Capítulo 4 " Venganza".

Iniciado por juanluis, 05 de Septiembre de 2012, 11:54:43 PM

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juanluis

  Os dejo el capítulo 4 y los enlaces a los tres anteriores. Gracias por vuestra lectura.

  Capítulo 1 http://www.elseptimoarte.net/foro/index.php/topic,23020.0.html

  Capítulo 2  http://www.elseptimoarte.net/foro/index.php/topic,23046.0.html

  Capítulo 3  http://www.elseptimoarte.net/foro/index.php/topic,23075.0.html






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- ¿ De verdad que no te irías a China?, me preguntó.
- No, y menos trabajando para mi padre. Seguro que en el trayecto de ida vas pensando en ver la La Gran Muralla, en aprender algún arte marcial, visitar el Tibet, y en el rico intercambio cultural del que sería testigo y parte. Pero, ¿sabes una cosa?, mi padre exprime hasta la saciedad, y te puedo asegurar que los que trabajan , en una forma u otra con él, se ganan con creces hasta el último céntimo. No. En pocos meses estaría hasta las pelotas.  ¿ Tú te irías?.
- Con los ojos cerrados.
- ¿ Y por qué no has dicho nada?.
- No sé , me ha dado vergüenza.
  ¡ Bien!, le ha dado vergüenza. Ya sólo me queda que deje los porros y la cocaína, y no haga tan buenas mamadas.
. Además, quiero acabar la carrera, antes de trabajar en nada.
-  Por cierto ,¿ Cuando tienes el examen?.
- El 7 de septiembre. Lo apruebo y se acabó. Una licenciada más.
- Tampoco te tendrías que ir a China ya .
- Tienes razón , pero también te he dicho que me daba vergüenza.
     Durante el trayecto hasta mi piso, nos quedamos callados. Anocheció justo al entrar en la ciudad, y me encontraba realmente relajado al volante.
- ¿ Pillamos algo de coca?, me preguntó de pronto. Evidentemente me entraron ganas de decirle, " tu no te metes nada, porque no me sale de los cojones". Pero en el preciso instante en que dijera eso, ella se bajaría del coche , anularía su sonrisa para toda la eternidad cada vez que me mirase; y eso suponiendo que volviera a mirarme, y  simplemente se liaría con otro en menos de un mes. Y lo peor de todo es que aquí había dos victimas, ella que no tiene más remedio que defender sus deseos, y no sabéis hasta que punto admiro a las mujeres valientes; y yo , preso de unas ideas que se apoderan de mi voluntad sin  haberlas escogido. Cuando piensas que al multiplicar, si cambias el orden de los factores se altera el producto, basta con que un profesor de matemáticas te diga " el orden de los factores no altera el producto", y te desprendes de tu idea errónea con una facilidad, que sería escalofriante si pudieras hacerlo con tus ideas morales. Las mujeres necesitan siglos y siglos, para poder vengarse de lo que han sufrido y sufren. Recuerdo una vez, que estaba tirándomela a cuatro patas, y me entro un éxtasis hippie. Fue increíble. Pensé en todos mis amigos desfilando por la puerta y follándosela uno a uno, mientras yo con el pecho henchido y loco de contento, me ponía a bailar por la habitación, y  a abrazar a mis amigos. Pues ese momento, que puede resultar cómico o depravado, me procuró un maravilloso instante de felicidad.
- ¡ Pues claro!, le dije. Giré el volante en la primera esquina , que me permitió escoger el camino más corto hacía el lugar donde solía pillar. ¿ Tienes dinero?. Le pregunté.
- ¡ Sí , no te preocupes!.
       Conforme pasábamos calles, la calidad de los edificios iba descendiendo. Llegamos a la calle en cuestión, y aparqué el coche en una esquina. Me dió el dinero , y bajé. Comencé a andar hacía el piso. Siempre me ponía nervioso cada vez que iba a pillar. No me quitaba de la cabeza que me  fueran a engañar. La verdad es que nunca lo habían hecho, pero me pasaba continuamente. Entré en el portón, y subí hasta el tercer piso. El ascensor llevaba estropeado desde la primera vez que fui . Toqué la puerta, pero no me abrieron. Insistí durante unos minutos pero nada. Bajé , y al salir a la calle, un jonkie se me quedó mirando.
-¿Que vienes del tercero?. El Pedro está cuando le sale de las pelotas. Luego se queja de que algunos no vengan jamás. Si quieres yo puedo pillarte . Esto ya me había pasado varias veces, y como dije nunca me habían engañado. Pero siempre me pasó sólo, nunca con una mujer ante la que no quería quedar como un soplapollas al que tima un jonkie de tres al cuarto.
