunca me decepciona.


Un día sin sonrisa,es un día perdido.
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Beyond

Pues... normal. Ni buena ni mala, sino todo lo contrario. El problema intrínseco de estas adaptaciones es que ya te conoces la historia, por lo que por ahí es imposible que sorprenda. Supongo que algunos verán esta "fidelidad" como una virtud. Por lo demás, es exactamente lo que esperas de ella, ni más ni menos. Una historia muy clásica, con la típica moraleja de que no importa tu estatus social si eres buena persona, ya que con eso basta para cumplir tus sueños, casarte con un miembro de la realeza de gran atractivo físico, tener mucho dinero, vivir en una gran mansión... ¡Un momento! Yo no conozco ninguna persona generosa que haya sido premiada por el destino de esa manera. Malditas moralejas engañabobos... :burla

Mi nota es un 6/10.
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jescri

Buen trabajo sin duda. Y cuando digo buen trabajo me refiero a todo el mundo, desde el estudio al director, el guionista, los actores, el vestuario... Digamos que nada es excepcional, pero todo cumple. Kenneth Branagh es un director que demuestra en cada película que no le asustan los retos. En esta ocasión tal vez le faltó algo de valor aunque hay que reconocer que no era fácil adaptar un clásico de estas características. Digo que le faltó valor porque lo único que le puedo echar en cara a la película es su falta de impacto, el no haber arriesgado más en sus giros, que los tiene, pero demasiado ligeros.

Lily James cumple dando vida a este cálido y humilde personaje. Tan inocente, pero a su vez tan espontánea y enérgica que te carga las pilas para una temporada. De Cate Blanchett qué decir, no la vamos a descubrir ahora. En mi anterior párrafo comentaba que nada es excepcional, pero miento, la música es de 10.

Baño de magia y nostalgia. Nota: 7,5.
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Wanchope

Yo estoy mucho más cerca de la opinión de Beyond, incluso llegado el caso me aburrió bastante. No diré que sea mala porque no lo es, pero sí que me parece muy insípida. Demasiado correcta en todo, tanto como para desperdiciar cualquier elemento que no sea obvio.

No se trata necesariamente de reinventar nada, pero sí de darle al menos un meneo. Ni eso. Pierde por goleada con la versión animada, que tiene toda la chispa que le falta a esta, y la prueba es que cuando intenta ser "simpática" produce más bien un poco de "penica".

Cero sorpresas. Un 5.

Spoiler
Pd. me quedo mil veces con Anna Kendrick como Cenicienta...  :disimu
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lourdes lulu lou

