Che, un hombre nuevo

Iniciado por reporter, 28 de Octubre de 2010, 07:38:29 PM

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Che, un hombre nuevo



SINOPSIS: Ernesto Guevara, el Che, asesinado a los 39 años, se ha convertido en un verdadero icono de nuestros tiempos. Su imagen, su obra y su pensamiento tienen hoy una fuerza arrolladora. La clave a desentrañar a través del documental es su intimidad, su continua formación, su coherencia, el estudio y el pensamiento al servicio de la acción y de la construcción de un mundo nuevo, su particular mirada poética sobre la realidad.

CRÍTICA: Che, un hombre corriente

De la colaboración entre Argentina, Cuba y España, nace un proyecto capitaneado por el reputado director latinoamericano Tristán Bauer que nos ofrece un acercamiento distinto a una de las figuras más importantes, carismáticas e influyentes del siglo XX: Ernesto Guevara. Gracias a que por primera vez en la historia, su mujer Alina y sus hijos han accedido a mostrar la documentación más íntima del conocido revolucionario, y que además el régimen castrista ha cedido más de veinte horas gravadas inéditas hasta ahora, con el Che como protagonista, el cineasta argentino ha gozado del material suficiente para mostrarnos una cara distinta de alguien al que, por lo visto, no conocíamos tan bien como pensábamos.

Cuarenta y tres años después de la muerte del mítico guerrillero, puede decirse que hemos tenido el tiempo/películas/documentales/libros suficientes para posicionarnos a favor o en contra de la obra del Dr. Guevara. Aprobaremos o no sus métodos; simpatizaremos o no con su legado -que no es poco-, pero creo que habrá unanimidad a la hora de considerar que no tuvo una vida precisamente aburrida. Esta perogrullada; esta valoración que parece no admitir ninguna otra lectura, la desmonta a lo largo de casi dos larguísimas horas Tristán Bauer, que consigue el más difícil todavía: que bostecemos e incluso estemos a punto de dormirnos mientras nos hablan del mismísimo Che.

¿Es aburrido lo mostrado en pantalla? No lo creo. El problema de 'Che, un hombre nuevo' no está en la elección de la temática, sino más bien en su trato. De acuerdo que el acercamiento a la esfera más íntima del Dr. Guevara; el descubrimiento por ejemplo de su faceta como cabeza de familia puede responder a la necesidad más bien morbosa de ver gratificados nuestros impulsos mitómanos, aquellos que nos empujan a querer saberlo absolutamente todo sobre nuestros ídolos: ¿Con quién compartió lo momentos más acaramelados? ¿Cuánto cariño dedicó a sus hijos? ¿Cuáles fueron los eventos que marcaron su infancia? Y un larguísimo etcétera que si bien no ayudarán a formar una imagen nítida de sus logros más memorables, sí nos llevará a conocer al ser humano detrás de lo que ahora ha pasado a ser otro de los muchos símbolos pop de nuestra sociedad.

Pero resulta que antes de ver estampado su rostro en millones de camisetas, Ernesto Guevara fue uno de los mayores herederos de ilustres de la talla de Lord Byron. Librar mil batallas a favor de la libertad de los pueblos oprimidos, sin importar el confín del mundo al que tocara ir, morir joven por la total entrega a una causa... Esta visión romántica tan difícil de ignorar en estos casos era la que efectivamente nos mostró Walter Salles en la muy recomendable 'Diarios de motocicleta' (basada en los escritos de los dos protagonistas de las aventuras filmadas), en la que se nos contaba a modo de viaje iniciático y casi místico el despertar del fervor revolucionario de un hombre al que por aquel entonces todavía le quedaba mucho camino por recorrer para ser ''Che''.

Algo similar nos propuso Steven Soderbergh en su larguísimo y fragmentado biopic (también surgido de las memorias escritas por Ernesto Guevara) sobre el personaje que nos concierne. Tanto en 'Che: El argentino' como en 'Che: Guerrilla' la narrativa deliberadamente caótica -pero entendedora- se centraba en los momentos más remarcables en la vida del rebelde por antonomasia: la revolución cubana, las intervenciones en las Naciones Unidas, la fallida liberación de Bolivia... episodios de sobra conocidos por todos y que una vez más servían para ensalzar (de manera desmedida dijo alguna voz crítica) a su protagonista. Después del último trabajo de Tristán Bauer, 'Iluminados por el fuego', sobrevalorada, obvia y tramposa (en el plano sentimental) película bélica sobre el conflicto de las Islas Malvinas, era de esperar que el realizador argentino nos atacara con una propuesta similar a las ahora citadas.

Sin embargo, Bauer opta la frialdad absoluta, sacando a relucir su vena de documentalista. La no-ficción se apodera pues de un filme que demuestra que un gran tesoro puede perder buena parte de su valor si cae en manos equivocadas. La joya es obviamente el ''descubrimiento'' de tal cantidad de material inédito sobre el Che; la lástima es que el encargado de dirigir este ambicioso proyecto no sepa aprovechar todo el potencial de las herramientas que le han dado. Eso sí, se agradece que, evitando arrebatos egocéntricos ''michael-moorianos'', se ceda casi todo el protagonismo a los vídeos o grabaciones en los que vemos/oímos al añorado Comandante. Se agradece también que se ahonde en aquellas etapas de su vida que hasta ahora habían permanecido en la sombra (alguna campaña fallida que quizás por ello estaba condenada al olvido, su vida familiar...), pero absolutamente nada justifica el aburrimiento en una sala de cine.

'Che, un hombre nuevo' peca de este delito imperdonable. El crimen viene servido por un cóctel letal en el que se agitan con mucha fuerza dos ingredientes altamente venenosos. El primero, la sobresaturación de documentos de todo tipo a la que nos somete Bauer, incapaz de poner orden o sentido a la avalancha de información que se le vino encima (no se sabe bien si por ineptitud o por no disponer en aquel momento de tijeras). El segundo, el tono empleado para referirse a las vivencias de Ernesto Guevara: soporífero, casi desganado, y demasiado cercano a aquellos documentales de vida salvaje, ideales para echarse una buena siestecita, suministrados por la misma casa que emite el Tour de Francia, el otro gran somnífero de la sobremesa española. Se decía del Cid que seguía librando -y ganando- batallas después de muerto... lo mismo hace el Che, cuya historia hace lo imposible para derrotar al tedioso Don Tristán. Lo consigue, no sin cobrarse alguna que otra baja por insomnio en el patio de butacas.

Nota: 4,5 / 10
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