"La apuesta" Capítulo 1

Iniciado por juanluis, 06 de Marzo de 2010, 11:22:49 AM

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juanluis

  Aquí tenéis un nuevo relato. Consta de seis capítulos.




                                                                              1


            Carlos García Martín soñó el 15 de Julio de 2006 que se hallaba sentado en un banco de la Plaza Alta, detrás del cual había una pared a cuyo final se encaramaban dos bailarinas vestidas de azul, cayendo la segunda de ellas al suelo fracturándose una pierna. La atención pasó al blanco del hueso y al rojo de la sangre, y finalmente apareció por allí un médico millonario que diagnosticó su estado con un término inglés.
Su afición al psicoanálisis le llevó a intentar interpretarlo, y concluyó que Zinedine Zidane a quien hacía poco un periodista deportivo había comparado con un bailarín era el causante de la aparición de dos seres humanos bajo esa forma. El azul de sus vestidos se debía al color de la camiseta de Italia y Francia, que habían disputado hace poco la final del Mundial de Alemania, bajo la profunda sospecha de participación en apuestas ilegales de varios jugadores transalpinos. El sueño indicaba a Carlos la posibilidad de participar él en una apuesta ilegal, mediante el blanco y el rojo, del hueso y la carne, colores ambos de la camiseta del equipo de su ciudad, a cuyo entrenador conocía, y que vio por última vez desde el banco donde estaba sentado en el sueño. Por último, el sueño también ponía a su disposición el dinero para llevar a cabo tal acción, ya que un mes atrás había hablado a un primo suyo arquitecto y adinerado de una apuestas llamadas surebets , en las que se ganaba siempre debido a la falta de acuerdo entre las distintas casas de apuestas sobre las posibilidades de los equipos enfrentados, y así, ese término inglés cuya traducción es apuesta segura, le proporcionaría un dinero tan seguro como seguro sería el que ganaría participando en una apuesta fraudulenta .Por lo tanto el contenido latente del sueño alentaba a Carlos a organizar una apuesta.
Aun en la cama casi estalla de la risa por los disparatados deseos desvelados por el sueño. Se levantó, y fue hacía el baño, pero estaba su madre dentro, por lo que se dirigió a la terraza desde donde observó los coches, la gente bien vestida típica del centro, el asfalto, los carteles de las tiendas, y las impecables fachadas; elementos que retrotraían el pensamiento de Carlos hasta los grandes logros de la humanidad, y a sus ganas por ganar dinero. Escuchó el ruido de la puerta al abrirse y se dirigió al baño. Se aseó, desayunó, y salió a la calle.
Carlos trabajaba en una inmobiliaria a comisión, carecía de sueldo fijo y de cotización a la Seguridad Social. Tampoco tenía titulo universitario, pues durante su época de estudios había estado mas pendiente de emborracharse y drogarse con sus amigos que de estudiar, y así el fallecimiento de su padre hacía dos años le había pillado con apenas cuatro asignaturas aprobadas. Para colmo no tenía ni carnet de conducir, ni vehículo propio, por lo que no podía optar a ciertos trabajos comerciales conocidos por anuncios donde había sueldo.Le quedaba la opción de ser camarero o peón de albañil, pero cierta altanería, mas achacable a las características propias de las clases medias que a la falta de virtud personal, provocaba la huida de estos trabajos. Se maldecía por no haber estudiado, pero en la juventud las consecuencias de la falta de previsión nos corrigen poco, a pesar de que las veamos como en un teatro con el telón permanentemente levantado en las generaciones anteriores.
Llegó a la inmobiliaria, saludó a sus compañeros, y se sentó en una de las mesas habilitadas para los comerciales. Tenía un pedido de una profesora, y pensaba dedicarle tiempo porque las profesoras son inquilinas muy deseadas, mas incluso que los profesores por ser mas cuidadosas ellas que ellos. Buscó en el archivo y encontró un apartamento libre, llamó y al descolgar sonó una voz masculina.
