La isla desnuda (1960)

Iniciado por Xiry, 25 de Julio de 2011, 02:53:18 AM

Tema anterior - Siguiente tema

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

Xiry

La isla desnuda (1960)


Sinopsis:
Al este de Japón, en la zona que posee el paisaje más bello del país, en un pequeño islote vive una familia: los padres y sus dos hijos. Llevan una vida sencilla y austera debido a la escasez de agua y víveres. Un drama sin diálogos, en el que la imagen adopta el papel de narrador absoluto.

Comentario:
Al leer esa sinopsis lo normal es esperar ver a una familia y su vida en la isla, y no pienso engañar a nadie, es exactamente eso lo que ocurre. Cuando uno se decide por ver esta, o este tipo de películas lo suyo es, como digo yo, ponerse el "chip" adecuado. No se puede esperar más de lo que da, así que lo que hay que hacer es proponerse ver la película, sin querer nada especial, solo lo que dice la sinopsis. Pero, ¿como decirlo? eso es simplemente lo que la hace especial. Fui a verla pensando en un rollo potencial o tal vez algo sobrellevadero que poder comentar haber visto al finalizar y me dio mucho más.

Empieza con una presentación de lo que es la película, pero, ¡espera! si casi toda la película va a ser así. Eso no es una presentación normal, la película ya ha empezado, ya puedes ver como coge forma ella sola. Miras los personajes que salen, miras la isla (que es una birria), miras el mar, miras la costa y no hay más para ver. Aunque eso sí, te queda observar, dejar de mirar solo con un movimiento vacío de ojos y empezar a sentir con la vista y con los oídos; con estos más ligeramente, recordando que la película es sin diálogos, sólo unas palabras sueltas de niños en una escuela o gritos y risas.
Estos personajes que aparecen transportan alimento a su isla, tarea de la que no hay preocupación al perderse algo, pues es repetida varias veces y, extraña pero mágicamente, sin llegar a cansar. Ese es el medio de vida, coger la barcucha y trasladarse de la isla más grande, ya con un pueblo, a su islote, donde habita nuestra familia, con a penas una casa, pero eso sí, bien aprovechada en cuanto a conreo. En nuestra familia (nuestra por llamarlos cariñosamente) encontramos a un padre y una madre encargados de la mayoría de quehaceres y unos chiquillos de apenas digamos 6 y 8 años, tan serviciales y eficientes personajes como los que más.

Y la película sigue y sigue mostrándonos sus vidas, o más bien su vida, ya que existen prácticamente al unísono, con sus idas y venidas, sus tratos con el pueblo y su convivencia, divertida a ratos, más dura a otros; sin mediar palabra, ¿para qué? ya se ve todo, no le tiene que decir al hijo si ha ido bien la búsqueda de agua porque lo ve al venir. Eso me ha abierto otro punto: el llevar el agua puede convertirse en una tarea de tensión absoluta a manos del director Kaneto Shindô, pues el subir hasta su casa con los barriles, uno a cada lado, llenos de agua, resulta un conjunto de escenas largas e increíblemente llamativas, estremecedoras al saber que si se derrama, habrá que volver a la isla grande a por más.

Y es que, a pesar de parecer en un principio lo que podría ser un falso documental, La isla desnuda se convierte en un gran ejercicio de buen cine, solo hay que leer lo que acabo de decir: casi toda la película parece un documental. Por su verosimilitud, por sus actuaciones que me presentaban tres opciones: o bien era un documental (había visto que no) o bien era un papel muy fácil de interpretar o los actores lo bordaban, la pregunta me dejó tan confuso que tuve que comprobar más tarde si esos eran actores de verdad (luego por lo visto el hombre es un continuo colaborador de Shindô en películas más conocidas como Onibaba o El gato negro) y también ayuda a que me parezca lo dicho, una especie de documental, la fotografía muy natural. Pero las magnificencias no terminan, ya que también cuenta con una banda sonora, que sinceramente ahora sabría recordar -y vete tu a saber cuando podré- pero sí que recuerdo que era perfecta para el momento y que un tipejo que tenía al lado no paraba de tratar de tararearla o silbarla.

Más detalles del argumento serían comentarios absurdos si ya han entrado ganas de verla y, si no, tampoco lo harán con eso, por lo tanto solo me queda destacar el último tramo, el motivo por el que había un "casi" delante algunos de los "toda la película". Al verse ya se dará la cuenta de cual es el momento, deja de darnos la lección documental y aparece el atisbo de ficción, que puede descolocar un poco, pero en realidad le hacía falta para no caer en la monotonía hacia la que iba si no venía el cambio, el cambio que en ese momento la diferencia de lo que habíamos visto hasta entonces y que veremos como se desenvolupará en ese momento, otro muy bien llevado.

Así que no, nadie debe esperar un disfrute por todo lo alto, es una película con sencillez que si somos hábiles nos dará lo que promete y si no nos dará lo que a simple vista ofrece. Una película para atreverse y salir satisfecho, una película diferente sin necesidad de innovar, no hará las delicias de nadie que no lo quiera encontrar, pero al menos será una película difícil de olvidar.

La nota no la tengo clara ni casi una semana después de verla, está entre el 7 y el 8.