- ¡Venga vamos!, le dije al instante.
-  No, no, tengo que ir yo sólo. Este supuesto ya no era tan habitual. Sólo me pasó una vez , y fue con un jonkie ; al que se le notaba a leguas su falta de maldad. Sólo se le veía desesperado por ganarse el par de euros que le prometí, pero su forma de hablar , su rostro ; me invitaban a confiar en él. Y no me equivoqué, aunque tuve la mala suerte de que tuvo que ir a tres sitios distintos hasta que encontró la cocaína. Lo esperé una hora , en la cual se iba acrecentando mi idea de que me había dejado tirado, pero apareció corriendo, con la lengua fuera,y gritándome que era un tipo honrado. Pero este tenía pinta de ser bastante más peligroso que el anterior.
- ¿ Y por qué?.
- Porque me lo vende una que vive con sus padres, y no le gusta que entre ningún cliente, por si empieza a quejarse de si el gramo es corto, o cosas por el estilo.
   Estos cabrones saben más  que el hambre. No sabía que hacer. Pensé en ir a preguntar a Lucía, pero el maldito examen que pasaba a diario sobre si ella pensaba esto o pensaba lo otro, me decía que tenía que solucionar el problema sólo, pero ¡¿Qué problema?!. Sólo tenía que haber ido y decirle. " ¡ Oye rica!, el Pedro estará en Colombia llorándole a Pablo Escobar, o vete a saber donde, y hay un jonkie con una cara de hijo de puta monumental, que dice que nos puede pillar , pero que tiene que ir sólo. Si le doy el dinero ya te digo que nos podemos ir  ,porque ese cabrón se lo va a fundir todo en heroína. ¿ Que hago?. Es tu dinero". Eso es lo que debí hacer, pero un imbécil es un imbécil.
-   ¡ Esta bien!, pero no me engañes. Ingenuidad pura. Lo dije con voz infantil. ¿Por qué será que cuando uno cree que no se droga lo suficiente tiene que actuar como un auténtico subnormal?. El tipo cogió el dinero con la rapidez de estos brazos mecánicos que aparecen en los documentales o noticias sobre fábricas de coches. Se iba alejando hacía la esquina y se le notaba que aceleraba el paso para salir corriendo cuando la doblase. Y allí me quede con cara de gilipollas sabiendo que a ese no me lo cruzaría nunca más en la vida. Agache la cabeza, e hice un último esfuerzo por confiar en él. Pero nada. Sólo me quedaba el consuelo de que al menos muriese esa misma noche de sobredosis. Me fui ciertamente desencantado, y debí decirle a Lucía mi desconfianza, ella me quería , y no iba a decirme que un tipo duro jamás era engañado por un muerto de hambre como aquel; pero no vertí mi tristeza sobre ella, ya que lo único que me importaba era que a pesar de todo, volviese con la coca, y que mi saber moverme en estos círculos  quedase intacto.  Entre en el coche.
-   ¿ Lo tienes?.
-   No.
-   ¡ Vaya por Dios!,  ¡ vamos a otro sitio!.
-   No, le he dado el dinero a un jonkie, que dice que va a pillármelo en casa de una, que por lo visto vende en el piso de sus padres, y no pueden entrar los clientes por si arman algo de jaleo. Su cara se puso seria, pero ni una pizca de ira en su expresión. De hecho no estaba pensando en mí. ¿ Como iba a pensar en mí ?, si me quería. Estaba calibrando las posibilidades de que hubiese coca o hurto. Tenía pinta la cosa de estar al cincuenta por ciento, para ella. Para mí ,no había color. Ese cabrón estaba ya flotando en algún lugar abandonado. Pasó media hora, durante la cual ella estaba reclinada en el asiento, hablando cálidamente sobre nosotros. La verdad es que era fantástica. De vez en cuando se incorporaba, y me besaba. Le importaba un pimiento el jonkie, pero yo no pensaba en otra cosa.
-   ¿ Como va vestido el jonkie?. Me preguntó.
-   Pues.... No me esperaba la pregunta .¡ Imagínatelo!. Un chándal rojo que le compró su madre hace veinte años, y una camiseta blanca publicitaria. Lucía se bajo del coche y fue a la esquina de la calle donde le di el dinero, y se quedó unos minutos mirando. Volvió al coche con la cara más tranquila del mundo. Yo evidentemente pensaba que por sus pensamientos cruzaba algo así como, " menudo idiota tengo por novio", pero no pensaba en nada de eso.
