El sueño de Ellis

Iniciado por reporter, 27 de Junio de 2014, 04:14:41 PM

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reporter

El sueño de Ellis


SINOPSIS: 1921. Ewa y su hermana Magda dejan su Polonia natal por la tierra prometida, Nueva York. Cuando llegan a Ellis Island, Magda, enferma de tuberculosis, es colocada en cuarentena. Ewa, sola y desamparada, cae en manos de Bruno, un rufián sin escrúpulos. Para salvar a su hermana, Ewa está dispuesta a aceptar todos los sacrificios y se entrega resignada a la prostitución. La llegada de Orlando, ilusionista y primo de Bruno, le da confianza y esperanza de días mejores. Pero eso era sin contar con los celos de Bruno.

CRÍTICA: Producto de un director

A casi nadie le gusta admitirlo pero no por ello deja de ser una verdad como un templo. Pongamos, por ejemplo, el festival de Cannes. En la considerada como la Meca del cine de autor es donde, supuestamente, se valora más al cine como arte. Como vía de libre expresión para que aquellos seres de cerebro y alma privilegiados puedan compartir con el resto de mortales el contenido de sus mismísimas entrañas. Sin embargo, nadie puede negar que buena parte del poder del certamen de certámenes sea debida al excelente funcionamiento de su mercado. Compras, ventas y otros -necesarios- atentados contra el romanticismo. Y es que resulta (y ahí está tanto la trampa como el encanto de este juego perverso) que el cine también es técnica, y ésta no sale precisamente barata. De hecho, ningún arte escapa a esta dicotomía, pero es en el ''séptimo'' donde los costes de producción se disparan tanto (por mucho que la revolución digital haya democratizado un poco más el panorama) que la convivencia con el mecenas se convierte en un peaje en el que no vale el ''no quiero pagar''.

En determinados círculos, el cine comercial (una de las muchas redundancias no admitidas de nuestros tiempos) es un motivo de mofa para remarcar una superioridad que en realidad no existe. La figura del productor es obviamente el diablo. Aquella alimaña a la que se tendrá que vender el alma a cambio de la posibilidad de un proyecto que, por otra parte, muy probablemente va a ser mancillado. Y así, la historia del cine podría escribirse haciendo un repaso minucioso de los piques entre directores y productores, porque en la relación entre estos dos entes condenados a entenderse se ve de la forma más clara que casi todas las películas nacen de la lucha entre arte e industria. Si no llega el entendimiento, a veces gana un bando y a veces el otro. Así de sencillo. Casi 75 años después, el ejemplo más claro e ilustrador sigue siendo el de 'Lo que el viento se llevó'. Por encima de Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood y alguna que otra víctima más, aquella película llevaba la firma del más grande de todos, aquel con el que no se podía discutir, el mismo que siempre lograba imponer su criterio. La verdadera autoría de la legendaria adaptación de la novela de Margaret Mitchell cabe atribuirla al que se rascaba el bolsillo, a David O. Selznick, quien hizo y deshizo hasta que le quedó la película con la que él -y nadie más- había soñado.

Desde hará ya más de una década (en caso de duda consulten los últimos ganadores de los Oscar) el trono del Gran Tirano lo ha ocupado, junto a su querido hermano, y gestionado con mano de hierro el co-fundador, de Miramax y The Weinstein Company: Harvey Weinstein. Repasar ahora sus tropelías por todos los festivales, entregas de premios y rodajes en los que posteriormente se ha disparado el consumo de prozac, sería redundar en lo de sobra conocido. Lo importante en Cannes, por ejemplo, es que en su 66ª edición, una de las más brillantes que se recuerdan, también hubo hueco para las decepciones... porque con el dichoso conflicto nos topamos de nuevo. La gran presentación de de aquel día en la Sección Oficial a Concurso, 'The Immigrant' (aquí, 'El sueño de Elis', por supuesto), venía apadrinada por el gran Harvey. La nueva película de James Gray tenía el encanto apriorístico del propio nombre de su director, quien se había mantenido en la sombra después del estreno, cinco años atrás, de la estupenda 'Two Lovers' (la que tenía que ser la última película de Joaquin Phoenix, ¿recuerdan?).


Una de las voces más injustamente olvidadas del cine norteamericano contemporáneo volvía a la carga con un drama ambientado en la década de los no-tan-felices años veinte en Estados Unidos y con el telón de fondo del drama de la inmigración. Ewa llega de Polonia, junto a su hermana tuberculosa, a la tierra de las nuevas oportunidades. Atrás queda el horror del viejo continente, arrasado por la Primera Guerra Mundial. Por delante, una vida cargada de renovadas esperanzas. Pero la Estatua de la Libertad no recibe con los brazos abiertos a sus nuevos hijos. Los sueños de Ewa van a topar con la intransigencia e intolerancia de las autoridades y de la sociedad en general, que van a separarla de su hermana y a dejarla a merced de Bruno y Orlando, dos primos que componen una dupla peligrosamente inestable.

