Rabia

Iniciado por ÁngelNeg, 28 de Noviembre de 2010, 06:38:25 PM

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ÁngelNeg

RABIA


Rabia medio contagiosa

Sebastián Cordero (Ratas, ratones, rateros) ya había demostrado con su anterior ejercicio de 2004, Crónicas un estilo definido de lo que podrían ser sus futuras obras. Un estilo sombrío dado sobre el thriller de carácter criminal que le permitiera en todo caso poder concesionar una historia conjunta a la par que la tragedia se apodera de la imagen y el guión aunque lineal abastece del suficiente drama para hacer incesante una obra sin desbordarse hacía los excesos.

Rabia (España/México/Colombia-2009), su tercer largometraje se mueve por ese camino, un camino que resulta efectivo, pero que no deja de resultar curioso cómo a pesar de haber semi desarrollado un estilo, y no intentando moverse por lugares comunes, la cinta se encuentra en un lugar muy cómodo quedando el género que representa algo vago por la no adecuación del contexto a un poco más de contundencia narrativa. Aún con ello, Rabia desfila sin problemas en pantalla.

En la cinta, José María es albañil y Rosa empleada doméstica interna. Son inmigrantes sudamericanos, trabajan en España y desde hace pocas semanas son pareja. José María, quien tiene personalidad volátil, tiene un enfrentamiento con su capataz, que termina con la muerte de este último. José María entonces se refugia a escondidas en la mansión donde trabaja Rosa.

En el desván abandonado, José María comienza una vida secreta. Entre fantasma y "voyeur", escucha y mira todo, consciente del riesgo de ser descubierto; pero al descubrir una segunda línea de teléfono en la casa, le llama a Rosa todos los días. Desde las sombras presencia la cotidianeidad de Rosa en el trabajo y los abusos de los que es parte. Sin poder hacer nada, José María observa todo sin poder actuar, mientras su rabia crece...


Cordero adapta la novela de Sergio Bizzio haciendo una correcta aunque extraña mezcla de géneros que va desde el thriller criminal hasta el mismo drama romántico con una precisión bastante sólida y eficaz que avanza con el poco a poco del metraje hasta inquietar de la manera más profunda al espectador. Lo anterior no quita desde luego que en ocasiones el mismo guión al pecar de sombrío y algo pretencioso, haga uno que otro charco narrativo.

En resumen, Rabia es una casi perfecta puesta en escena por parte del director hacía un tema escarpado y escabroso manejado con particular ahínco a la hora de racionar cada uno de los elementos en pantalla, desde la sutil música de Lucio Godoy, la fotografía fría de Enrique Chediak, el diseño de Eugenio Caballero y una magistral actuación de Gustavo Sánchez Parra. Hasta ahora el mejor ejercicio de Cordero aunque casi a la par de Crónicas en un pobre sentido de argumento y arriesgue en el manejo total del desarrollo de la trama de principio a fin sin terminar dirigiendo el producto a un verdadero drama televisivo.
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~ΣDU~

Impotencia impotente

Rabia e impotencia, sí, pero también fallida y tediosa. Discreto drama protagonizado por una pareja (Martina García y Gustavo Sánchez Parra) de inmigrantes sudamericanos que trabajan -o al menos lo intentan- en España. Obviamente, su estancia aquí no es fácil socialmente, siempre siendo presa fácil de aquellos retrógradas que siguen sin aceptar que un inmigrante puede ser mejor persona y que tiene los mismos derechos que ellos. Tras esta pequeña declaración de intenciones para con nuestros inmigrantes, vamos allá con lo que dio de sí el filme.

El tema del racismo era caldo de cultivo para la película y éste está a mi gusto desaprovechado. Es cierto que toda la trama gira en un terreno hostil para nuestros protagonistas por razones claras (al principio para él, luego para ella), pero la ineficacia de un guión de pacotilla acaba matándola, abocando a una temática realmente inclasificable. A medida que pasan los minutos todo se enturbia y resulta demasiado incómodo para el espectador meterse en la aturdida mente del protagonista. Su comportamiento no es defendible éticamente, por eso me repatea que parezca el héroe del cotarro. Además, la verosimilitud en algunas escenas queda bastante entredicha y el desarrollo de los personajes secundarios es de auténtica pena. Lo más curioso fue haber visto a una Concha Velasco por la que parece que no pasan los años y a Icíar Bollaín, de la cual desconocía su faceta de actriz. Película para olvidar, aunque no la triste temática que vagamente aborda.

Un 4.25/10


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