Juegos inocentes

Iniciado por ÁngelNeg, 21 de Noviembre de 2010, 08:23:48 PM

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ÁngelNeg

JUEGOS INOCENTES


Inocentadas que sí hacen daño

La inconstante levedad juvenil y el desparpajo adolescente tiene en el cine un lugar bastante inconexo la mayoría de las veces por no poder hacer un relato de común denominador que sea entretenido y a la vez creíble y menos cuando se trata de dar dinamismo a un drama que requiere mayor credibilidad de la que se le puede otorgar en base al resultado final de Juegos inocentes (México-2007).

Gibran Viradi, Francisco Santos, y Luis Bekris Gutiérrez le dejan al director la difícil tarea de poder adecuar su guión tripartita, a una cotidianidad que suponen por demás natural y que no funciona con un conjunto de imberbes adolescentes inadaptados como hilos conductores; pero mucho menos con la selección de casting para representar a cada uno de estos adolescentes en etapa pre-juvenil quienes en su mayoría son completamente desconocidos (exceptuando a Ignacio Riva Palacio y Oswaldo Zárate); pero que sobretodo no tienen naturalidad actoral. José Alonso limitado en un papel apenas secundario, y Lourdes Munguía estorbando en un papel completamente prescindible.

En el filme, amparados por la holgada situación económica de sus familias, un grupo de estudiantes adolescentes elige pasar el fin de semana en una fiesta con desenfreno total. Para lograr su propósito todos viajan a la casa de Cuernavaca de uno de ellos y así no tener que rendirle cuentas a nadie. Sin embargo, en medio de la felicidad y la diversión, todos los chicos experimentarán el más grande horror cuando un repentino asesinato les cambia la experiencia. La vida de estos jóvenes está a punto de cambiar gracias a las drogas, el alcohol y el sexo.


90 largos minutos en los que proliferan los complejos de un sector de la juventud actual, la falta de compromiso para consigo mismos y la sociedad que les rodea. El director Adolfo Martínez Orzynski (Alta infidelidad) pone especial cuidado en mostrar lo anterior pero termina haciéndolo obvio, repetitivo, y cansado; y eso es completamente notorio a lo largo del metraje aunque quizá pueda no parecerlo al público al que va dirigida, público que finalmente puede asimilar de manera más prudente un mensaje anodino pero con moraleja acerca de los excesos y los resultados que conllevan.

Pero Martínez Orzynski no logra empatía con el público en general asumiendo que no todos los pre y post adolescentes pueden compartir tales actos de convivencia, entonces ya no hay miramientos para poder gritarle al director que la película es mala de principio hasta casi el fin. Tristemente la poca experiencia fílmica del director acaba en una obra completamente limitada sin ningún aspecto que pueda resultar por demás llamativo más allá de lo comentado párrafos arriba y que no da píe al aprobado, mucho menos a la recomendación.
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