Los bajos fondos y sus negocios más turbios enfocados, como era de esperar, desde el prisma de la familia, que una vez más se descubre como eje vertebrador genérico. Sobre el papel, están dispuestos todos los elementos para que Gray se vuelva a lucir... pero hay un inconveniente: el enemigo juega en casa. Harvey Weinstein le hace a su empleado un ''Lo-que-el-viento-se-llevó'', solo que los resultados aquí son desastrosos. Tirando de exageradísimos tonos sepia, 'El sueño de Ellis' recrea con mínima corrección el Nueva York que se preparaba para la opulencia (para algunos...) de los años posteriores y nos sumerge en un melodrama alimentado por un triángulo amoroso que simplemente no funciona en ningún momento. Marion Cotillard (que en aquella edición de le Festival se abonó al papel de prostituta extranjera que ejerce en los Estados Unidos) se debate entre el aparente cobijo de un irascible Joaquin Phoenix (la pregunta de hasta qué punto llega la actuación vuelve a ser lícita) y la muy risible ternura de un Jeremy Renner al que últimamente le está costando horrores dejarse caer en una película buena.

Moviendo los hilos está, de cara a la galería, James Gray, pero la sospecha de que el maestro titiritero es en realidad Harvey Weinstein es demasiado pestilente como para no tenerse en cuenta. La sutileza, la elegancia en la puesta en escena y la capacidad para sacar lo máximo de cada de uno de sus actores, principales rasgos distintivos en la obra de Gray, se desvanecen detrás de la cortina. Cuando ésta vuelve a descorrerse aparece ante nuestros ojos una tonta función de teatrillo de barrio en la que cada momento álgido; cada golpe fatal se subraya hasta niveles insultantes. Las notas de violín dibujadas en el pentagrama buscan constantemente la lágrima (y el premio) fácil y los personajes, si es necesario, nos recuerdan en voz alta y entre lloriqueos, lo terriblemente complicada que es su existencia. El conjunto, de una técnica más que correcta, se hace tan autoconscientemente contundente que desaparece cualquier posible esperanza de empatía.

No es una película de James Gray, si acaso es el producto de un James Gray convertido, a manos del mandamás, en lo que en su día fuera Lasse Hallström: un mero adaptador fílmico de la peor tradición dramática dickensiana. Aquí se ha venido a llorar y a aplaudir. Por decreto. Porque toca. Porque el reconocimiento académico lo justifica todo. Y no se hable más. Todo esto por obra y gracia de Harvey, el empresario adicto al efectismo más premiable, el productor que casi siempre se carga al autor, el aspirante a director que en la prácticamente desaparecida de la faz de la Tierra (¿por qué será?) 'El caliente otoño del 86' ya demostró ser uno de los peores realizadores de la historia. Llevando la cuenta, en 'El sueño de Ellis' se ven muchos tics de Weinstein... y casi ninguna virtud de Gray. Qué pena. El resultado: un desastrillo en el que todo es obvio; todo es artificial. En el que todo son impedimentos a la hora de despegar.

Nota: 4 / 10
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Yeezus

Cuando se le presenta una película al espectador, en lo primero que se fija éste sin ningún tipo de duda con el primer frame es en la ambientación. Normalmente, sobretodo en las cintas de acción, la localización a donde se traslada y sitúa la acción viene muy concretamente detallada en una de las esquinas de la pantalla, aunque a veces también podemos encontrar solamente el tiempo, en años o siglos, para entrar en un juego de despiste temporal con el espectador desde el comienzo de la cinta. En este caso que nos atañe, la película se "comporta" con aquel que la visiona pues nos dice, por letras y por mera lógica (uno ve la Estatua de la Libertad y sabe que eso no es El Congo) que estamos en la Nueva York de 1921, o lo que es lo mismo, una de las épocas más congestionantes en la resfriada memoria americana. 

