Gett: El divorcio de Viviane Amsalem

Iniciado por reporter, 01 de Abril de 2015, 08:47:42 PM

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Gett: El divorcio de Viviane Amsalem


SINOPSIS: Viviane Amsalem se separó hace años de Elisha, su marido, y ahora quiere un divorcio legal para no convertirse en una marginada social. Los matrimonios civiles todavía no existen en Israel; tan solo manda la ley religiosa, que estipula que únicamente el marido puede conceder el divorcio. Sin embargo, Elisha, no está dispuesto a aceptarlo. Viviane tendrá que luchar ante el Tribunal Rabínico para lograr lo que ella considera un derecho. Así se verá inmersa en un proceso de varios años en el que la tragedia competirá con lo absurdo y absolutamente todo se pondrá en tela de juicio.

CRÍTICA: Un intento de separación

Allá por el año 2004, los hermanos Ronit y Shlomi Elkabetz debutaron en la dirección de largometrajes con el drama familiar 'To Take a Wife', cuyo inicio era, por lo menos, impactante. Viviane, sacrificada madre de familia, le pedía el divorcio a su marido, Eliahou... a pocos días de la celebración del Shabbat. Y como suele decirse en estos casos, nunca es buen momento para este tipo de ocurrencias, aunque claro, los hay -mucho- peores que otros. Como era de esperar, la noticia corrió como la pólvora, y saltaron todas las alarmas. Aquella blasfemia no podía consentirse de ninguna de las maneras. No a las puertas del Shabbat. De modo que ahí se plantó la familia al completo. La de él y la de ella: en casa de Viviane, para convencer a la pobre mujer de que lo suyo, en realidad, no eran más que nervios acumulados, que aquello ya se le pasaría, que algunas decisiones más valía meditarlas a fondo...

... Y toda esa basura (porque esto es lo que es) que hay que tragarse con tal de no alterar el orden natural de la sacra institución (mental) familiar, no vaya a ser que se acabe el mundo de un día para otro. Por increíble que parezca, el cosmos vivió para contarlo, y una década más tarde, aquí nos encontramos casi todos, en los tribunales, para ver si a la histérica se le ha pasado el ataque o si por el contrario, sigue decidida a llevar el capricho hasta sus últimas consecuencias. Aunque parezca mentira, estamos en 2014 (casi), y los Elkabetz acaban de presentar su tercera película, 'Gett: El divorcio de Viviane Amsalem'... y nos damos cuenta de que sí, seguimos en las misas. El lapso temporal entre una obra y la otra es la primera broma (cruel, donde las haya) de otras muchas preparadas por los directores y guionistas para con su protagonista femenina. El humor será judío y tendrá todas las etiquetas que a uno le parezcan convenientes, pero efectivamente, y siempre desde la distancia (divina) del espectador, el drama (en este caso, el de un encierro) puede adquirir tonalidades de comedia.


Y que vaya esto por delante, 'Gett: El divorcio de Viviane Amsalem' es una señora tragedia, tan fiel a su naturaleza que la cámara no abandonará jamás el campo de batalla. Durante las dos horas de metraje, los tribunales van a convertirse, como sucede con otros muchos matrimonios, en el único (y último) refugio de un ser moribundo que, para mayor (des)gracia no exenta de mala hostia, se resiste a morir. Pero Viviane lo tiene claro y meditado. Tanto que ya lleva años viviendo separada de Elisha, sin apenas dirigirle la palabra, faltaría más. Su marido le corresponde con el mismo trato, con lo que parece que el caso está visto por sentencia... pero no. Él se niega a colaborar, y parece que ni a tiros va a dar su consentimiento para terminar, de una vez por todas (que ya va siendo hora), con la relación. Falta pues, un requisito fundamental para terminar con el maldito calvario.

