Route Irish

Iniciado por Banacafalata, 23 de Diciembre de 2011, 03:05:54 AM

Tema anterior - Siguiente tema

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

Banacafalata

ROUTE IRISH


Sinopsis:

Liverpool, agosto de 1976. Fergus, de cinco años, conoce a Frankie en su primer día de colegio, y a partir de ese momento se convertirán en amigos inseparables. De adolescentes, hacen novillos para irse a beber sidra en el transbordador del río Mersey, mientras sueñan con recorrer el mundo.

Crítica:

Juegos de Guerra

Aunque es cierto que Route Irish se podría englobar dentro del cine político-internacional de Ken Loach y que el director le aplica la firma inconfundible que tienen todos sus trabajos, realmente cuesta saber que fue lo que realmente pudo interesarle de esta historia de venganza que hemos visto mil veces. Usando como falso telón de fondo un Irak que apenas existe en la historia, ya que la película se sitúa en Reino Unido y la presencia de aquel país solo aparece en un par de flashback que podrían estar situados en cualquier país del medio oriente, Loach nos cuenta una historia de amistad truncada por culpa de los contratistas de guerra y lo que empieza siendo una historia acerca de la perdida vira completamente con la aparición de un móvil iraquí que obsesionará al protagonista en busca de venganza.

Este viaje que empieza siendo un drama social para acabar convertido por completo en un thriller casi detectivesco también supone una caída en descenso en la película. Fergus (interpretado estupendamente por Mark Womack una especie de versión campechana de Jason Statham) es un personaje interesante, un típico héroe de Loach, aferrado en un pasado que toma forma presente en las cenizas de ese héroe caído. Es fácil ver, con apenas un par de pinceladas, una estrecha relación entre el protagonista y su amigo, pero la aparición del personaje de Rachel (Andrea Lowe) hace bajar a enteros a la película. El tramo final es bastante demencial y acaba perdiendo por completo la complicidad con el espectador. Además cuando llega al momento de mayor tensión, éste resulta forzado e increíblemente ridículo y es que la película nos regala una escena de tortura dirigida con una torpeza propia de un realizador novel.

Los gritos y la histeria se suceden, como viene siendo habitual en la películas de Loach, esto impide aún más que podamos unirnos a ella una vez desconectados, por si fuera poco trata de apoyarse en un flojo libreto escrito para Laverty incapaz de dejar si quiera un línea de diálogo medianamente interesante. La hecatombe de la película viene marcada por una desastrosa escena de sexo, bastante innecesaria en la que el realizador juega con el dolor y la angustia de sus personajes haciendo todo aún mucho más desastroso. Es justo a partir de ese punto cuando la película se encuentra en un punto tan bajo que es incapaz de tomar el camino de vuelta, y realmente esto no pasa hasta el final, con un final bastante Loachiano y pesimista que pese a todo consigue resultar interesante y sobretodo dejar un sabor algo menos amargo en el espectador.

Loach nos sorprende con esta cinta de acción casi detectivesca, que por momentos incluso puede recordarnos a un capitulo de 24. Una película que pese a compartir ese enojo y furia que tiene el cine del británico, realmente acaba alejándose bastante de lo que suelen ser sus películas, es quizá por eso por lo que el realizador no consigue encontrar el tono adecuado y nos inserta unos innecesarios flashbacks de Irak que realmente no aportan nada a la historia aparte de que el espectador vea unos cuantos tiroteos, además de hacer que la película se convierta en un auténtica odisea narrativa en su tramo final, aún así y coincidiendo con el retiro de las tropas americanas de Irak puede ser un buen momento para recuperar esta película que paso por el festival de Cannes de 2010 y que sin ser la peor obra de su realizador se queda lejos de sus mejores trabajos.

Nota: 5
  •  

reporter

Guerras privadas

Por ''Route Irish'' se conoce a la carretera que va del aeropuerto de Bagdad a la llamada Zona Verde de la capital iraquí. Conecta las que en teoría son las áreas más seguras de toda la nación, aquellas en las cuales se orquesta la reconstrucción de un país sumido en el caos. Mientras se esté en una de ellas, supuestamente no hay que temer por nada. Sin embargo, y precisamente por esto, el trayecto de una a la otra es un auténtico infierno. Un caramelo al que los terroristas acuden en masa y con las peores intenciones. Por algo es oficialmente, la carretera más peligrosa de todo el mundo. El terreno ideal para, o bien frivolizar un poco y recibir un buen chute de adrenalina, o bien ponerse serio y documentar una realidad aterradora.

¿Adivina alguien qué ruta ha elegido Ken Loach para su nueva película? Efectivamente, la segunda; la única que conoce, o al menos aquella en la que se siente más a gusto. Hora pues para adoptar un posado serio, dejar las risas para otro rato y afilar el dedo acusador, que en esta ocasión hace una finta antes de apuntar a su verdadero objetivo. A saber, el detonante de la historia de 'Route Irish' es un accidente que tiene lugar en Irak, pero la fuente del mal está, cómo no, en occidente, que por decirlo claro, acaba comiéndose lo que ha estado cocinando a lo largo de estos últimos años de infames políticas imperialistas: un plato indigesto y de horrible sabor, cuya ingesta no desearíamos ni a nuestro peor enemigo.


Ken Loach sin embargo lo saca del recetario de los horrores, lo cocina a fuego lento y nos lo estampa en la cara, como a él le gusta hacer. Para que el que esté delante de la pantalla pase un mal rato, para crear conciencia... la respuesta queda en manos del espectador. Lo que no admite discusión es que, para bien o para mal, 'Route Irish' es la enésima evidencia de que el veterano Mr. Loach tieme tiene una fe inquebrantable hacia su manera de entender el cine. Deudor de la vieja, viejísima tradición documentalista británica, su ojo huye siempre de cualquier adorno o filigrana técnica para intentar mostrar la realidad tal como es, si es que esto es posible en el cine, incluso en cualquier tipo de arte.

De este modo, palabras como ''diversión'' y ''espectáculo'' quedan debajo de todo en el ranking de prioridades de dicho cineasta, que por convicción, lo empeña todo al poder de una historia, a ser posible con connotaciones de drama social, y que debe valerse por sí misma. En esta ocasión Loach ofrece no obstante algún que otro detalle a destacar, como la fijación en seguir parte de la historia a través de la omnipresente red de redes (ya es innegable, la revolución 2.0 ha pasado a jugar a todos los niveles un papel fundamental en nuestras vidas), o el poco miedo a introducir breves pero intensas escenas de acción, filmadas sin excesivas pretensiones, como era de esperar, pero con buen resultado.

El resto corre a cuenta de la casa, lo cual se traduce en lo de siempre: una ración para empacharse de cine-denuncia, camuflado eso sí bastante bien detrás de una trama con tintes detectivescos. Dándoselas de thriller, 'Route Irish' cojea ligeramente al no saber Loach resolver del todo bien alguno de los retos puntuales del guión, aunque a fin de cuentas sale ileso de lo que para él era una auténtica prueba de fuego. No debió suponerle tanto reto allanar el terreno para poner el dedo sobre la herida, que al fin y al cabo es esta su especialidad. En esta materia el mensaje es claro, quizás demasiado (aunque afortunadamente no obvio), pero no por ello menos interesante: la privatización de la guerra crea monstruos que para colmo de males no se quedan en el campo de batalla. ¿Castigo desproporcionado o justicia divina?

Nota: 5,4 / 10
  •