Este intento de veracidad y sensatez ni es próspero, ni dichoso, ni supera la infinitud de una estimable fantasía.
Es como ver a Kent ligando con la Nancy -cortejando, ¡por favor!, que hay que ser finos-, en la corte de un baile fastuoso pero inapetente por presuntuoso, exagerado y poco convincente en su seducción pues su explotación es tan cursi que pierde todo posible contento que urga asomar su nacimiento.
Si el relato previo de dibujos, que no viene a petición, ya sobra, no digamos la esperada narración posterior del cuento donde Keneth Branagh, en un intento de maestra coherencia -que podía haberse ahorrado-, en una autenticidad que asesina la magia, en una originalidad vacua, se retrotrae a la infancia feliz de, por entonces, Ella, para detallar exiguamente, con todo el infructuoso regodeo, todo el proceso, paso a paso a cual más estéril, por el cual la bella y amada hija se convierte en Cenicienta, la sirvienta; opta por un camino lento, pausado y concienzudo para conocer mejor a los personajes, hacerlos más accesibles y cercanos, sensibles y humanos con tan poca gracia, encanto y ensoñación que, ¡más vale que le hubiera dado cuerda y hubiera cogido el metro! pues el interminable viaje agota, empalaga y fastidia, carente de emoción ni entusiasma, ni apasiona, ni encandila, ni deja recuerdo que no sea añoranza distante por versiones más apetecibles que este soporífero discurrir sin bienestar para el sentimiento, ni condimento para el espíritu, ni energía para el corazón, ni imaginación con la que poder figurar e idealizar.
Cate Blanchett ya puede presumir de ser la última actriz en incorporarse al gremio de brujas malvadas -la lista ya empieza a ser larga-, con un trabajo excelente que cae en saco roto, con tan poco provecho y beneficio que todo su esfuerzo se ve perdido por una joven que no fascina, un príncipe que no enamora, una carroza que brilla para nada, un palacio que cuenta con excesivas escaleras, diálogos sin seducción ni afecto y, en general, un reino que ni siendo generosa ni teniendo valor, aprueba.
"Dije que tendría valor pero ya no creo en nada", yo tampoco ya que, todo tiene un límite y la paciencia los minutos contados cuando entras con la ilusión e inocencia de una niña y sale con el aburrimiento y cansancio de un adulto, ni para ir en familia/ni en pareja/ni con niños/ni sin ellos, el susodicho director irlandés ha tenido el maravilloso don de realizar la adaptación más desganada, desilusionada e infértil, hasta el momento, de tan bella fábula -Disney estará contenta aunque, a mí, todavía me dura la pataleta por tan ruinosa velada-, toda una habilidad que contrasta enormemente con sus increíbles trabajos anterior -en un tiempo lejano, ya por casi todos olvidados pero, excelente para los que conserven su memoria- donde revivir la esencia de su enamorado Shakespeare; aquí sólo da muestras de meticulosa pesadez, relajamiento indeseado, pasividad eterna y un alargar por alargar lo que podía haberse resuelto, en un plis plas, con la varita mágica de un hada madrina que, no sólo debía transformar la calabaza, los lagartos y el cisne sino la impericia del encargado de tan pobre proyecto que no luce ni deslumbra -aparte del magnífico color del vestido- por muchos focos extra que se añadan pues carece de glamour, carisma y emblema, y la cosa se pone peor si tu mente rebusca, como socorro de velada tan agotadora, hermanas mayores más hermosas, alentadores y dignas y, ¡me vale cualquiera!, ¡imagina el desespero!
"Se generosa, ten valor", querida, no se si podré ser tan amable y bondadosa de concederte tan altivo, costoso e inmerecido deseo pues, visto lo visto, ni soy tan generosa ni tengo tanto valor y, lo siento, pero no perdono tan incompetente, neutro y apático resultado.
Soñar..., imaginar, generalmente con placer, una cosa que es improbable que suceda, que difiere notablemente de la realidad existente o que sólo existe en la mente pero que, pese a ello, se persigue o anhela.
¡Déjanos soñar e imaginar, anhelar e inventar y no vuelvas la fantasía veraz y realista que fastidias todo su atractivo, valor y hechizo!
Buscaba embrujo/halle nulidad, acudí con esperanza/salí devastada, deseaba dulce canto de pájaros que permitiera volar a mi alma/tuve que conformarme con complacer a una vista -los oídos, extenuados de palabras remilgadas, ni caso- cuya deliciosa fotografía y colorido vestuario tampoco compensa el robo imperdonable de un hermoso cuento infantil vuelto pesadilla de ornamentación de oro pero contenido de paja.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lou
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silanvic

   Vista la película este finde, estoy un poco de acuerdo con todos, aunque eso sea difícil, pues hay opiniones diferentes.
   La película no sorprende porque nos sabemos la historia de memoria y Kenneth no introduce nada nuevo, excepto alguna cosilla minúscula. Por lo tanto, hay momentos en que es cierto que aburre un poco.
  Pero, por otro lado, la fotografía, la música, el vestuario, la puesta en escena... todo está tan cuidado que tiene momentos preciosos. La escena del baile en palacio me encantó, por ejemplo. Y la transformación de la carroza, etc, también.
   No sé si es una película para niños, para mayores, ambas cosas o ninguna y si me pongo a analizar verdaderamente si me ha gustado o no, me sale que a ratos si y a ratos no. Supongo que esto ya dice mucho.

   Le pongo un 5,5
   
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Turbolover1984

El cuento ya conocido (como cabía esperar) muy bien adaptado a carne y hueso. Sin sorpresas ni para bien ni para mal, siendo una buena película que rinde en todos sus aspectos aunque tampoco deja huella o es realmente especial por alguno de ellos.

Un 6
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marcosluna

La vi con mi primita y a ella le gusto, para mi nada nuevo, es un 6.
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jorgerll

Bastante entretenida, sobre una historia hecha es difícil sorprender.

6/10  :guay
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