- ¿ Diga?
- ¡ Hola!, le llamo de la inmobiliaria La Bahía por un apartamento que según mis datos está libre.
- Sí, en principio sí. ¿ Para quien sería?. Te lo pregunto porque el año pasado metí a un estudiante, me rompió un cristal, y además con las juergas que montaba no dejaban dormir a la vecina.
- Pues sería para una profesora. Tiene muy buena pinta.
- ¡Buena pinta tienen todos!. ¡Olvídalo!. La mensualidad sería de 400 euros, esta muy bien equipado, y tiene la comunidad incluida. El agua y la luz son aparte. Y otra cosa, no podría entrar hasta septiembre porque en verano es para mí.
- ¡No se preocupe!, ella lo quiere para septiembre, si busca ahora es para evitar problemas mas tarde. Entonces le llamo, y si ella está de acuerdo le vuelvo a llamar a usted y concertamos una cita.
- ¡ De acuerdo!.
- ¡ Muy bien ¡, ¡hasta luego!.
- ¡ Hasta luego!.
Yolanda, nombre de la profesora, estaba interesada en ver el apartamento por lo que Carlos quedó con el propietario en que los recogería en la puerta del Parque María Cristina, ya que ella tampoco tenía coche. Carlos llegó cinco minutos antes para evitar cualquier queja y que la gestión se produjese. Llegó puntual, y mientras esperaban, Carlos no podía dejar de fantasear con Yolanda, que era bastante atractiva. Le pasaba con todas sus clientas, continuamente pensaba en un encuentro sexual en los pisos que enseñaba, especialmente cuando enseñaba el dormitorio principal. Algunas incluso le impresionaban bastante, y se imaginaba novio de ellas, pues la buena educación nos hace comportarnos en sociedad mostrando virtudes puramente teatrales como la simpatía, y escondiendo nuestros seguros defectos. Por eso a veces quedaba prendado entre sonrisas y buenas maneras.
El propietario se presentó con un poco de retraso. Subieron los dos, y presentó a ambos. Por el camino iban hablando del apartamento con la inevitable inercia hacía sus propios intereses, y durante los instantes donde parecía haber poco acuerdo entre las partes Carlos sentía apagarse todo su ánimo. Aparcaron, y anduvieron unos doscientos metros hasta la puerta del apartamento. Al abrir la puerta, el propietario dejó ver un sofá, un par de sillones y una mesa dispuestos en forma de u sobre un mueble con un televisor. Detrás del salón y en la misma habitación había una barra, con dos bancos por un lado, y la cocina por el otro.
- Como podéis ver esta bien equipado. Tiene lavavajillas, y vitrocerámica , además entra mucha luz, y el suelo es de mármol. Al ver que no había ningún comentario, se dirigió hacía la derecha para enseñar el baño, y el dormitorio, lugar donde se produjo un largo diálogo entre ambos para acordar un precio, ya que Yolanda quería una rebaja. Durante la negociación Carlos esperaba angustiosamente un exitoso final. Afortunadamente el propietario cedió, y acordaron que 350 euros sería el precio.
A las ocho y media de la tarde salían de la inmobiliaria con el contrato firmado y habiendo pagado la mitad de una mensualidad cada uno.
Un compañero de trabajo le preguntó directamente.
- ¿ Cuanto?.
- 210 euros. Pero así no se puede trabajar, el mes pasado no hice nada. Necesito algo seguro todos los meses.
- Yo estoy igual, este mes en blanco. Por lo menos cogí 700 de una venta el mes pasado.
Se hizo un silencio lleno de resignación, cortado por su compañero Andrés,
- ¡ Oye ¡, ¿ vas a jugar a fútbol esta temporada?.Los dos jugaban a fútbol en una liga local amateur, aunque en equipos distintos.
- ¡ Sí!, ¡ a ver si gano este año!.Llevo diez años jugando, y lo máximo ha sido un tercer puesto hace cinco.
- Yo una vez quede segundo, pero tampoco lo he ganado nunca.
- ¡ Hay nivel!, apuntilló Carlos.
- Sí que lo hay. De hecho hay alguno que otro que si no fuera por las mujeres y el alcohol podría estar ganándose la vida jugando.
- ¡ Ya lo creo!. ¿ Conoces a Jorge Ramirez?, uno alto, con rizos rubios, que jugaba de delantero centro en mi equipo.
- Se quién es pero no lo conozco personalmente.
