Os dejo el último artículo de mi blog a ver qué os parece. Por si os es más fácil verlo allí os dejo el enlace https://hablasconmigo.wordpress.com/2013/03/11/cine-espanol-nadando-entre-imposibles/ Saludos a todos
"El cine español es malo" ¿Quién dijo eso? Yo desconozco la primera persona que puso en su boca esa frase, pero sí sé que pulula por ahí, que se comenta, que se sabe y que va de una calle a otra con una impermeabilidad asombrosa en su mensaje. Pero qué está pasando en nuestro cine, ya no hay coplas, ya no hay pequeños ruiseñores... ¿Ahora qué?
Pajares y Esteso quedaron lejos. Sin desmerecer la función que cumplieron en la sociedad, la de aliviar tantos años de 'tápese el tobillo señorita' con sus sonrisas burlonas enmarcadas en desnudos, queda claro que lo que la industria hace en estos momentos es completamente antagónico a lo que en aquellos años se veía; aunque el humor sigue estando muy presente con títulos como la saga Torrente, que se ha convertido en un auténtico fenómeno capaz de multiplicar cada fotograma por miles de verdes. Pero no es la nota dominante, y es que la diversificación temática y estética se cuenta hoy por número de salas.
Éxito por billetes
106 millones de recaudación, esa es la cifra que recordaremos de nuestro cine en 2012. Hablamos de un buen número sin duda, pero a nadie se le escapa de donde viene tal 'oasístico' panorama, y es que es 'Imposible' hablar de este 2012 sin contar con Bayona, que por si solo ha hecho casi la mitad de esa alabada cantidad. ¿Y qué ha hecho este cineasta para tener tal honor? Pues romper con los límites, ha hecho una película 'no española'. Ojo, no se me confundan, es española sí, ¿pero alguien imaginaba que un desastre natural tuviese el sello de nuestra industria? Desde el Coloso en Llamas, pasando por Twister, con Armagedon y tocando otras más recientes como Soy Leyenda; dejo fuera las que tratan de marcianos, que también hay muchas y algunas infumables; todas ellas extranjeras y taquillazos aquí. Pues bien, no en 2012, este año Bayona nos ha traído el desastre desde nuestro barrio para demostrarnos que otro cine es posible.
Para muchos hablaré de 'norteamericaneizarse', de llevar a gente a su butaca a base de obnubilar, de dejarles tan impresionados que vayan sólo por ver esos efectos y esa ola. Pero no es así, la calidad del cine no disminuye por hablar de superproducciones ni aumenta por ser cine de autor.
Como ya he dicho, a nadie se le ha olvidado nombrar el '106' desde los entresijos de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, no hubo más que ver los pasados premios Goya; sin embargo, reducir el análisis a un número me parece demasiado cuadriculado. Al igual que en otros años han dejado claro que el éxito de nuestro cine se medía por su calidad y repercusión en el mundo, en este no deberían haber reducido su discurso a una cifra. Aunque todos sabemos por qué lo han hecho así.
Tijeretazo
Toca apretarse el cinturón y el cine no se libra. Como todo lo que suena a cultura, sanidad y demás cosas innecesarias para los que mandan, el recorte en la industria de la gran pantalla fue el pasado año del 35%, o lo que es lo mismo, de 76 millones pasaron a 49. Claro que muchos dirán que ese dinero sigue siendo una barbaridad, pero alguien se ha parado a pensar cómo se maneja este tema más allá de nuestras fronteras, serán pocos seguro. En Francia la inversión es 7 veces mayor y en EE.UU. estas suponen 1.020 veces más de lo que se invierte aquí. Estos datos chocan sin duda con el hecho de que España sea el cuarto país en producción europea y noveno mundial. Y diciéndolo más claro, las subvenciones suponen sólo el 16% de lo que se invierte en España, el resto es dinero privado. Pese a todo, tenemos el país que más directores noveles saca cada año.
No puedo obviar el tema descargas. Para los que hacen guiones, dirigen y demás es Satanás hecho P2P; un enemigo a eliminar, pero se equivocan. Para empezar los datos no engañan, y es que en nuestro país la inmensa mayoría de filmes descargados son extranjeros; en segundo lugar, la promoción gratuita que proporciona la red es ilimitada, ya que más de uno se acerca al cine después de que un amigo le comente lo buena que es una cinta, y este segundo se va a verla al cine; y por último, no hay que dejar atrás que se trata de un medio que da voz a aquellos jóvenes, o no tanto, que llevan un director dentro pero no tienen medios ni apoyos para mostrarlo. Que sí, que la gente tira de Internet para ver cine, pero ni es tanto como quieren hacer creer ni es todo tan negativo.
