Walesa, la esperanza de un pueblo

Iniciado por reporter, 02 de Enero de 2015, 08:08:47 PM

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Walesa, la esperanza de un pueblo


SINOPSIS: Durante las represiones de las autoridades comunistas contra los trabajadores en Gdansk en 1970, Lech Walesa, un obrero del astillero, decidió no seguir las normas marcadas y empezó una revolución, que no sólo significaría el final de la dictadura en Polonia, sino que además haría tambalear la Unión Soviética.

CRÍTICA: El hombre detrás de la historia

La próxima vez que algún listillo (porque son lo que son) se le acerque y le diga que Hollywood está acabado, que la fiebre de remakes, reboots, secuelas, precuelas, spin-offs y biopics en la que está inmerso es un síntoma inequívoco de lo acabada que está su industria en tanto que a Factoría de Sueños con una creatividad desaparecida en combate, recuerde que lo que en realidad le está pidiendo (a gritos) este individuo, es un guantazo que le devuelva, de una puñetera vez, a la realidad que abandonó hace tanto tiempo. Lo que sea, antes de enzarzarse en otra estúpida batallita en pos del honor herido de una manera de hacer cine donde prima más la personalidad, el riesgo, la valentía... en definitiva, el gusto por lo auténtico. Europa Vs USA, luchen a muerte. Por enésima vez... mientras los que todavía guardan unos pocos gramitos de cordura observan el espectáculo, cada vez con más indiferencia, cabe añadir.

Y... ¿De qué hablábamos? De cómo de los biopics no se libran ni en Polonia, por ejemplo. De esto mismo. Importante, no lo vean como signo de debilidad, sino más bien como otra manera de (re)escribir la historia, tan lícita como podría serlo (y es sólo un ejemplo), una serie de artículos periodísticos. Al fin y al cabo, si los malditos yankees usaron el séptimo arte para construir el cuerpo mitológico que la época histórica (en la que se dio tanto su nacimiento como posterior desarrollo) parecía haberle negado a su amada nación, ¿cómo no íbamos a probar suerte, sus súbditos, con la misma táctica? 'Walesa, la esperanza de un pueblo', empieza con un cara a cara registrado (entre la estrella principal de la función y, precisamente, una periodista) que va a dictar el repaso de los episodios más relevantes en la vida del famoso político polaco Lech Walesa, y que al mismo tiempo va a estructurar la narración de la propia película. Suena complicado, pero realmente es una jugada de lo más conservadora.


Estamos, para entendernos, ante otro biopic. Uno más. Y nada nuevo (al menos desde la perspectiva estrictamente cinematográfica) bajo el sol que nunca entra en la sala de proyección. Así pues, estamos de nuevo ante los peligros de casi siempre que nos aventuramos en estos territorios tan familiares. Primero, el de la pérdida total de una objetividad sacrificada en nombre de una causa (normalmente, la de la oda) dedicada a una persona a la que inmediatamente se le priva de dicha condición para convertirse, también en un abrir y cerrar de ojos, en el personaje más estereotipado. Segundo (y no último), el que el narrador, que seguramente habrá llevado un trabajo de campo encomiable antes de atreverse a abrir la boca, haya perdido por el camino una de las nociones más básicas. Esto es, la de tener en cuenta, aquello que la audiencia puede / debe saber sobre la temática desarrollada.

Lo nuevo de Andrzej Wajda parece que esté siempre a punto de caer en ambas trampas. De hecho, en varias ocasiones el que no esté familiarizado con la fundación y consolidación de Solidaridad, corre el riesgo de sentirse apartado de una exposición que da cierta información demasiado por sentada. Además, asoma también, constantemente (y a la coletilla del título que nos ha llegado aquí nos remitimos), la tentación por parte del director de acomodarse en la cara más amable de su protagonista, dejando así poco tiempo para pasar (muy de puntillas) sobre todo aquello que podría llegar a incomodar. Los vicios de fábrica son, pues, un defecto con el que toca lidiar de nuevo. No obstante, Wajda compensa estas cojeras con sendos aciertos. Discretos, todos ellos, pero igualmente contundentes. Por una parte, el jugo que saca a la excelente caracterización y trabajo actoral de un omnipresente Robert Wieckiewicz, por otra, la buena comprensión del género, plasmada en una fusión más que convincente del material de archivo con la recreación dramática.

Terreno de juego, éste último, ideal para que reluzca, por encima de todo, la mezcla entre la lección de historia y la radiografía íntima, ambas igualmente amenas. En otras palabras, el resultado se traduce en un más que aceptable acercamiento tanto a una época como a uno de los muchos seres humanos (ahí está la gracia, así como el verdadero reto) que la poblaron. Como era de esperar, la lucha social esconde la que verdaderamente importa a escala más pequeña (aunque no por ello menos importante, todo lo contrario): la resultante del choque entre la esfera pública con la privada. Es ahí cuando 'Walesa, la esperanza de un pueblo', adquiere más interés, al atreverse a explorar la faceta más desconocida de la celebridad, deteniéndose en los capítulos no recogidos en los libros de historia, sin complejos (que suficientes había en aquellos tiempos) y probablemente con licencias que, en cualquier caso, no desentonan en el conjunto. Como se ha dicho, sin especial gusto por la novedad. No por falta de ideas, sino por compromiso con una manera de hacer cine que, fronteras aparte, hace de lo correcto (en la presentación, en el desarrollo, en la finalización...) su más orgullosa seña identidad.

Nota: 5 / 10
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