1898. Los últimos de Filipinas
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SINOPSIS: A finales del siglo XIX España se puso en guerra con Estados Unidos y la perdió, lo que supuso la pérdida de las últimas colonias. Ya no podría volverse a repetir la frase de que "en España nunca se pone el sol"...
CRÍTICA: Señores de BalerRecientemente he visto la primera temporada de 'Los Médici: Señores de Florencia', una serie elegante en sus formas, con un reparto solvente y de buena factura técnica que resulta, a nivel objetivo, muy competente en todos los sentidos. Aunque quizá le falta algo de emoción, de alma, de pasión. Todo en general es tan bueno en la misma medida en la que no hay nada excelente o mediocre, en la misma medida que no hay qué destaque de manera en particular. La grandísima corrección de quién sabe pintar de manera inmaculada un retrato según dicta el manual de estilo.
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Su problema, posiblemente, ser tan buena como de buena puede ser el compañero de al lado, de este año o del anterior; tan innovadora como para no serlo, o para serlo como cualquier otro que cumpla con un mundo saturado en dónde se tiende a bascular entre la mediocridad y la genialidad, el todo o la nada. El no ir más allá... como si allí a dónde no ha llegado nadie tuviera por qué haber algo. La rutina, como la del día a día sin que por ello su mala fama, la de la rutina, nos impida disfrutar de las variantes de ese mismo día a día aunque sólo sea por mera inercia.
Esa inercia sin tacha que, a medida que uno se acostumbra a ella, que uno la acepta como una parte esencial de la rutina de la vida misma, como el acostarse o el despertar cada mañana o noche, se vuelve nuestra amiga a poco que nos vaya ofreciendo pequeños detalles que supongan y marquen las diferencias. Una inercia que va a más, poco a poco, y que nos puede sorprender en cualquier momento a través de esa expectativa que no necesita de grandes sorpresas. Jugar a un arcade que ya nos conocemos de memoria para hacerlo como si este nos fuera distinto.
Algo así es lo que propone '1898: Los últimos de Filipinas', recreación histórica tan competente y lograda como para que el nombre de Enrique Cerezo pase a segundo plano y suene al nombre de un productor de cine. Un lujo como producción que luce como conjunto, y a nivel objetivo, muy competente en todos los sentidos pervirtiendo el habitual cliché sobre el cine patrio: "como si fuera española" pero con el oficio, la elegancia y el sentido común y cinematográfico "de los de fuera". Los yankees tienen el Álamo y a Batman, nosotros a Baler y a Mortadelo.
Salvador Calvo da el salto de la pequeña a la gran pantalla ensanchando sus miras, no como Nacho G. Velilla y los de al lado. '1898: Los últimos de Filipinas' es ante todo una película que además de ser muy digna funciona en su conjunto, y por su conjunto, creando una inercia en la que puede costar un poco, y solo un poco, adecuarse durante su primera mitad. Como si fuera Hollywood pero sin serlo, que por algo somos españoles, coño. Que nadie espere en un 'Black Hawk derribado' en el que no haya paz ni para los caídos en combate, que tampoco eso eso.
Esa inercia que surge del trabajo bien hecho, de la grandísima corrección de quién pinta de manera inmaculada un retrato según dicta el manual de estilo. Tan bueno... aunque sin ir más allá de unas pocas pero a la vez necesarias pinceladas, pequeños gestos sin grandes alardes ni un eco desmedido que sobre todo en su segunda mitad, cuando uno ha llegado a acostumbrarse y hereda lo sembrado en su primera, que marcan esa diferencia que convierte a esa falsa rutina en nuestra amiga. Por inercia, pero también por méritos y el saber estar de dónde hay que estar.
En ese momento es cuanto '1898: Los últimos de Filipinas' casi sin querer, casi sin darnos cuenta, y casi como quién no quiere la cosa, simplemente manteniéndose firme y centrada en dar guerra con honestidad, se revela como algo más que una película elegante en sus formas, con un reparto solvente y una buena factura técnica. O el momento en el que se revela como que eso mismo es más que suficiente, pues no todo se trata de ser mediocre o genial, ni tampoco de ir allí ha donde no ha ido nadie... y en dónde puede que tampoco haya nada por lo que ir.
Nota:
7.25Lo Mejor:
- La suma de sus partes, y el centrarse en contar una historia antes que en mandar algún tipo de mensaje
Lo Peor:
- Que siempre habrá quién la menosprecie respecto a otras producciones norteamericanas más espectaculares (pero no necesariamente mejores)