-   Este, parece que  no viene.¿ Que hacemos?.  ¿Vamos a pillar a otro sitio?. Me di cuenta entonces de lo que podría sentir por mí. Para ella ,simplemente atacarme a mí , era atacarla a ella . No quiero soltar una frase profunda que sintetice ese manantial inabarcable que es el amor, porque no soy poeta, ni psicólogo, y además, no me siento frustrado por no expresar lo que siento, porque me llena sentir. Sólo quiero incidir en el tópico de que dos sean uno. Pues sí, el hijo de la gran puta del jonkie, se había quedado el dinero de mi novia, y seguro que si en ese momento yo hubiese sido el emperador del mundo, hubiese puesto a todo mi ejército a buscarle; y no creo que lo matase , pero lo hubiese atado a la silla y le hubiese pegado un par de guantazos; y cuando digo guantazos me refiero a darlos con la mano abierta y no con el puño cerrado; porque tiene más gracia.
      Bueno, pues no sabía que decir, y me quedé callado;  ella insistió en que fuéramos a otro sitio, y a otro sitio fuimos. Paramos en un cajero, sacó más dinero, y para otro barrio marginal.  Y, nos o lo vais a creer, pero estuvo a punto de pasar lo mismo. Bajé del coche ,  otro maldito camello ausente, y otro jonkie de guardia en la calle; y por supuesto el mismo  gilipollas dándole el dinero al jonkie; pero este me dio mejor espina , aunque el tiempo que tardó, lo pasé francamente mal. Vino rápido con la coca, y por lo menos mi inquietud acabó parcialmente allí; porque esa noche empezó el principio de lo que realmente quiero contar. Fuimos a mi casa. Álvaro por supuesto, fumando porros, bebiendo cerveza; con la frescura del que acaba de empezar, pero seguro que llevaba todo el día liado; y Lucía feliz de verle. Se sentaron al lado el uno del otro. Ella sacó la coca sin pedirme permiso por supuesto, y allí se pasaron cuatro horas hablando  de juergas, música alternativa, y todo lo que les venía a la cabeza. Lucía me dirigía la palabra de vez en cuando, yo respondía con frases cortas, porque me estaba viendo venir que esto dos acabarían liados; y él también me miraba de vez en cuando, siendo plenamente consciente de lo que se me estaba pasando por la cabeza, y yo le sostenía la mirada siendo plenamente consciente de que yo sería un obstáculo, sólo si ella así lo quería ; porque en cuanto tuviera oportunidad, le iba a meter la lengua hasta la primera cuarta parte del esófago, la iba a poner a cuatro patas como a una auténtica perra, iba a recibir con completa alegría sus mamadas, y le comería la esencia de la pulpa del cogollo del centro del clítoris, por no decir el mismísimo coño; y es que si uno no lo piensa así, no duele. Pues bien, no sé en que momento de  la semanas posteriores, ella empezó a pensar que aquella inocente alegría que flotaba en el ambiente para ella, porque para Álvaro de inocente tenían un  pimiento, se estaba tornando en atracción hacía mi compañero de piso; pero ocurrió unos cuatro meses después de este día que os he contado, en el que mi padre desnudaba con su mirada a  mi novia, un jonkie se quedo con el dinero de mi novia; y un supuesto amigo comenzó a convertirse en la futura pareja de mi novia. Así que un día me citó en una cafetería y me soltó que estaba viéndose con él y que quería cortar conmigo. Me dijo que surgió de pronto sin ella poder evitarlo, y que pensaba que iba a ser sólo una vez , pero que la cosa se empezó a liar; y cada vez le gustaba más él , hasta el punto de estar completamente enamorada. Yo comencé a reprocharle su actitud, cada vez con mayor vehemencia, ella me comprendía y agachaba la cabeza, pero cada vez que yo insinuaba algo así como que no tenía derecho a hacer aquello, sobre todo si mis razones se fundaban en algún presupuesto machista, se defendía completamente, porque después de todo hiciera lo que hiciera con su vida y su cuerpo era de principio a fin algo en lo que yo no tenía nada que ver. Al llegar a casa, Álvaro me confirmó lo que ya me acababan de explicar. No tenía nada que hablar con él. Me puse mi mejor máscara, y mantuve el tipo todo lo que pude. Pensé que podría olvidarlo pronto. El futuro es el único consuelo de los desesperados, pero nada olvidé , por supuesto ni a los días, las semanas, los meses y me planté de pronto en tres años desde aquello pensando en ellos. Quizás lo que agravó la situación era que ellos seguían juntos