Una comparación preciosa y muy reveladora con respecto al tema de la ambientación podría ser la de ésta "The Immigrant" con la inolvidable adaptación llevada a cabo por el singular Baz Luhrmann de la suculenta novela de F. Scott Fitzgerald "El Gran Gatsby" protagonizada por Leonardo DiCaprio. Mismo siglo (s. XX), misma década (años 20), misma ciudad (Nueva York) pero diferentes estamentos. Mientras ésta última se encarga de ensalzar la alta, rica y festiva sociedad neoyorkina casi más que de cuidar el propio guión, la primera se enfrasca en colores pálidos, tonos sepias y dilatadas hasta supurar la pantalla de negro y oscuridad para retratar la dureza del barrio de la clase medio-baja repleto de inmigrantes que se agolpan en el símbolo de esperanza que representa la Isla de Ellis como la protagonista del film, Ewa, a la que pone rostro Marion Cotillard. Esto es uno de los pocos aspectos donde la película aprueba sin problemas. ¿Porqué pocos aspectos? Por razones meramente obvias como la de su terrible montaje. 

Al igual que le pasase a la última ganadora del Óscar a Mejor Película, "12 Años de Esclavitud", el principal problema que presenta la nueva película del director James Gray es su fatalidad a la hora de ensamblar las piezas de este engranaje. Entre el paso de una escena a otra pueden haber pasado fácilmente 2 meses, y lo único que lo intenta ocultar es un triste fundido a negro como si de una función teatral de baja calidad se tratase. Y lo peor es que se reincide en el error, provocando evidentes fallos de lógica temporal que o bien se cometen por omisión del trabajo bien hecho o bien por una mano ajena que responde al nombre de Harvey Weinstein, aunque no será esta crítica la que se encargue de entrar en eso. El caso es que el error se repite y horroriza el relato, haciéndolo exasperante, aburrido y sin ningún tipo de mordiente o interés en diversos y concurridos tramos del mismo. Lo más lógico es refugiarse en el guión y la calidad de la historia como propuesta narrativa como en el reparto donde 2 nombres relucen por encima del bueno de Jeremy Renner, que estará esperando como agua de mayo las reacciones a su "Kill The Messenger" porque es un quiero y no puedo lo suyo con el drama. 

Y es que ni siquiera aquí brilla siendo a priori su punto más fuerte. Una historia que se ve a la legua que tiene un contenido emocional que pinchando en el sitio acertado es capaz de producir una respetable cantidad de agua lacrimógena se pierde en el más inofensivo de los vacios, es un insustancial vacuo y pasa a ser de los más desaprovechables relatos dramáticos que se recuerdan de los últimos años. Esta película dirigida por Steve McQueen sería sin dudarlo uno de los dramas de la década, pero el Destino quiso que James Gray, su socio Ric Menello, Harvey Weinstein or whoever la tirasen a la más absoluta nada. La pérdida de potencial es tal que ni incluso dos estrellas de la talla de Marion Cotillard o Joaquin Phoenix consiguen levantar el show. La primera se muestra demasiado inocente, demasiado dramática, bordeando la sobreactuación y encima sus palabras pueden ser fácilmente 30 en toda la película. Una pena más que añadir a la lista, la cual se incrementa con la suficiencia descarada de Joaquin Phoenix, quién da la sensación de hacer la película con las manos sobre la cabeza. Sólo en el epílogo vemos al auténtico Joaquin Phoenix en una escena memorable. 

Memorable porque por fin vemos el cara a cara esperado por estas dos figuras de la interpretación, porque esta vez sí el dramatismo rebosa la pantalla y se adueña de nuestros corazones, porque Joaquin Phoenix se ha remangado la camisa y ha decidido hacer acto de presencia tras 110 minutos de vulgar actuación acorde a su nivel, porque finalmente sí se nota la mano poderosa de Gray para revitalizar las sombras y los claroscuros en una escena, y porque sin ninguna duda el plano final es pura poesía visual. Es una página reconfortante de lectura literario-cinéfila en la gran pantalla, un lienzo sobre el que dibujar un retrato digno de la mano y muñeca del maestro Caravaggio. Una simetría perfecta del adios, una simbiosis de la despedida que mezcla dolor y resignación con respiro y libertad. La más bella de las imágenes guardada en una caja que ni sabíamos que estaba ahí y que por sorpresa nos la han abierto para al menos dejarnos con una sensación de estupefacción que logra encerrar un poco el pesar acumulado durante toda la película. No le vale para aprobar, pero merece la pena ver eso en el cine. Magia.



That´s what I say.
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Wanchope

Cita de: reporter en 27 de Junio de 2014, 04:14:41 PM
Y así, la historia del cine podría escribirse haciendo un repaso minucioso de los piques entre directores y productores, porque en la relación entre estos dos entes condenados a entenderse se ve de la forma más clara que casi todas las películas nacen de la lucha entre arte e industria. Si no llega el entendimiento, a veces gana un bando y a veces el otro. Así de sencillo.