Promoción versus emoción
Mi realidad es que cada año hay películas españolas malas, porque las hay, y puede que más de la mitad, pero no lo son menos las que llegan desde fuera de las fronteras, esas cuya promoción a veces es brutal, tanto que anula cualquier juicio clínico para acabar resumiéndose todo en un: "joder, si tanto la anuncian habrá que verla"; y luego... llega El Hobbit, tanto bombo para tanta pena, en cuestión de semanas la expectación se torna en crítica feroz hacia un título que parecía que iba a comerse las taquillas. Hago esta mención porque este es uno de los puntos de mayor distanciamiento; sólo hace falta salir a la calle y mirar carteles, autobuses y demás soportes publicitarios para darse cuenta de que muchas cintas españolas se promocionan con lo justo; incluso puedes ver el telediario de mediodía y enterarte que esa semana se estrenan tres películas españolas que no te suenan de lejos, ahora, que Skyfall merecía 3.000 reportajes...
Hablar del cine español como un superviviente es posible, pero ni más ni menos que cualquier otro. Resulta que hace dos años era todo un desastre, descenso de espectadores, recaudación irrisoria y demás cuentas, y ahora en 2013 se arregla; pero es que esto mismo ya pasó en 2008, con un gran ascenso en la cuota de pantalla, y al contrario en 2002, cuando se perdieron seis millones de espectadores con respecto a 2001. En definitiva, hay altibajos como en todo, años mejores y años peores, pero no es más que reflejo de lo que opina el público, ya no por la calidad de los filmes, sino por la aceptación de éstos.
Si hay algo alarmante es el prejuicio que se tiene de puertas para dentro, cuando justo al revés es opuesto, y es que una vez pasada la frontera nos ven como una de las industrias con mayor caché. No en vano, la recaudación lejos de España ha doblado en los últimos años a la casera, algo que deja claro que algo se debe estar haciendo bien, aunque sea sólo una cosa. Nuestro cine no está en crisis, simplemente está falto de cariño y de una oportunidad.
Datos obtenidos de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles (FAPAE) y del Ministerio de Cultura.
"El cine español es malo" ¿Quién dijo eso? Yo desconozco la primera persona que puso en su boca esa frase, pero sí sé que pulula por ahí, que se comenta, que se sabe y que va de una calle a otra con una impermeabilidad asombrosa en su mensaje. Pero qué está pasando en nuestro cine, ya no hay coplas, ya no hay pequeños ruiseñores... ¿Ahora qué?
Pajares y Esteso quedaron lejos. Sin desmerecer la función que cumplieron en la sociedad, la de aliviar tantos años de 'tápese el tobillo señorita' con sus sonrisas burlonas enmarcadas en desnudos, queda claro que lo que la industria hace en estos momentos es completamente antagónico a lo que en aquellos años se veía; aunque el humor sigue estando muy presente con títulos como la saga Torrente, que se ha convertido en un auténtico fenómeno capaz de multiplicar cada fotograma por miles de verdes. Pero no es la nota dominante, y es que la diversificación temática y estética se cuenta hoy por número de salas.
Éxito por billetes
106 millones de recaudación, esa es la cifra que recordaremos de nuestro cine en 2012. Hablamos de un buen número sin duda, pero a nadie se le escapa de donde viene tal 'oasístico' panorama, y es que es 'Imposible' hablar de este 2012 sin contar con Bayona, que por si solo ha hecho casi la mitad de esa alabada cantidad. ¿Y qué ha hecho este cineasta para tener tal honor? Pues romper con los límites, ha hecho una película 'no española'. Ojo, no se me confundan, es española sí, ¿pero alguien imaginaba que un desastre natural tuviese el sello de nuestra industria? Desde el Coloso en Llamas, pasando por Twister, con Armagedon y tocando otras más recientes como Soy Leyenda; dejo fuera las que tratan de marcianos, que también hay muchas y algunas infumables; todas ellas extranjeras y taquillazos aquí. Pues bien, no en 2012, este año Bayona nos ha traído el desastre desde nuestro barrio para demostrarnos que otro cine es posible.
