Señor Manglehorn (Manglehorn)

Iniciado por Wanchope, 14 de Agosto de 2015, 12:28:43 AM

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Wanchope

Señor Manglehorn
(Manglehorn)

SINOPSIS:
A.J. Manglehorn es un ex convicto que, 40 años atrás, renunció a la mujer de sus sueños a cambio de dar un gran golpe. Ahora reside de manera humilde y discreta en una pequeña localidad, viendo pasar los días en soledad. Hasta que su pasado sale a la luz sorprendiendo a sus vecinos.


CRÍTICA: Mini-Críticas del ducentésimo vigesimoquinto día del año del calendario gregoriano. 1/3


Serán unos cuantos, muchos, los que no vean más allá del nombre de Al Pacino, al que por otro lado sus aptitudes como actor es posible que tampoco lo pongan difícil. Cuando Pacino habla, los demás escuchan. Cuando Pacino está en escena parece que algo interesante está sucediendo... esté o no esté sucediendo en realidad. O como comúnmente se suele decir, hasta verle leer durante 90 minutos la guía de teléfonos sería un placer. Y David Gordon Green lo sabe tan bien que, por eso mismo y con la honestidad que suele caracterizarle cuando se viste de indie, le cede prácticamente todo el terreno de juego para que disponga de él a gusto.

La cinta no engaña: se trata de un retrato reflexivo del 'Señor Manglehorn' al que Pacino dota de su solvencia curtida en taitantos años de carrera. Gordon Green, como ya hiciera en 'Joe' o 'Prince Avalanche', impregna de una naturalidad cotidiana el devenir de unos actos que, como observar al vecino de al lado, contiene un doble sesgo que bascula entre la curiosidad y la indiferencia: Uno asiste intrigado a lo que en realidad le trae sin cuidado, casi haciendo tiempo y a la espera de que suene el teléfono para dejar de observar a Pacino... esté o no esté sucediendo algo en esta, una de esas odas a la nada que retratan, en realidad, la insignificancia relativa de los pequeños gestos del día a día.

Nota: 6.0
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Michael Myers

Al menos, este filme y La sombra del actor, más algún otro, están dejando a Pacino en el lugar que se merece, y no en el pozo en el que se estaba metiendo por aceptar películas del montón.

No creo que la vea en el cine, pero creo que terminaré viéndola algún día.
Quizá en esos últimos días, el amó la vida con más intensidad que nunca, no sólo su vida, la de cualquiera, mi vida.
Y lo único que quería eran las mismas respuestas que el resto de nosotros: ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Cuánto tiempo me queda?
(Blade Runner)
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Soprano

Tengo claro que la gran virtud de la película es disfrutar una vez más de un monstruo de la interpretación como es Al Pacino aún cuando el papel y sobre todo la trama se le queda pequeña por momentos, con otro protagonista el trabajo de Gordon Green me hubiese dejado bastante indiferente.
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lourdes lulu lou