Cuanta razón, y 'Lo que el viento se llevo' es el ejemplo más claro.  :si

Cita de: reporter en 27 de Junio de 2014, 04:14:41 PM
Spoiler
No es una película de James Gray, si acaso es el producto de un James Gray convertido, a manos del mandamás, en lo que en su día fuera Lasse Hallström: un mero adaptador fílmico de la peor tradición dramática dickensiana. Aquí se ha venido a llorar y a aplaudir. Por decreto. Porque toca. Porque el reconocimiento académico lo justifica todo. Y no se hable más. Todo esto por obra y gracia de Harvey, el empresario adicto al efectismo más premiable, el productor que casi siempre se carga al autor, el aspirante a director que en la prácticamente desaparecida de la faz de la Tierra (¿por qué será?) 'El caliente otoño del 86' ya demostró ser uno de los peores realizadores de la historia. Llevando la cuenta, en 'El sueño de Ellis' se ven muchos tics de Weinstein... y casi ninguna virtud de Gray. Qué pena. El resultado: un desastrillo en el que todo es obvio; todo es artificial. En el que todo son impedimentos a la hora de despegar.
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Esto es lo malo de trabajar para los Weinstein y no llamarse Tarantino...
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Beyond

Pues a mí me ha gustado moderadamente. En este caso estoy más de acuerdo con las críticas de los medios norteamericanos que con las que estoy leyendo en nuestro país. A mí me gusta bastante la interpretación de Marion Cotillard, aunque si tuviera que criticarle algo sería más su contención en ciertas escenas que su sobreactuación en otras, haciendo que le haya quedado un personaje algo soso, más aún si lo comparamos con otros papeles recientes suyos, llenos de emotividad y pasión.

Tampoco me parece justo criticar a esta película por recurrir a determinadas escenas para buscar la lágrima fácil, ya que eso sería como criticar a una comedia por meter chistes, a una película de acción por introducir disparos o a una película de terror por querer asustarnos. Eso sin contar que algunas de esas secuencias logran perfectamente su cometido, especial mención para la última escena, que realmente es sobrecogedora.

No obstante, también tiene defectos evidentes. No me creo el triángulo amoroso, algunas partes de la trama me parecen algo inverosímiles y el argumento peca de ser poco imaginativo, convirtiendo la historia en una de más de tantas.

Mi nota inicial es de 7,5/10.
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Yeezus

Cita de: Beyond en 29 de Junio de 2014, 02:01:21 PM
Pues a mí me ha gustado moderadamente. En este caso estoy más de acuerdo con las críticas de los medios norteamericanos que con las que estoy leyendo en nuestro país. A mí me gusta bastante la interpretación de Marion Cotillard, aunque si tuviera que criticarle algo sería más su contención en ciertas escenas que su sobreactuación en otras, haciendo que le haya quedado un personaje algo soso, más aún si lo comparamos con otros papeles recientes suyos, llenos de emotividad y pasión.

Tampoco me parece justo criticar a esta película por recurrir a determinadas escenas para buscar la lágrima fácil, ya que eso sería como criticar a una comedia por meter chistes, a una película de acción por introducir disparos o a una película de terror por querer asustarnos. Eso sin contar que algunas de esas secuencias logran perfectamente su cometido, especial mención para la última escena, que realmente es sobrecogedora.

No obstante, también tiene defectos evidentes. No me creo el triángulo amoroso, algunas partes de la trama me parecen algo inverosímiles y el argumento peca de ser poco imaginativo, convirtiendo la historia en una de más de tantas.

Mi nota inicial es de 7,5/10.

A lo primero, tiene escenas de más suspiros y de gritar "noes" que de hablar como Joaquin Phoenix en la última que se le está saliendo el corazón por la misma boca.

A lo segundo, si me la vendes como drama, te la voy a criticar como tal si no me lo parece. Para mí falla y mucho en dar la sensación de sobrecoger (la historia es dura de por sí). No es como por ejemplo Incendies, que ni de lejos la ves venir y te golpea como si tuvieses enfrente a Manny Pacquiao vestido de niño de 5 años.

Y a lo tercero, yo no me creo nada xd.
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Wanchope

Por lo general James Gray siempre me ha parecido un realizador demasiado frío, distante. Y 'El sueño de Ellis' no es la excepción, un filme muy contenido y formalmente inmaculado al que le falta un punto de nervio. Todo es sumamente correcto, racional, filmado con gusto pero sin verdadera pasión, por lo tanto carece de emoción. Por no mencionar que su guión hubiera necesitado de alguna que otra reescritura, dos horas se antojan excesivas por más que no le falte convicción y alguna que otra escena reseñable.

Un filme sencillamente correcto, que no arriesga y que tan pronto se ve como tan pronto se olvidará. Un 6, que viene a ser más o menos lo de siempre con Gray.
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