  •  

El Nota

#1
Antes que nada, un másuno, claro. Ya empecé a hacer la crítica de ésta película el viernes y nada, al final me jodió tanto que se borrara que pasé de hacerla de nuevo, así que ahora me limitaré a comentarla por encima. Aunque lo del másuno me lo tendría que haber pensado después de leer esto:

Cita de: Xiry en 25 de Julio de 2011, 02:53:18 AM
Pero las magnificencias no terminan, ya que también cuenta con una banda sonora, que sinceramente ahora sabría recordar -y vete tu a saber cuando podré- pero sí que recuerdo que era perfecta para el momento y que unl tipejo que tenía al lado no paraba de tratar de tararearla o silbarla.

Pero manos a la obra. Ya en los primeros compases de la película de Shindô (célebre director de Onibaba (1964)) podemos calibrar los motivos de tan particular película: por un lado, nos encontramos con que la ausencia de diálogo da una mayor relevancia al plano formal de la película, un apartado en el que se nota el mimo que le ha imprimido el director de fotografía, el creador de la banda sonora o incluso en el apartado de la dirección. Por otro, la (sencilla) historia que Shindô quiere contarnos, presenta una nada disimulada paradoja: el hecho de que los residentes en la isla deban ir a buscar agua en tierra firme cuando, al vivir en una isla, están rodeados de ella; resulta evidente que no hablamos de la misma agua, pero todo gira en torno al líquido elemento, un elemento que, por otro lado, significa vida. Así pues, no es de extrañar que, para tan preciado tesoro, "malgasten" unas cuantas horas al día entre idas y venidas con su barca. La necesitan para vivir, tan simple y tan complejo.

                                                           Una de las estampas que más se repiten a lo largo del metraje

Pero no hay que mentirse con ésta película. Es cierto, y comprensible, que puede llegar a fascinar, pero estoy casi seguro que incluso sus más fervientes defensores habrán sentido, en algún momento de la película, cierto sopor, cierto hastío. Y es que ver las largas caminatas, los largos paseos en barca o algún que otro plano más dilatado de lo habitual, todo ello sin el menor adorno dialogado, puede consecutir en el aburrimiento más primitivo. Es una película que debe verse bajo unas ciertas condiciones (el chip que menciona Xiry) y, gracias a Chuck, pude verla en buen estado, en pantalla grande, que es lo que permite a uno tolerar mejor esos 100 minutos de silencio humano. Cierto es que la música ayuda y mucho a conseguir desviar la atención del espectador de la reiteración de lo que está viendo en muchos momentos, pero también consigue maximizar los momentos de clímax dramático de la película, que los hay. El que comenta también Xiry, un casi prodigio de dirección, cuando de la nada, Shindô nos mete una tensión en el cuerpo notable, al ver cómo tanto hombre como mujer, suben cuestas con la pesada agua a sus espaldas, unas cuestas con desnivel, algo escarpadas, que facilitan el resbalamiento de cualquier ser vivo. Perder agua no sólo significa perder agua, detrás de ello subyacen multitud de detalles que el espectador ha tomado en cuenta al pensar que puede perderse.

                                                                Imprimiendo tensión en los quehaceres cotidianos

En líneas generales, uno queda satisfecho del resultado final de la película (especialmente por la magnífica forma con que el director cierra la misma): una buena dirección, un buen trabajo actoral (aunque a priori parezca lo contrario), un buen sentido del ritmo (especialmente si se ve con las condiciones óptimas), buena música, buen guión, etc. aunque, como ya comento, me parece casi imposible que alguien, en algún momento de la película, no sienta algo de tedio viéndola, cosa que no quita que pueda ser disfrutada durante gran parte de su metraje.

Spoiler
Las escenas clave:

  • La que llevan el agua a cuestas, pero, desgraciadamente, acaba por los suelos debido a un resbalón que tiene la mujer. La clave reside en la reacción del marido. Se la queda mirando y, supongo que el espectador occidental, espera que corra a sus brazos y la ayude a ponerse de pie y decirle que no pasa nada. Nada más lejos de la realidad. Después de una larga mirada se dirige hacia su mujer (que se ha puesto de pie sola) para tumbarla de nuevo de un bofetazo. El agua es lo primero.
  • La escena casi final, cuando uno de los hijos ya ha muerto: no hay más remedio que volver a la cotidianedad y regar forma parte de ella. Tanto marido como mujer vuelven a los huertos. Ella, en un momento de desesperación, lanza el agua por los suelos, arranca las plantas que tiene más cerca, se revolca por los suelos, sollozando (uno de los momentos dramáticos más conseguidos de la película, sino el que más). El marido, de nuevo, la mira, casi con desprecio. Cualquier occidental (e incluso oriental, quién sabe), esperaría una reacción (almenos servidor) complaciente con los sentimientos de la mujer: un abrazo, un gesto de apiadamiento, o incluso el propio llanto del padre por el hijo perdido. De nuevo, nada más lejos de la realidad. El marido la sigue mirando durante un rato y, con toda naturalidad e indiferencia, vuelve a su trabajo, a seguir regando las plantas. Un broche final delicatessen.
[close]

Un 7, aunque reconozco que en casa igual no sería tanta la nota  :poss

Ah, y la imagen no se ve, te dejo esta en spoiler para que la pongas, que la subí al servidor del séptimo arte al ir a hacer la crítica:

Spoiler
[close]
  •