Casa de tolerancia

Iniciado por reporter, 25 de Agosto de 2012, 03:07:06 PM

Tema anterior - Siguiente tema

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

reporter

Casa de tolerancia


SINOPSIS: En el alba del siglo XX, una "casa de tolerancia" llamada "L'Apollonide", vive sus últimos días. En este mundo cerrado, donde algunos hombres se enamoran y otros se vuelven brutalmente peligrosos, las chicas comparten sus secretos, temores, alegrías y penas...

CRÍTICA:

Si un artista es diferente a una persona normal es por el simple hecho de que el primero vive en un mundo alejado de donde vive el resto de mortales. Un mundo que, por supuesto, está varios kilómetros por encima del que conocemos, adquiriendo el artista un carácter divino (o lo que es lo mismo, la persona normal se queda en sucio morlock de las cavernas). El troglodita ''come'', mientras el dios ''se nutre''; el cavernícola se lo pasa teta viendo a veintidós tíos corriendo detrás de un balón, mientras el alma sensible se escandaliza al constatar que éste es sin lugar a dudas el opio para el pueblo de nuestra era. El memo se va de putas; el poeta también, pero éste último busca placeres más allá de la vulgar carnalidad, pues su sensibilidad no renuncia a ninguno de los estímulos que el resto de infelices a su alrededor son incapaces de captar.

Cuando el pobre imbécil tiene que referirse a sucesos del pasado, lo máximo que puede extraerse de él es el sobadísimo ''Érase una vez''; mientras, la inspiración encarnada tira de fórmulas mucho más lúcidas como ''Entre el crepúsculo del siglo XIX y los albores del XX...''. Peligro. Así empieza precisamente 'Casa de tolerancia', lo último de Bertrand Bonello, un auteur como la copa de un pino (interprétese esto de forma positiva y negativa). Uno de estos cineastas que causa furor únicamente en los selectos círculos del art house, aquellos en los que puede sobrevivir. En lugares como Cannes, por ejemplo, el desconocimiento con el que habitualmente tiene que lidiar se convierte rápidamente en adoración incondicional (palabra de testigo de una sala Debussy en la que no cabía un alma), pues solo su presencia ya implica el resurgimiento en la mente de los asistentes de palabrotas como ''nouvelle vague'', ''posmodernidad'' o ''cine de autor'' (causando todas ellas la erección inmediata por parte de los más entendidos). ¡Más madera!


Por suerte, Bonello decide plantar la cámara en un sitio en el que todo el mundo es bienvenido: un burdel. Esté o no en el amanecer de vaya-usted-a-saber-qué época es lo de menos, lo importante aquí -siempre pensando en los mortales- es que, por muy grande que pueda llegar a ser la pelota mental del autor (vistos los antecedentes, el nivel de alarma está a punto de salirse de cualquier medidor), siempre habrá un montón de seductora carnaza en la que refugiarse. Efectivamente, los encantos de las chicas de Bonello no tardan en destaparse, nunca mejor dicho... pero también lo hacen los horrores. Con un fuertísimo sentido de la estética y una gran capacidad para crear atmósferas tan sombrías como hipnóticas, el director francés (que ejerce de particular Madame con sus personajes, con su pasión y sadismo habituales) hace de su 'Casa de tolerancia' un oscuro relato que de entrada impacta y sorprende por ser capaz de captar la atención de todo tipo de espectador.

La potencia de sus imágenes, sumada a un atractivo -en todos los sentidos- reparto coral femenino y a otros recursos tan llamativos como sugerentes (ahí están los anacronismos musicales, en la línea de la 'María Antonieta' de Sofia Coppola... que no sorprenda por ejemplo que los Moody Blues suenen en el año 1900) ayudan a mantener en los primeros compases el interés hacia una historia cuya errática evolución hace que el conjunto se desinfle a marchas forzadas. Es de lamentar que tras el tropel de buenas sensaciones del principio el poeta se haya quedado con poco más de un envoltorio, precioso, eso sí, pero envoltorio a fin de cuentas. El contenido ha desaparecido, o lo que a efectos prácticos es lo mismo (y a pesar de un epílogo demasiado obvio), ha quedado diluido en una serie de intenciones ocultas fuera de la comprensión del espectador medio.

Nota: 5 / 10
  •  

Turbolover1984

Lágrimas blancas

Finales del Siglo XIX. La prostitución de la calle, de consumo rápido gana más adeptos de los que ya tenía y las casas de tolerancia, que ofrecen placeres y exquisiteces por encima del simple placer carnal, van perdiendo visitantes y cada vez resultan más difíciles de mantener. La cinta nos narra los últimos días de una de estas casas, la convivencia entre las prostitutas, los clientes habituales y el día a día practicando la profesión mas antigua del mundo.

La película arranca marcada por la mutilación que sufre una de las chicas a manos de un cliente, que ella creía, como tantas otras, que era un príncipe azul que podría pagarle sus deudas, le pediría matrimonio y le daría una vida mejor. A su vez, una chica muy joven llega a la casa, siendo más competencia para el resto y amenazando la relación entre otra y su mejor cliente como le dice la predicción de las cartas.

La cinta es una oda a la belleza femenina, un festival de hermosos cuerpos desnudos, pechos turgentes y bellos púbicos de diferentes colores y texturas. Tecnicamente exquisita con un gran montaje y un potente apartado visual tanto en colorido, como en iluminación, todo aderezado con una soberbia BSO. En el ambiente una atmósfera de elegancia con baños en champany, panteras que reposan en el sofá de la sala principal, pipas de opio y sillones de terciopelo. No me quiero olvidar de resaltar de ese monólogo sobre lágrimas blancas, que añade un toque de poesía a todo lo mencionado.

Pese a todo lo mencionado y el magnetismo que desprende la cinta por las numerosas cualidades citadas, la historia en si no cuenta nada realmente destacable y aunque muchas veces una película es más cómo cuenta algo que lo que te está narrando, queda coja por falta de profundidad en el relato y sobretodo por unos personajes poco definidos que no tienen una personalidad marcada como para que te dejen un poso o un recuerdo más allá de los curiosos motes que les pone la madame o los que les quieras poner tú cuando se exhiben ante ti para que las diferencies por sus cuerpos más que por su comportamiento o por la historia que llevan detrás. De hecho, la que se presupone el personaje principal, desaparece en un momento dado sin pena ni gloria. Quizá el personaje principal real sea la casa, todo lo que desprende y los placeres que ofrece, pero los personajes de carne y hueso quedan por ello ninguneados en muchos momentos.

Aún con esto, la película desprende algo especial, una historia de prostitución bañada en Chanel nº 5 y que mejora en el recuerdo tras las horas de haberla visionado aunque tiene contrastes muy marcados entre sus virtudes y sus defectos. Llama a un futuro revisionado que puede que haga decantarse a la alabanza o a ser más condenatorio o puede que me siga quedando en un punto más intermedio.

Nota: 6'5

  •