El -auténtico- problema está en que de lo que se trata aquí no es de alcanzar el consenso, sino de hacerse, por lo menos, con la colaboración de la parte que obviamente cuenta más que la otra. Siguiendo de cerca (a la misma distancia a la que nos sitúa el mejor teatro, pero con una conciencia y ejecución cinematográficas igualmente exquisitas) un litigio que entre broncas, revelaciones, testigos y recesos más o menos elípticos, se va alargar durante años (que se deben sumar a la cuenta que nos traíamos de la citada 'To Take a Wife'), Ronit y Shlomi Elkabetz, quienes han perdido en exaltación y ganado en temple, ponen la lupa sobre un factor humano que, como no podía ser de otra manera, reflejará las miserias de una comunidad que parece no querer reconocer la fecha que marca el calendario. En 'Gett: El divorcio de Viviane Amsalem', hay mucho de denuncia, pero muy poco de subrayado o de cualquier otro condicionante que pueda influir en el juicio de la audiencia.

Los hechos (así como el tratamiento que éstos reciben) hablan por sí solos, lográndose así lo más difícil: una imparcialidad que supera las limitaciones del punto de vista narrativo. La -inútil- intromisión de la liturgia de la esfera divina (pausa para las risas) en los asuntos terrenales y el -raquítico- peso de la mujer en una sociedad que se las da de moderna, pero que en realidad está más estática que la mayoría de planos que configuran el filme en cuestión. Caen ambos frentes sobre la trama por el aplastante peso de la lógica, y forman, inevitablemente, el leitmotiv de un absurdo casi kafkiano tras el cual nos espera la más oscura de las amarguras. Ésta saldrá a relucir, como sucede con el mejor Asghar Farhadi, a través de un diálogo que, una vez más, se descubre como la mejor herramienta para descubrir una verdad que desgraciadamente supera a cualquier personaje. Se nos podría estar hablando de la sumisión de la mujer hacia el hombre (y efectivamente), pero en realidad la damnificada que más debería dolernos es la de la razón frente a un sinsentido tan ancestral como -desesperantemente- tóxico. Definitivamente, esto es un drama (judicial, familiar... humano): donde debería haber separación, sigue habiendo convivencia forzosa.

Nota: 7 / 10
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lourdes lulu lou

