Capítulo 1 " Venganza"

Iniciado por juanluis, 29 de Agosto de 2012, 03:44:19 AM

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juanluis

   Come dije en otro tema voy  a publicar un nuevo relato, que se llama venganza. El próximo lo publicaré en 3 o 4 días. Gracias por vuestra lectura y espero que os guste.



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      La vi por primera vez en un bar. Ella estaba tomando unas tapas con un par de amigos, mientras yo solo a su lado bebía una cerveza. Una mujer sola con dos hombres siempre me ha resultado inquietante y osado. Uno de sus amigos, al cual yo conocía ,se giró hacía  mí y nos presentó. Ese fin de semana me volví a encontrar con ella en una discoteca. Esta vez estaba con una amiga de la cual yo sabía que era bastante fácil. A las primeras de cambio me preguntó si salía con alguna chica. Yo  le dije que no; pero esta nueva naturalidad con que se mostraba unida a la promiscuidad de su compañera, volvió a ponerme nervioso. Me invitó a bailar y me sentí suelto y dueño de mi cuerpo en la pista de baile. Su amiga ya se había ido con un chico, y yo no paraba de pensar en que aquella noche acabáramos los dos en la cama. Al salir de la disco, nos fuimos a tomar un bocata en un establecimiento cercano. Después la acompañé a su casa. Vivía con dos estudiantes; un  chico y otra chica ; acumulando más tensión esta noticia ; ya que jamás se me han dado bien las mujeres que se revuelcan con tranquilidad en un lodazal dionisíaco. Pero quería seguir con aquello, porque me atraía inevitablemente.  Me invitó a subir, y vimos amanecer en su salón entre charlas sobre música alternativa y consumo de drogas. Ella fumaba bastantes porros al cabo de la semana. Muchos más que yo. Debí haberme alejado pero toda nueva noticia sobre su vida era otra vuelta de tuerca en mi atracción por ella. A las nueve de la mañana llegó su compañero de piso con una borrachera de espanto. Sin saludar se metió en su habitación, y no salió de allí al menos durante la media hora más que estuve con ella. Nos despedimos y me fui. Arreglamos una medio cita para el fin de semana siguiente. Posteriormente en mi piso de estudiantes con Álvaro ,mi compañero, estuve hablando  de ella.
-   ¿ Lucía Ramirez ?. Sí claro que la conozco. Estudia Empresariales. Es una golfa de cuidado. Yo he estado a punto de tirármela un par de veces pero creo que la borrachera no me dejaba ni proponérselo, ni acercar mi boca a la suya. ¿ Te gusta?.
-   No,no... dije defensivamente.
-   Tampoco pasa nada César, si es así. No está mal, y sobre todo hace lo que no hacen muchas a esta edad. A Julián Silva le hizo una mamada en el  baño de una fiesta.
Esa mamada me puso un poco celoso. Me la imaginaba con el pene de ese tío  , al que yo conocía pero que se convirtió de pronto en un enemigo por haber introducido su miembro en su boca. Me entraron ganas de comer , y propuse a Álvaro asar unas sardinas. Fuimos a la cocina  y yo  me ofrecí  voluntario para prepararlas.   Coloqué una sartén a fuego lento con un poco de aceite y esperé a que se calentara.
-   ¿ Te la quieres follar?. Álvaro tenía un número mayor de conquistas sexuales que yo, y no me atrevía a sincerarme con él. Pasó a formar parte de pronto, por la posibilidad de haber follado con Lucía, de un grupo de malas personas alejadas de la decencia. Estos pensamientos no podía despojarlos de mi mente. Yo luchaba contra ellos. Mi educación había sido muy conservadora, y me parecía de una justicia total ,que las mujeres tuviesen el mismo derecho a la lujuria que los hombres; pero me dolía cuando esa mujer a la que yo otorgaba tantas virtudes  genéricamente, pasaba a ser alguien con nombre y apellidos a quien yo conociera. Y era esto lo que pasaba con ella.
Cuando el aceite estuvo a punto solté sobre él las sardinas.
-   ¡Son fresquísimas!. Apunté.
