Vi La Amenaza Fantasma, Monsters, Inc., Atlantis, la primera entrega de Harry Potter y otras más, pero no me acuerdo del todo claro. Hay muchos recuerdos nebulosos anteriores a este, pero el que más atesoro fue cuando tenía ya nueve años. No era la primera vez que veía magia en el cine, ni la primera vez que estaba al borde del asiento. Ni siquiera era la primera vez que aplaudía o 'vivía' la película. Fui con mi tía, la hermana de mi madre, a ver la tercera entrega de El Señor de los Anillos, en uno de los cines nuevos en Monterrey (México), una sala de las grandes cadenas. Había visto las películas anteriores, pero nunca había visto un evento cinematográfico cómo ese. Ese día estuve ahí las 3 horas que duraba la película (fue de las primeras funciones que vi sin intermedio), y me perdí en el viaje en tierras de Tolkien animadas por Peter Jackson. Decidí que algún día quería hacer algo así. Se prendió un cerillo en la oscuridad de la sala (Y tras poco tiempo, las hogueras habían llevado el fuego de alerta a Minas Tirith).