Obsesionado por la fantasía de lo imposible, acaba aceptando la realidad de lo posible.
¿Cuánto tiempo puede durar el interés y la curiosidad por Clara, la mujer fantasma recordada con devoción, amor y eterna constancia por su decrépito y hundido amor no correspondido? Y la atención y estima por este herido solitario, escéptico de corazón destrozado ¿da para hora y treinta y siete minutos de ánimo y acepción o, su sugestión se desvanece y apaga conforme pasan los mencionados segundos agrupados?
Lamentos de una vida no sentida impregnan la pantalla, nostalgia de sentimientos no vividos que empañan los realmente elegidos, tristeza agónica de rutina sin esperanza donde sobrevivir supone misma tortura que dejarse llevar por la destrucción y su amante vicio, recuerdos que se interponen en la ofuscada ordinariez que queda después de una existencia desperdiciada y llena de doliente melancolía y que son lo único que queda después de tanta inmundica expresada pero, ¿no repetimos y volvemos a mostrar lo ya expuesto, con diferente frase aunque igual nulo propósito?
"Busco la felicidad", pero ésta devuelve las cartas sin abrir, no se molesta en leer la petición de ayuda y súplica de quien está moribundo, quemado y a un gesto de rendirse, un fantástico Al Pacino, a quien en su vejez le caen papeles estupendos y agradecidos donde exhibir todo su arte, como exclusivo protagonista que llena magistralmente la cámara con su imperceptible ser, invisible de referencia, para quien no hay nadie, amargado, apenado, sufridor compulsivo que intenta llenar el tiempo y motivación del receptor asistente, con valentía y coraje, pero que despierta poco entusiasmo y fervor por saber si destrozará, será destrozado o encontrará la llave que retire tanta penuria, ardor y nostalgia para tratar de tener algo cierto y verdadero.
"Las manos ociosas son las armas del diablo", y aunque este guión de Paul Logan no es holgazán ni inútil, si que resulta un tanto estéril e improductivo a la hora de su incursión y disfrute, la historia que dirige David Gordon Green se centra, en excesiva incompetencia de resultado, en un personaje que necesita de más decorado y apoyo sustancial para rendir y atraer, seducción que se desinfla ante la falta de refuerzo pues él, mister huraño Manglehorn, no es suficiente para entretener toda la velada, vacío gravitatorio que se llena de lejanía emotiva conforme ruedan las escenas y el indiscutible titular demuestra incapacidad manifiesta para obtener rendimiento de su incesante presencia.
Torpeza de camino, que se cierne sobre si mismo, olvidando la ganancia de ampliar el repertorio y reforzar al hosco díscolo con material sólido y consistente, tanto anímico como físico, juega al solitario en convencida partida que sólo a él tienta y arrebata y, como ermitaño penitente y arisco, se esfuerza y empeña en su intento pero no logra acierto pleno ya que, este voluntario insociable, que aún así necesita de la gente, baila para si mismo descuidando que son dos las personas que forman una pareja en la delicia del movimiento conjunto ya que, importante es no perder la querencia y pasión del público y mantener su ritmo acompasado y productivo al son del tuyo.
Bravo por ti, Al, que todavía tienes oportunidad de papeles donde plasmar tu aún intacto espíritu actoral, menos satisfecho un espectador que no acumula, precisamente, alicientes para ovacionar la trama, aplausos para el susodicho maestro/para la cinta desgana en aumento progresivo que, como esperada fábula que intercede, busca mansedumbre compasiva, de quien logra ver y entender, en su final, decoro de sobriedad reincorporada a las circunstancias.
El ogro hace ruta de pasos deprimentes, se convierte en persona, alma que se rodea de adyacentes pero, la audiencia sigue sin sensación de afecto o complacencia que le ensalce, únicamente insomnio perenne, sin rendimiento ostensible, del seguimiento de una excentricidad sin carácter ni entidad como señuelo; carencia es el sustantivo que más viene a la mente, pobreza y falta de interior que explotar, limitación que sufre la ilusión y fortaleza de un vidente que ve reducidas sus posibilidades de placer, gozo y alegría según observa sus fotogramas.
Es él sólo, el hombre invisible, el que no quiere mirar en el espejo por la antipatía de su reflejo, el que vagabundea, molesta y desaparece, cuya huella borrada a nadie importa porque nadie contempla, nadie le busca, nadie le ve pues, sólo es la nada indiferente en el cristal de su vida; nadie se volvió alguien, vacío el cuarto y dejó entrar la luz/tú sigues huido y distanciado de su vida y milagros, su corazón vuelve a palpitar de esperanza/el tuyo sigue mudo y famélico a la espera, que ya no desespera porque, sinceramente, nada llega.
Retirada por omisión e insuficiencia, su dolor no trasciende.
lou
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Wanchope

Cita de: Soprano en 14 de Agosto de 2015, 01:36:25 PM
Tengo claro que la gran virtud de la película es disfrutar una vez más de un monstruo de la interpretación como es Al Pacino aún cuando el papel y sobre todo la trama se le queda pequeña por momentos, con otro protagonista el trabajo de Gordon Green me hubiese dejado bastante indiferente.

+1. Aunque me parece que Gordon Green acierta plenamente al dejar tanto margen a los actores, siendo muy consciente creo de sus limitaciones.
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