-   Si tu lo dices , seguro que lo son. Yo entendía bastante de pescado, ya que mi madre me había aleccionado sobre como distinguir el pescado fresco.  Al poco estuvieron hechas, y las serví en el plato. Las comimos con un poco de vino. Y mientras miraba las sardinas recién asadas; una ligera alegría inundaba mi cuerpo. Eran unos seres francamente apolíneos. No hacían mamadas, ni fumaban porros como lo  hacía Lucía. Su carne se separaba de la espina con suma facilidad; y una sensación que uno reconoce porque siempre le acompaña a uno desde pequeño inundó todo mi cuerpo. Era un placer semejante al rostro amable y servicial de mi madre cuando era niño. Era amor y no odio lo que yo sentía comiendo aquellas sardinas. Hasta estuvieron a punto mis ojos de derramar alguna lágrima. Las mujeres deberían de ser observadas como observamos la comida. Pero en el sexo  somos depredadores del cuerpo que nos acompaña; y lo queremos todo de él. Y es este egoísmo lo que trae tanta amargura.
-   ¡Riquísimas!. Dijo Álvaro al acabar.
Yo me quedé fregando los platos después de la comida, y puesto que las sardinas habían tornado placenteros mis últimos minutos, pensé en ella; y en que quizás yo pudiera ser el último hombre de su vida. Porque proyectaba sobre una posible relación la candidez y ternura con que mi madre me había educado; y en como unas sardinas te muestran el camino hacía la felicidad. Al terminar  de fregar los platos fui hacía el salón de mi piso compartido, y allí se encontraba Alvaro fumándose un  porro.
-   ¿ Quieres?. Me preguntó.
-   Sí, pásame unas caladas.
-   ¿ Oye?, ¿ como le va a María?. María era mi ex. Su personalidad era completamente distinta de la de Lucía. No tomaba drogas y jamás tuvo fama de chica fácil. En mis encuentros con ella procuraba que mis palabras fuesen lo más poéticas posibles; y lo lograba con bastante frecuencia. Recuerdo una noche en la playa con ella ,donde acariciándola le hablaba de la luna, las estrellas y la blancura de su piel. Lo cierto es que jamás hice el amor con ella. Más por culpa mía que por impedimento de su libertad; pero ella, a la que le costaba decirme claramente que quería sexo, dejaba que yo viviese esa ilusión que tanto me agradaba, según la cual el sexo es algo sucio, y que nuestro amor debía estar por encima. Nunca hablábamos abiertamente de ello; pero pululaba en el aire como la arena que levantaba la brisa aquella noche en la playa.
-   Pues está en Sevilla acabando la carrera.
-   Todavía no me creo que no te la follaras.
-   Pues es cierto. En mis palabras procuraba por todos los medios que tácitamente se dedujera que era ella y no yo quien se negaba a follar. De hecho, jamás pensé en follar con María. La palabra follar me deprimía a más no poder.
-   ¿ Es una estrecha, no?. Álvaro preguntaba con la ironía de los que se sienten superiores a su interlocutor; y no había nada incorrecto en ello. El no tenía porque dejar que los pensamientos de un ingenuo alcanzasen el grado de veracidad que pretenden.
-   Sí. Lo dije levantando el mentón, y dejando claro que ella no era como las demás; porque tanta ingenuidad y bondad  en mis pensamientos sobre María, escondían una terrible ira si la realidad les hacía frente en alguna forma. Era francamente atroz pensar en María como en una chica que no fuese virgen.  Aunque también era verdad que el paso de los años me alejaba cada vez más de esos pensamientos adolescentes tan arraigados en mi personalidad.
-   Pues Lucía de estrecha tiene poco. De hecho yo espero follármela algún día. Por unos instantes me quedé mirándole como esperando una disculpa; pero  no había nada por  lo que disculparse . El me miró con la boca entreabierta, y a punto de soltar una atronadora carcajada. Entrar en esa batalla sería perjudicial para mí, y por eso cambié de tema.
-   Tenemos que ir a comprar comida.
-   La nevera esta con telarañas, tío.
Hicimos la lista de la compra y fuimos en su coche a comprar.