"¡Dame mi libertad! ¡Dame mi divorcio, por favoorrr...!; pide, grita, llora que no por más lágrimas, ruegos o lamentos éste te será concedido, lloros que no llegan al corazón de quienes no tienen consideración por tu persona.
Como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer, se nos presenta este terco y rudo marido, de pocas palabras pero puño firme, que no permite dar rienda a la petición de divorcio de su adueñada esposa, una estéril sala de juicio, dos mesas, un abogado para cada parte y los testigos correspondientes, más una condenada esposa que suplica por su libertad ante un tribunal que la ridiculiza dando vueltas, rondando el tiempo y alargando este inmerecido infierno, de petición oída pero ni escuchada ni atendida, hasta los siglos de la paciencia y el colmo de la saciedad.
"La vida de todo hombre está en juicio" pero, he aquí el ensañamiento contra la voluntad de una atrevida mujer, valiente e inteligente, que lucha con todas sus fuerzas, y desespero, por su respeto y dignidad, un agónico levantar la voz que procede de una tortura emocional que se implora acabe.
"¿Se puede vivir con alguien que no te ama?" Si, cuando, tu mayor afán es ese deseo colérico de conservar tu poder, tu atadura, de prohibirle tener una existencia propia a tu pareja, al margen de tu manejo y control, amor mancillado vuelto aversión y rabia ante la posibilidad de avance, de estar con otro, posesión que no se cede, dominio que se amarra y no se suelta pues lo único que queda es esa cuerda de la que no se desprende ya que, tras ello, sólo queda un vacío torrencial, hueco de soledad que es mucho peor que el desprecio y el odio pues, en la nada sentimental no hay compañía, sólo aturdimiento y miedo de estar uno consigo mismo en su amarga y triste penumbra.
"Armonía doméstica, es todo lo que importa", sentencia ejemplo de los derroteros por los que se mueve el tribunal y su loco interrogatorio, un caótico proceder sin pies ni cabeza ni ley que les ampare, excepto el trono altivo de empuñadura de hierro del hombre que maneja y deshace a su anhelo, voluntad y gusto, un inagotable y exasperante pasar meses y citas, más meses y demandas que siguen sin ser atendidas por una risotada de procedimiento que irrita y enloquece.
Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz realizan un trabajo espléndido, meticuloso y devorador cuya adrenalina va, lentamente en aumento, cuyo interés se capta al instante para no ser excarcelado hasta final de esa requerida y necesaria sentencia para esta austera y sencilla, intensa y penetrante, loable y efectiva representación suprema de una prisión mortífera cuyo carcelero no está dispuesto a entregar las llaves ni abrir las puertas para que pueda salir y respirar, por si sola, de un eterno e inmerecido castigo, esta orgullosa y altiva agredida víctima que no descansará ni cesará en su empeño de libertad.
Una fabulosa, Ronit Elkabetz, también como actriz protagonista, exquisita figura de manos atadas y palabra ignorada, ardiente inutilidad que desquicia y maltrata el alma, genial serenidad puesta a prueba artífice de toda tu empatía, amparo y defensa, emoción contenida y despropósito con mayúsculas por el que se mueve este sabio guión -obra del fantástico dueto mencionado-, realista, humano y demoledor, de hábil texto, básico e irrascible, doliente en su manifiesta estancia cómoda y relajada, reflejo fiel de la impotencia más agria y dura que se pueda imponer a una mujer, de carácter moral, que se conoce, que demanda y solicita un futuro mejor.
Cortante impresión que eclipsa toda tu esencia, absurdo planteamiento de un veraz escenario que te traslada a tiempos remotos de un presente muy actual y vívido, repugnancia devastadora que desconsuela y hiela al tiempo pues, su desfachatez, provoca una tímida sonrisa, de humor agrio, ante la charanga expresada que, inmediatamente es interrumpida ante el delirio y disparate de lo compuesto y ofrecido.
Tensa, conmovedora, feroz en su dictatorial pasividad brilla por sí misma, requerida urgencia que se toma su espaciado tiempo para frustración y locura de todos en una tierra, Israel, que aporta ese toque social, exclusivo y particular, de sus maneras de resolver y aplicar, educadamente despiadada se mueve en un único escenario de incesante noria que repite movimientos sin avance ni resolución, como loro pesado que espera que, la presente, desista de su requerimiento y decisión.
Estar casada, sinónimo de obedecer y callar, potente muestra de una actualidad cercana que utiliza la simpleza de las formas, la dureza de los diálogos, la contención de los silencios, el dictamen de las miradas, la vergüenza de los mandatos para exhibir una injusticia legal que premia al verdugo y castiga a la víctima, rígida batalla, cortante, seca, tirante y atroz por la falleciente espera, el doliente compás y la inagotable repetición de un circo donde se pretende domar y poner en cintura a la osada mujer que reclama derechos y ser dueña de su propia vida.
Disfruta de este molesto llamar, impertinente y cañonero, al amor propio, incordio incesante por la honra, irritante solicitud de dignidad, saborea su cargante fastidio, goza de su resquebrajarse, aguante la llegada de su solucionar pues nunca una mujer armó tanto revuelo al querer caminar sola, por su válido y capaz pie de andadura segura y estable.
"La libertad, Sancho, es uno de los mayores dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que la tierra encierra y el mar encumbre; por libertad, así como por la honra, se puede aventurar la vida; por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres" Miguel de Cervantes.
Gett, la dura, áspera e incansable petición de libertad de Viviane Amsalem.
lou
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Beyond

Pues aunque me ha gustado... me esperaba más. La vi con expectativas de que se convirtiera en una de mis películas preferidas del año y no ha sido así. Pese a ello, me ha parecido interesante, reflexiva, divertida y muy bien ejecutada. Lo malo es que el tema de denuncia nos puede quedar un poco lejos, ya que muchos de los argumentos que ofrecen durante el juicio serían impensables en nuestra sociedad. Eso sí, sorprende que juicios como este puedan ocurrir en otros lugares en pleno siglo XXI.

Le doy un 7.
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Wanchope

Cita de: Beyond en 31 de Diciembre de 2015, 05:04:53 AM
Lo malo es que el tema de denuncia nos puede quedar un poco lejos, ya que muchos de los argumentos que ofrecen durante el juicio serían impensables en nuestra sociedad. Eso sí, sorprende que juicios como este puedan ocurrir en otros lugares en pleno siglo XXI.

Aunque a mi me gustó mucho, es cierto que lo del tema cultural es "jodido" dado que la mitad de los argumentos, en España, suenan absurdos. La propia manera de actuar del tribunal o el desarrollo del proceso son (en apariencia) de chiste.
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