La cuerda floja

Iniciado por ÁngelNeg, 18 de Marzo de 2010, 11:30:02 PM

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ÁngelNeg

LA CUERDA FLOJA


La delgada cuerda floja

En el ejercicio cotidiano donde el trabajo se convierte en arte y este a su vez se convierte en entretenimiento se encuentra la directora Nuria Ibáñez Castañeda, recordada por el cortometraje Sopa de pescado; y que ahora está presente con su primer largo de carácter documental, La cuerda floja (México-2009), producido por Zensky Cine, con el apoyo de Foprocine, IMCINE, y CONACULTA. Y al igual que Ibáñez, los personajes que se dan cita en su documental convierten su trabajo en arte, y ese arte en entretenimiento; bajo la variante de que si no hay quien vea su trabajo, entonces el entretenimiento puede quedar de lado, ya no hablar de la perspectiva artística. Estos personajes son el artista en el alambre trabajando para un público que no puede verlos caer o no caer, pues sus necesidades de entretenimiento son diferentes. Eso es algo que quizá el artista no entiende de momento, pues haciendo toda la vida lo mismo, le resulta difícil el cambio.

En 84 minutos, podemos conocer un poco de Marce, de su esposa Adriana, de sus hijos Mario y Jacqueline, y Carmelo, el novio de ésta última. Ellos son los únicos integrantes del pequeño y decadente Circo Aztlán, que deambula por los alrededores de los pueblos de Texcoco, en la periferia norte de la Ciudad de México. El padre de familia, Marce, es descendiente de cirqueros que, a su vez, fueron descendientes de cirqueros, hasta retroceder así siete generaciones que han transmitido su arte de padres a hijos. Viven en un camper desvencijado, estrecho y pintado de azul cielo que arrastra un viejo remolque. Los únicos animales que tienen son dos perrillos pintados de rosa chillón que hacen cabriolas, dos chivos, un caballo y un avestruz. La cuerda floja es la historia de resistencia de esta familia que persiste en sacar adelante ese viejo y anticuado circo porque está convencida de la trascendencia de su arte.


Pero lo fascinante de esta historia en el ámbito de entretenimiento es que funciona de una manera tal que podemos vernos inmiscuidos de forma directa en la trama, cosa rara al ser un documental, pero no tan rara si tomamos en cuenta que la estructura del mismo es diferente, o por lo menos no tan común. El guión de Ibáñez tiene una estructura lineal en cuanto al desarrollo de lo que se nos quiere contar acerca de la pequeña familia circense, ese guión es apoyado de la mejor manera por el sonido de Ana García, y la excelente edición de la misma García, junto a Ibáñez y Aina Calleja. Para completar de forma redonda, la fotografía de Dariela Ludlow Deloya da el toque final a todo ello, de una manera tal que en cualquier momento, de principio a fin, este documental parezca todo, excepto un documental.

Existe sin embargo la duda de que libertad han tenido los personajes, para mostrarse a sí mismos como realmente son, y no que Ibáñez haya influido en las conversaciones temáticas, sino que el hecho de que la cámara sea un ente fantasma cargado de vouyerismo en el entorno de esta familia, puede plantear ciertas cualidades de comportamiento que quizá no se hubiesen dado, si se hubiesen empleado elementos como la voz en off, o las entrevistas. No sabemos si se les ha girado un tema y a partir de ahí ha habido intervención de opinión personal a los inmiscuidos. Es una duda que pone en entredicho todo el trabajo realizado, pero siempre será una duda, a sabiendas de que nunca conoceremos que hubiera pasado de no estar la cámara ahí.

Pero también en La cuerda floja, hay cosas que quedan claras y que resultan prudente de análisis; es ahí donde tiene la excepcionalidad, pues funciona de manera correcta, primero en darnos a conocer una pequeña parte de la familia, puesto que en realidad el documental se enfoca a echar un vistazo a su vida en el circo, y encontrar las relaciones que se dan en el. Después, lo que sigue es la realidad de estos artistas orgullosos de su quehacer que ya no funciona de ninguna manera, privándose de la realidad de lo que acontece a su alrededor, donde sólo hay miseria, pobreza y malestar, y un proyecto de entretenimiento que está a punto de apagar la luz.

Existe la satisfacción de apreciar la excelente realización de un documental; pero hay un trago amargo en esta historia como muchas que se dan día a día. Quizá lo más triste de todo ello, es que esta familia sea feliz en un lugar que acabará por sumirlos y consumirlos de un momento a otro. El circo entonces no será más un lugar para ser felices. Incluso sin un final feliz, La cuerda floja sigue siendo justamente eso, una delgada cuerda no afianzada que puede vencerse de un momento a otro. Y no habrá de donde asirse. Por otro lado, el ejercicio fílmico-artístico parece estar sobre la cuerda más firme.
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