La medio cita con Lucía consistía en que hiciéramos botellón entre unos pocos. Ella apareció con un chico, y yo con Álvaro. Compramos whisky y Coca Cola y nos fuimos a un banco de un parque a beber. Estuve muy nervioso durante el botellón. Mis palabras
se surtían un poco de la magia que tuvieron aquella noche en la playa con María , pero sin ser muy cursis. Jamás inicié una proposición para hacernos un porro, por miedo a no estar a la altura de las circunstancias; pero si que fumé de los que se hicieron los otros. A la hora Álvaro y el que venía con Lucía fueron a mear; y yo pude quedarme por unos minutos a solas con ella.
-    ¡ Estoy con Javi!. Me dijo. Javi era el que la acompañaba. Me quedé un poco cortado.
-   ¡Ah, me parece perfecto!. Esta primera reacción de indiferencia fue completamente natural. Procedía del hecho de que todavía no la hubiera besado, ya que mientras no hemos hecho nuestra a una mujer; los imperativos éticos que obligan a manifestar la igualdad de sexos , se muestran fuertes.
-   ¿ Tu sigues igual de soltero?.
-   Sí , si. Completamente soltero.  ¿ Estas ya borracha?.
-   Un poco, pero todavía quedan un par de whiskys en la botella. ¡Hazte un porro, anda!.
Me dispuse  a prepararme un canuto, pero no tenía papel. La verdad es que nunca llevaba encima papel para liarlos; y cuando ella sacó uno y me lo dio; me sentí completamente inferior. Cuando terminé de liarlo aparecieron Álvaro  y Javi. Acabamos con las dos botellas de whisky y nos fuimos en el coche de Álvaro a una discoteca en las afueras. Por el camino Lucía dijo:
-   ¡Que ganas tengo de mear, por Dios!. Para el coche que no aguanto más.
Se bajó del coche y se puso detrás para que  no la viéramos; pero el sonido de su orín contra el asfalto se escuchaba con gran intensidad ya que estábamos en plena carretera. A los dos les parecía muy graciosa la situación, pero a mí la verdad me incomodaba bastante. Durante el tiempo que duró, y el trayecto a la disco pensé seriamente en no  intentar nada en el futuro; pero sin embargo aquella espontaneidad me había calado hondo, y finalmente  no hizo más que acrecentar el deseo de hacerla mía. En la discoteca besaba de vez en cuando a Javi en la boca. Yo disimulaba lo mejor que podía mi enfado,  ya que lo cierto era que tenía unas ganas tremendas de cogerla , y hacer algo con ella. No sé si pegarle o besarle, pero no aguantaba más aquello. Así que tiré con todas mis fuerzas el vaso al suelo, y dije.
-   ¡Me voy!. Los tres se quedaron pasmados y confusos.
-   ¿ Pero que te pasa César?. Me preguntó Álvaro cogiéndome del antebrazo.
-   ¡Nada!, ¡ me voy en taxi!. Salí casi corriendo de la discoteca, pillé un taxi, y me fui a mi casa. Allí me bebí media botella que no acabamos hace poco, y sentía que mi mandíbula tenía unas ganas horrorosas de morder algo. Sobreexcitado me fui a la cama y logré dormir al poco tiempo de estar tumbado.
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Amármol

me recuerda un poco a 'Probando el hardcore' de Ivan Lopez Morales por la tematica de juventud + desfase

un consejillo; delimita lo que es dialogo y lo que es narracion (o lo separas con un guion
-   ¿ Te la quieres follar?. - Álvaro tenía un número mayor de conquistas sexuales que yo, y no me atrevía a sincerarme con él. Pasó a formar parte de pronto, por la posibilidad de haber follado con Lucía, de un grupo de malas personas alejadas de la decencia. Estos pensami
o lo pones en otro parrafo
-   ¿ Te la quieres follar?.
Álvaro tenía un número mayor de conquistas sexuales que yo, y no me atrevía a sincerarme con él. Pasó a formar parte de pronto, por la posibilidad de haber follado con Lucía, de un grupo de malas personas alejadas de la decencia. Estos pensami
)
hace la lectura mas facil, sin tener que pensar en si esta hablando el personaje o el narrador
Vive cada día como si fuera el último, porque un día será verdad. (Cassius Clay)

I am watching you!
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juanluis

  Gracias por el consejo. Lo tendré en cuenta para próximos relatos o si he de reescribir éste.
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