The Bill Douglas Trilogy (1972-78)

Iniciado por Sullivan, 14 de Marzo de 2016, 11:20:16 AM

Tema anterior - Siguiente tema

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

Sullivan

My Childhood (1972)
My Ayn folk (1973)
My Way home (1978)


SINOPSIS:

La historia es ampliamente biográfica y sigue a Jamie (interpretado con una convicción conmodedora por Stephen Archibald) a medida que crece en una deprimida población minera de la Escocia de la post-guerra. En este entorno brutal y siendo sujeto de fuertes rechazos y adversidades, Jamie debe aprender a cuidarse por si mismo. Le vemos crecer desde la infancia a la adolescencia, enfadado, desconcertado, pero a su vez creativo y cariñoso.

COMENTARIO: (puede contener spoilers)

En el cine, a diferencia de otras artes "plásticas" cómo la pintura o la escultura no es muy habitual encontrar a los artistas o autores fabricando un autorretrato. Un modelo de representación en el que ellos mismos se exponen y se representan de forma que el espectador pueda enlazar dicha imagen con su persona(lidad). Es por ello que cuando encontramos casos en que los autores trasladan su experiencia vital a la experiencia de un personaje que va más allá del simple acto de contar sus historias, esto es, implicarse emocionalmente en lo que parece también una forma de reconciliación con su pasado, resulta fascinante. Casos cómo toda la historia de Antoine Doinel a lo largo de sus cinco películas o, el caso que nos ocupa, la trilogía de Bill Douglas.

Una trilogía en la que el director acompaña en el tiempo el crecimiento de su personaje protagonista para contarnos, a lo largo de tres películas, varias etapas de su infancia, el comienzo y el fin de su adolescencia. Sin embargo, no sólo el actor y el personaje crecen, si no que el propio director evoluciona de una forma que se hace visible en la pantalla. Todos los artistas van encontrando nuevos caminos y abriendo horizontes a lo largo de su obra. Bill Douglas no es un caso aparte, sólo que en esta ocasión encontramos dicha progresión de una forma más concisa.

En el primer minuto de My childhood (1972), un grupo de niños canta en el coro de la escuela en un plano general. En el cambio de plano, observamos a la profesora que les mira y, casi al instante cambia la mirada hacia la cámara. ¿Una toma mal montada o una declaración de intenciones? Personalmente no me caben dudas de que es la segunda opción. El director establece desde el inicio un diálogo con el espectador en el que le recuerda que, pase lo que pase a lo largo del relato, por muy real y crudo que parezca, no se olviden de que lo que están viendo es una interpretación de dicha realidad en forma de ficción. Y es que en la película, narrada casi exclusivamente mediante planos fijos, la cámara parece colarse en un fragmento de la vida. No interviene ni se hace visible, narrándonos una visión del mundo a través de la mirada infantil del personaje que se mezcla con una mirada en tercera persona del director. Una forma de filmar que recuerda a las formas neorrealistas y con la que es difícil no acordarse del protagonista de 'Alemania, año cero'. Mezclando elementos del documental y la ficción pero siempre con un gran gusto estético y fotográfico y una importancia por el tamaño de plano y el encuadre que nos recuerdan a las formas expresionistas del cine mudo.


Así, la película carga en sus imágenes toda la potencia narrativa, dejando de lado los diálogos – casi inexistentes – y centrando la narración en las acciones y miradas de personajes. Las expresiones, o, a veces no expresiones de los personajes, sus rostros... una lección de que a veces se cuenta más callando que hablando. Una forma de narrativa llena de pureza e inocencia, y hoy en día prácticamente extinta, que Douglas recupera del cine mudo de una forma casi involuntaria y que se mantendrá a lo largo de toda la trilogía evolucionando sin embargo a la hora de introducir nuevos elementos cargados de simbología.

En el inicio de My ain folk (1973), un niño mira una pantalla de cine. Un paisaje minero muy reconocible se mezcla cómo si fuera la pantalla de cine para posteriormente ver un grupo de obreros que entran en el ascensor. En el siguiente plano, volvemos a ver un paraje minero que de repente se convierte en subjetivo de los mineros que se encuentran dentro del ascensor y, con este movimiento, el ascensor baja y el paisaje desaparece. La pantalla de cine se convierte en realidad. La ficción y la realidad se mezclan, o más bien, se parecen, pero sin olvidar que lo estamos viendo es una interpretación de dicha realidad. Con esta espectacular secuencia de apertura el director vuelve a hacer una declaración de intenciones pero de una forma mucho más poética e intelectual que en su anterior film. Un viraje hacia una forma más pensada y estilizada que estará presente durante toda la película donde se hará más presente la mano del autor.

Una presencia más intelectual que dota a unas imágenes más cuidadas estéticamente de un sentido más expresivo que narrativo empezando, además, a introducir elementos de corte experimental con los que el director empezará a jugar. Los pequeños detalles a nivel sonoro, la ya comentada secuencia inicial o en la que el niño visiona el universo son algunos pequeños detalles que se alejan de la narrativa directa y de valor más "documental" que veíamos en la primera cinta.

