La voz de la montaña (1954)

Iniciado por Kenneth, 23 de Enero de 2016, 07:06:28 PM

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Kenneth

La voz de la montaña


La vida de Kikuko es triste. Shuichi, su marido, la desdeña y la engaña con la secretaria de Shingo, su padre, el único miembro de la familia que la trata con afecto.

En España se titula La voz de la montaña; en Estados Unidos, Sound of the Mountain.

Yama no oto
1954, Japón, b/n, melodrama
Toho Company
Guión: Yoko Mizuki, según la novela homónima de Yasunari Kawabata
So Yamamura (Shingo), Setsuko Hara (Kikuko), Ken Uehara (Shuichi)
Dirección: Mikio Naruse (1905-1969)


«Para Naruse la vida [japonesa] tradicional es una rueda diaria de costumbres fijas. Incluso los modos de expresar la emoción están formalizados. La reacción emocional individual más ligera tiene grandes y a menudo desafortunadas consecuencias.»

Donald Richie,
Cien años de cine japonés

La maestría de Mikio Naruse debe entenderse como una artesanía; dirigió sus películas de madurez con el mismo estilo modesto e "invisible" con que dirigió La voz de la montaña. Este estilo consiste en el contraste entre, por un lado, un concepto minimalista de planificación, caracterizado por la supresión de casi todos los movimientos de cámara a excepción de ciertos travellings con que seguía a los actores cuando caminaban; y, por otro, un inusitado talento para expresar profundos sentimientos mediante las miradas de los actores, de intensidad sorprendente, que sustituyen en ocasiones a los diálogos, en opinión de Naruse muchas veces redundantes, una opinión que yo comparto, porque en el cine debería expresarse casi todo con las imágenes. El carácter indirecto de las miradas, el contar sin decir, se descubre también en cierto acontecimiento insinuado por el autor mediante una acción de Kikuko, en apariencia irrelevante, que revela en realidad las intenciones ocultas del personaje.

Hay que reparar en la manera como se mueven los actores; es imposible que, en la vida real, la gente se mueva de forma tan suave y elegante. También llaman la atención los preciosos planos empleados para separar algunas secuencias, bastante similares a los céleres planos almohada de Ozu; podrían llamarse "planos vacíos", porque en ellos no se ve la figura humana: la calle de un barrio tradicional; una ventana que da a un jardín cubierto por la niebla de la mañana; el pasillo en penumbra de una casa tradicional; una vista general de la ciudad de Kamakura, con sus casas tradicionales; los tejados de algunas casas tradicionales y, al fondo, la montaña, etcétera.

En La voz de la montaña se rechaza la postración de la mujer, representada por los personajes de Kikuko, Tanizaki y Kinuko. La subtrama protagonizada por Fusako sirve para recordar la falta de independencia de una mujer casada en el Japón de postguerra. No resulta difícil encontrar en Naruse cierto espíritu de rebeldía, un carácter individualista, dicho esto en el mejor sentido, que lo acerca bastante a otro maestro como Akira Kurosawa.

9/10
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