Para muchos hablaré de 'norteamericaneizarse', de llevar a gente a su butaca a base de obnubilar, de dejarles tan impresionados que vayan sólo por ver esos efectos y esa ola. Pero no es así, la calidad del cine no disminuye por hablar de superproducciones ni aumenta por ser cine de autor.
Como ya he dicho, a nadie se le ha olvidado nombrar el '106' desde los entresijos de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, no hubo más que ver los pasados premios Goya; sin embargo, reducir el análisis a un número me parece demasiado cuadriculado. Al igual que en otros años han dejado claro que el éxito de nuestro cine se medía por su calidad y repercusión en el mundo, en este no deberían haber reducido su discurso a una cifra. Aunque todos sabemos por qué lo han hecho así.
Tijeretazo
Toca apretarse el cinturón y el cine no se libra. Como todo lo que suena a cultura, sanidad y demás cosas innecesarias para los que mandan, el recorte en la industria de la gran pantalla fue el pasado año del 35%, o lo que es lo mismo, de 76 millones pasaron a 49. Claro que muchos dirán que ese dinero sigue siendo una barbaridad, pero alguien se ha parado a pensar cómo se maneja este tema más allá de nuestras fronteras, serán pocos seguro. En Francia la inversión es 7 veces mayor y en EE.UU. estas suponen 1.020 veces más de lo que se invierte aquí. Estos datos chocan sin duda con el hecho de que España sea el cuarto país en producción europea y noveno mundial. Y diciéndolo más claro, las subvenciones suponen sólo el 16% de lo que se invierte en España, el resto es dinero privado. Pese a todo, tenemos el país que más directores noveles saca cada año.
No puedo obviar el tema descargas. Para los que hacen guiones, dirigen y demás es Satanás hecho P2P; un enemigo a eliminar, pero se equivocan. Para empezar los datos no engañan, y es que en nuestro país la inmensa mayoría de filmes descargados son extranjeros; en segundo lugar, la promoción gratuita que proporciona la red es ilimitada, ya que más de uno se acerca al cine después de que un amigo le comente lo buena que es una cinta, y este segundo se va a verla al cine; y por último, no hay que dejar atrás que se trata de un medio que da voz a aquellos jóvenes, o no tanto, que llevan un director dentro pero no tienen medios ni apoyos para mostrarlo. Que sí, que la gente tira de Internet para ver cine, pero ni es tanto como quieren hacer creer ni es todo tan negativo.
Promoción versus emoción
Mi realidad es que cada año hay películas españolas malas, porque las hay, y puede que más de la mitad, pero no lo son menos las que llegan desde fuera de las fronteras, esas cuya promoción a veces es brutal, tanto que anula cualquier juicio clínico para acabar resumiéndose todo en un: "joder, si tanto la anuncian habrá que verla"; y luego... llega El Hobbit, tanto bombo para tanta pena, en cuestión de semanas la expectación se torna en crítica feroz hacia un título que parecía que iba a comerse las taquillas. Hago esta mención porque este es uno de los puntos de mayor distanciamiento; sólo hace falta salir a la calle y mirar carteles, autobuses y demás soportes publicitarios para darse cuenta de que muchas cintas españolas se promocionan con lo justo; incluso puedes ver el telediario de mediodía y enterarte que esa semana se estrenan tres películas españolas que no te suenan de lejos, ahora, que Skyfall merecía 3.000 reportajes...
Hablar del cine español como un superviviente es posible, pero ni más ni menos que cualquier otro. Resulta que hace dos años era todo un desastre, descenso de espectadores, recaudación irrisoria y demás cuentas, y ahora en 2013 se arregla; pero es que esto mismo ya pasó en 2008, con un gran ascenso en la cuota de pantalla, y al contrario en 2002, cuando se perdieron seis millones de espectadores con respecto a 2001. En definitiva, hay altibajos como en todo, años mejores y años peores, pero no es más que reflejo de lo que opina el público, ya no por la calidad de los filmes, sino por la aceptación de éstos.
Si hay algo alarmante es el prejuicio que se tiene de puertas para dentro, cuando justo al revés es opuesto, y es que una vez pasada la frontera nos ven como una de las industrias con mayor caché. No en vano, la recaudación lejos de España ha doblado en los últimos años a la casera, algo que deja claro que algo se debe estar haciendo bien, aunque sea sólo una cosa. Nuestro cine no está en crisis, simplemente está falto de cariño y de una oportunidad.
Datos obtenidos de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles (FAPAE) y del Ministerio de Cultura.