Un carácter documental y realista que se mezcla con un valor estético y poético en las imágenes, que muchas veces cobran el sentido casi de fotografías fijas por su belleza y majestuosidad en el encuadre. Todo en esta cinta parece más calculado y elaborado, también en cuanto al doble sentido que nos reflejan las imágenes. La presencia constante de las vías y los trenes, que nos recuerdan la sencillez de acabar con la vida y la fragilidad de ésta, en escenas cómo en la que el autor hace creer al espectador que va a ocurrir lo que parece pero nunca ocurre. Maravillosa también la escena en la que el niño se aleja de su infancia en una secuencia donde se alternan planos de un grupo de niñas y niños juegan y gritan con planos de nuestro protagonista mirándoles en un camino mientras se va alejando de ellos cada vez más a medida que volvemos a dicho plano. Un niño que ha dejado atrás su infancia, su inocencia infantil, pero no por decisión propia, hay unas fuerzas que le alejan de dicho mundo, un mundo al que nunca ha pertenecido y al que nunca más pertenecerá.


Para no romper la dinámica, el inicio de My way home (1978) se presenta directamente como una representación, cómo una puesta en escena en la que varios niños explican que no se van a rendir. Una secuencia de metalenguaje con unos significados muy evidentes que se extrapolan al significado del fondo y la forma de la película, al igual que la secuencia que la sigue donde Jamie sueña con esa familia que no ha tenido ni tendrá.

Con este prometedor inicio, ya queda claro que la forma ha seguido evolucionado en cuanto a experimentación, jugando con el sentido de las imágenes, de lo que vemos y lo que no vemos. El director sigue explorando nuevas formas de contar, desarrollando lo que ya se planteaba en la anterior cinta. La narración cada vez parece hacerse más sintética y sencilla, a la par que se va volviendo más compleja. Un ejemplo: Jamie tira las cosas en el comedor y sube a su habitación. No lo vemos allí, si no que vemos en un plano general del comedor cómo todo el mundo allí presente mira hacia arriba mientras escuchamos el romper de las cosas. En los planos siguientes, el tutor sube y mira a Jamie. Nadie habla. Cambio de plano. Vemos a Jamie recogiendo el plato que había tirado. Con esta sencilla secuencia de imágenes entendemos todo lo que pasa, no necesitamos diálogos, las imágenes son narrativas en su forma más pura, cómo si de fotografías se tratara. Pero en esta aparente sencillez radica la complejidad de narrar con tan poco, de una forma tan primitiva y a la vez tan maravillosamente efectiva. Menos es más.
En cuanto al personaje protagonista, el niño, ya no tan niño, empieza a reflexionar por primera vez sobre su situación y lo que le rodea, incluso verbalizándola en alguna ocasión. El personaje empieza a cobrar conciencia de sí mismo y del mundo, empieza su madurez en una curiosa similitud a la evolución del director y la propia trilogía, que se va volviendo más consciente de sí misma y de su mano a medida que va avanzando y adquiriendo experiencia con el tiempo.


Una experiencia que traspasa más allá de lo cinematográfico donde el cine y la vida se mezclan.
Los múltiples destinos que presenta la vida, cómo si de vías de tren se tratasen, acaban por confluir en un único camino: una furgoneta en medio del desierto. Un desierto inmenso donde no hay nada que hacer en una desidia de los personajes que se transmite perfectamente al otro lado de la pantalla. El tiempo se para. Un desierto donde Jamie buscará su destino y su libertad cómo si de una araña que se sale de la arena se tratase. Una libertad que, a manos del ser humano puede volverse cruel y terminarse pronto, cómo la misma araña condenada a morir calcinada. Jamie, sin embargo, ha vivido la crueldad de la sociedad en sus propias carnes y no quiere participar de tan bochornoso espectáculo.

Sin embargo, donde hay vida hay esperanza y el amigo de Jamie en Egipto le ayudará a encontrar un futuro próspero y lleno de perspectiva e ilusión. Algo que el director nos cuenta de una forma onírica y muy poética en una maravillosa secuencia final que arranca tras Jamie escuchar la palabra "hogar". Una palabra que en su cabeza le devuelve a aquella casa, aquel espacio entre esas cuatro paredes, ahora completamente destarladas. Eso es todo lo que en su vida ha significado dicha palabra pero que, sin embargo conseguirá salir de ahí junto a esa cámara que avanza hacia la ventana, hacia la libertad, dejar todo atrás y empezar de cero. Un hecho que se recalca con el plano final, un árbol completamente lleno de flores, un árbol que una vez vimos esquelético y con las ramas desnudas. Un árbol que ahora vemos lleno de esperanza, belleza, fuerza y prosperidad.
  •  

Wanchope

¿Sulli escribiendo este tocho, así de pronto y de forma desinteresada...? No cuela.  :mirada
  •  

Sullivan

Cita de: Wanchope en 15 de Marzo de 2016, 12:01:29 AM
¿Sulli escribiendo este tocho, así de pronto y de forma desinteresada...? No cuela.  :mirada

Me has pillado. Lo escribí para un trabajo de clase, y dije "ah pues ya aprovecho" y a ver si alguien se siente interesado y la descubre jaja tengo de alguna otra peli más, poco a poco
  •  

HectorMagno

Muy buena pinta, tengo que verla ya. No sé porque pero me recuerda a la trilogía de Terence Davies.
  •  

Wanchope

Cita de: Sullivan en 15 de Marzo de 2016, 01:46:58 AM
Cita de: Wanchope en 15 de Marzo de 2016, 12:01:29 AM
¿Sulli escribiendo este tocho, así de pronto y de forma desinteresada...? No cuela.  :mirada

Me has pillado. Lo escribí para un trabajo de clase, y dije "ah pues ya aprovecho" y a ver si alguien se siente interesado y la descubre jaja tengo de alguna otra peli más, poco a poco

No seré yo quién te diga que no lo hagas. Igual me haces ver alguna, quién sabe. :gafas
  •