- Ese chaval se pillaba unas cogorzas de espanto, una vez lo ví frente a la Policía Local de rodillas, con los pantalones bajados y gritando "cabrones", ¡ no veas como corría cuando salieron!.
- ¡ Ja, ja!. En mi equipo había hace años uno que era un auténtico mago con el balón, pero todos los viernes y sábados sin excepción, ¡de verdad !, ¡ sin excepción! , acababa completamente borracho, unas veces lo veías tirado en el suelo, otras durmiendo en las discotecas, ¡ siempre!, ¡en serio!,¡siempre!.
En ese momento entró por la puerta el jefe, saludo a ellos y a su secretaria, y entró en su despacho dejando la puerta abierta. Carlos golpeó dos veces antes de recibir permiso.
- ¡Ismael!, hoy he hecho un alquiler.
- ¿Sí?, ¡perfecto!.
Dejó sobre la mesa 140 euros, Tenía un acuerdo con su jefe según el cual se quedaba con el 60% si pagaba sus llamadas. Su jefe cogió el dinero y tuvo una pequeña conversación sobre gestión inmobiliaria, luego salió del despacho, y preguntó a Andrés si quería tomar algo, Andrés asintió y se encaminaron hacía un bar cercano, se sentaron y pidieron un par de cervezas.
- ¿ Oye sigues apostando por Internet?, preguntó Andrés después de haberse bebido la mitad de la cerveza del primer sorbo.
- Sí.
- ¿ Y que tal?.
- ¡Muy bien!, gano poco, unos treinta euros al mes, pero me divierto mucho. Seguramente si no ganase seguiría jugando porque es muy entretenido.
- ¿ Y apuestas de esa forma que me comentaste?.
- Sí.
- ¿ Y como era exactamente que no la recuerdo?.
- Pues consiste en apostar mas cuando pierdes y menos cuando ganas porque si apuestas siempre lo mismo la casa de apuestas termina ganándote. Imagínate que apostamos diez veces un euro a una cuota 1.5, recuerda que la cuota es el número que multiplicamos por la cantidad apostada si acertamos, por ejemplo si apostamos 1 ganamos 1.5.Si apostamos diez veces ganaremos seis y perderemos cuatro, por lo que tendremos 3 euros ganados de las seis veces que ganamos menos los cuatro euros de las veces que perdemos. Total , un euro de pérdida.
- ¿ Y como sabes tu que ganaremos seis y perderemos cuatro?.
- Porque he comprobado muchas veces que las cuotas 1.5 se corresponden con un porcentaje del 60%, y lo he comprobado en cincuenta o sesenta apuestas, no en unas pocas. Por eso para ganar necesitaríamos que nos pagasen los aciertos que tienen una frecuencia de un 60% a una cuota mayor.
- ¡ Y aquí es donde entra en juego tu forma¡.
- Sí, porque si aumentas cuando pierdes, y disminuyes cuando ganas al final acabas teniendo mas dinero apostado cuando has ganado que cuando has perdido, y así nivelas, incluso superas a la casa de apuestas.
- Es como apostar en la ruleta a rojo o negro, apostando 1,2,4..., y así hasta que ganes.
- Igual, pero con otra cuota.
- ¡Pero se te puede acabar el dinero!.
- ¡Ese es el gran peligro!. Por eso no hay que obsesionarse con recuperar todo lo perdido en una sola apuesta, sino que si tienes una mala racha, hay que tener la paciencia necesaria para ir recuperando poco a poco lo perdido. En el ejemplo de la ruleta se puede apostar tres en vez de cuatro si pierdes dos veces seguidas para recuperar lo perdido pero sin obtener beneficios.
- ¡ Invítame a otra cerveza!.
Llamaron al camarero, y les trajo otro par.
- Pues igual me animo a apostar Carlos, además me dijiste que había una página donde nos daban dinero de regalo a los dos si tu me recomendabas ¿no?.
- Sí, cuando estés decidido me lo dices, y te digo lo que tienes que hacer.
- Por cierto Carlos, y esa chavala que venía a buscarte, ¿ como se llamaba?, ¡ María!, ¿ ya no estás con ella?.
- Estamos de coletazos.
- ¿ Coletazos?.
- ¿ Has visto los peces golpeando el suelo con la cola antes de morir?, ¡ pues eso!, nos vemos de vez en cuando pero tarde o temprano se acabará.
- Eso es muy típico, ¡estamos!, ¡ ya no estamos!,¡volvemos a estar!..., hasta que se acaba.
- ¡Pues era muy guapa¡, ¡lástima que no os vaya bien!.
Siguieron conversando un poco, tomaron una tercera cerveza, y habiéndose hecho de noche se despidieron y fueron cada uno para su casa.
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