The Deep (djúpið)

Iniciado por Yeezus, 12 de Noviembre de 2013, 12:53:29 AM

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Yeezus

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The Deep (djúpið)


SINOPSIS:

En 1984, un barco de pescadores se hundió en Islandia, en un mar de condiciones a todas luces letales. Nadie podría haber sobrevivido a esas temperaturas pero, inexplicablemente, hubo un hombre que sí lo hizo (y que fue proclamado héroe nacional al volver a tierra firme). En The Deep, el islandés Baltasar Kormákur narra esta historia evitando los lugares comunes de la típica película de "triunfo del espíritu humano". Y uno de los recursos que utilizó para alejarse de ese artificio fue filmar sin pantallas verdes ni tanques de agua, sino en el mar, con olas de verdad.



CRÍTICA:

¿Hasta donde llega el cuerpo humano? ¿Cual es el límite de agotamiento o extenuación de la máquina que nos hace vivir cuando se hace un esfuerzo precisamente sobrehumano? Hay quién le quiera dar un contexto de estudio y explicación lógica a través de la ciencia, y también los hay quienes lo dejan a resguardo de la religión y lo categorizan con ese término cada vez menos carente de valor que recibe el nombre de "milagro". Sea como fuere, existe un selectísimo grupo de personas que han superado momentos de absoluta perdición mental, al borde de la misma muerte y que han logrado sobrevivir. Un club muy despoblado por suerte de seres humanos que consiguieron el hito de la supervivencia en una situación adversa con el único deseo de vivir y la fuerza imparable que arrastra el mismo. 

Gulli (Ólafur Darri Ólafsson) forma parte de ese selecto club mencionado anteriormente. Él, junto a otros como Aron Ralston, como los supervivientes del accidente reflejado a la perdición en la película "Viven!" o como en menor medida Chris McCandless, son ejemplos de superación y de resurgir en la adversidad de la vida. Su odisea, la de Gulli, probablemente la más bestial que la mente de un servidor ha podido conocer jamás, es un absoluto prodigio del cuerpo humano. Ni milagros ni ciencias exactas. El poder y el deseo de aferrarse a la vida, de no yacer en el duro tránsito de la supervivencia, de no perecer cuando la situación está tan negra que hasta la misma mente se vuelve contra ti. Quizá esta sea la baza que quiso jugar Islandia en la 85ª edición de los Premios Óscar, donde "The Deep" fue como su representante para ser seleccionada como mejor película de habla no inglesa. Desde luego, motivos le sobraban para que así se la coronase, pero no fue así, y no estuvo en la terna final, de donde salió ganadora la austríaca "Amour", de Michael Haneke.   Esta crudeza y este martirio de historia la representa Baltasar Kormákur, realizador del gran blockbuster veraniego que tiene como título "2 Guns" y donde trabaja con dos huesos en esto del cine como Mark Walhberg y nada más y nada menos que Denzel Washington, con un realismo francamente escalofriante. Huelga decir que, como bien dice en la sinopsis, el rodaje no se llevó a cabo en piscinas o en tanques de agua artificiales, sino en plena mar, con olas tan reales como la increíble travesía de Gulli. Esta precisión la percata el espectador desde el mismo momento en el que el barco pesquero vuelca y empieza el sufrimiento para el protagonista. Kormákur, con claras influencias de Danny Boyle, y esto se comentará a continuación, construye la hazaña de Gulli con primeros planos largos en duración y otorgándole gran importancia al mar y al paisaje rocoso y frío. Aquí es de donde emana el sentimiento de atracción por la película. No sólo por la impresionante heroicidad de Gulli, sino por cómo Kormákur se compromete a detallar el sufrimiento amargo y lento del protagonista como si estuviésemos viendo imágenes de archivo reales.   

Y decimos lo de Danny Boyle porque los paralelismos con "127 Horas", una cinta imperdible para aquellos amantes de los dramas reales, un "Must See" en toda regla, son impresionantes. No sólo la historia, que por supuesto son dos sucesos extraordinarios, sino por la recreación que ambos directores han hecho de la misma en sus propias cintas. Ambos protagonistas sufren flashbacks (en el caso de Aron son premoniciones) cuando están a punto de desistir y abandonar la lucha por vivir, el plano contrapicado que se va alejando y alejando hasta comprender a la naturaleza pura y viva engullendo al ser humano (en "127 Horas" es la cámara alejándose para mostrar la plenitud enorme del Blue John Canyon y en esta alejándose de Gulli para enseñar la crudeza ilimitada del frío océano de Islandia). Ambos tienen que, una vez "salvados", caminar exhaustos y moribundos en diferentes pero igual de insoportables condiciones, etc. Un sinfín de elementos que las hacen muy comparables y que sin duda enriquecen en suerte la valoración de este film islandés que tan buen calado tuvo en su país natal.   

Quizá el único pero sea la falta de, a diferencia de la misma "127 Horas" y de por supuesto el siempre maestro en esto Danny Boyle, una buena banda sonora que embriague por completo y que atrape al espectador en el impactante trayecto marino de Gulli y su posterior salvación como sí te atraviesa el corazón ese "Festival" de Sigur Ros cuando el helicóptero viene al fin a rescatar al herido Aron Ralston en "127 Horas". Este, probablemente, sea la única pega que se le pueda poner a un film desgarrador con un director excelso, con el soberbio papel de un actor del que francamente no tenía constancia y que, como muchos actores de cine nacional aún quedan por descubrir, y ojalá que sea pronto porque Ólafur Darri Ólaffson es una realidad en forma de diamante sin pulir del todo, y sin duda es la confirmación del poder que tiene la vida sobre la muerte, la superioridad indirecta en nuestra existencia del "vive" al "muere", la prueba más palpable de ese halo de fuerza legítima que todos tenemos escondido dentro y que sólo usamos cuando todo está perdido. Es otra muestra más de que el ser humano, como decía Heath Ledger en The Dark Knight haciendo del inolvidable Joker, "se muestra realmente tal y como es cuando está a punto de morir".



That´s what I say.
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