y felices. Puede que no lo fueran especialmente, como todo el mundo, que llena de sonrisas en público continuas peleas privadas; pero el hecho de mi infelicidad suponía a una pareja llena de felicidad. Ese tercer aniversario fue importante porque se casaron, y anunciaron que iban a tener un hijo. Yo ya estaba completamente entregado al alcohol y las drogas. Era un completo amargado que vivía en una habitación de un piso que compartía con un funcionario de fuera de la ciudad, y que podía pagar gracias a lo que me pasaban mis padres. No quería encontrar trabajo, y todo me daba exactamente igual. Sólo deseaba escuchar de ellos alguna fatalidad, pero claro , boda y paternidad , era lo peor que podía oír. No me invitaron a la boda, algo completamente lógico pero me lo tomé muy mal, y eso acrecentó mi odio hacía ellos, y por supuesto empeoró un poco mi estado, ya de por sí difícilmente empeorable. Tuvieron una hermosa niña, a la que vi por fotos de un amigo común, y parecían felices. Me obsesioné por completo con ella. Cuando estaba en la calle y veía a cualquier madre con una niña me acordaba de ella, y me ponía realmente furioso. Así ,si contemplaba la estampa característica de cualquier plaza donde una niña pequeña va corriendo hacía los brazos de su madre , recibiéndole con la mayor de las sonrisas, notaba que no me agradaba en absoluto ver aquello. Su niña crecía y yo seguía sólo, amargado, bebiendo y tomando drogas. Y así conocí a Esteban Mayo. Tenía treinta años, medía un metro ochenta, estaba pasado de peso, siempre mal afeitado, y vestía ropa completamente alejada de la moda. Lo fundamental era su forma de pensar, completamente nihilista. En algún  momento de sus conversaciones conmigo me dijo:
-   ¿ Te da miedo ser egoísta?.
Yo ya me imaginaba el discurrir del diálogo en caso de que dijese que sí. Soy universitario, he leído a Nietsche, y he defendido en muchas cenas que no existen valores absolutos, y que la moral es tan moldeable como  para no alzar la voz ante un asesinato o incluso el incesto. Dicho sea de paso, nunca he oído a nadie decir algo parecido respecto de la pederastia. Parece que esa posibilidad , que debe tener el  mismo beneficio que el resto de las atrocidades; perturba al mayor de los relativistas éticos. La verdad es que siempre estábamos hablando de lo mismo. Algo muy común entre jóvenes con formación universitaria que no follan, pero ese día empezaba ya a cuajar en mí una espantosa idea, así que le respondí:
-   ¿Esteban?. Después de tantas conversaciones que hemos tenido sobre el bien y el mal; dime una cosa, ¿ todo ha sido puramente teórico?; o te has atrevido alguna vez a hacer algo de todo esto que hablamos.
Su  rictus entrañaba sorpresa. Mi tono de voz sé que sonó gélido, e intuyó que no le iba a decir ninguna tontería.
-   Bueno, comenzó con una voz un tanto débil. Yo creo que he logrado no sufrir mucho cuando me he sentido culpable por ejemplo al despreciar a alguien, o he defendido sin vergüenza el aborto a pesar de que reconozco que en el momento de la concepción se inicia un proceso vital irreversible que conduce necesariamente a la vida de un ser humano; pero si me hablas de asesinato, pues elijo no asesinar sin mayor problema, y si te soy sincero si tendría remordimientos si lo hiciera ; pero estoy plenamente convencido que asesinar no tiene un contenido moral. No creo que para ello deba matar. ¿ Por qué lo preguntas?. Lo has dicho con tanta firmeza que me has asustado.
-   ¡ Quiero hacer mucho daño a alguien!.
-   ¿ Y por qué?. Me preguntó.
-   ¡Porque estoy amargado!. ¡ Muy amargado!, y pegué un puñetazo en la mesa. Los de la mesa de al lado me miraron unos segundos, y luego volvieron a hablar entre ellos. Esteban se quedó callado. Percibía que algo serio pasaba.
-   ¿ Me lo quieres contar?. Me preguntó. Me quedé callado. Muy bien, no te voy a insistir. No sé lo que te ronda exactamente por la cabeza, pero ten mucho cuidado con lo que haces, porque se te ve fuera de sí. Supongo que esta amargura tendrá que ver con la vida tan desordenada que llevas. ¡ Ten cuidado César!. Volví  a quedarme callado , y el volvió a insistir," ¡ ten mucho cuidado con lo que haces! ".
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