Naturaleza muerta

Iniciado por goethemola, 28 de Agosto de 2007, 01:13:23 PM

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Naturaleza muerta


El director chino Jia Zang Ke (Placeres desconocidos, El mundo) ganó el año pasado el León de Oro del Festival de Venecia gracias a Sanxia haoren, que con un año de retraso llega a nuestras carteleras bajo el nombre de Naturaleza muerta.

Con Tao Zhao y Samming Han como principales protagonistas, Naturaleza muerta cuenta dos historias separadas cuyo único nexo común es su entorno: la China de los últimos años.

La historia transcurre en los alrededores de Fengjie, aldea que quedó anegada hace escaso tiempo por las aguas del rio Yangt-se con motivo de la construcción de la presa de las Tres Gargantas, uno de los proyectos más ambiciosos de la China comunista. Allí llegan Han Sanmin y Shen Hong, con la intención de reencontrarse con sus respectivas parejas, a las cuales no ven desde hace años. Han Sanmin, minero de profesión, hace diciséis años que no ve ni a su esposa ni a su hija, mientras que Shen Hong, una enfermera, busca a su esposo, ausente durante los últimos dos años, para pedirle el divorcio.

Ambas historias, similares tanto en cuanto a trama como en cuanto a situación geográfica e histórica, sirven al director Jia Zang Ke para realizar un bello y conmovedor retrato hiperrealista de la China contemporánea: la pobreza, el éxodo masivo en busca de un exiguo porvenir, la tradición y la utopía comunista enfrentadas a la globalización y la corrupción... La cámara del cineasta chino refleja con majestuosos y amplios planos llenos de vida la realidad de un país inmerso en una profunda crisis existencial, donde tradición y evolución se encuentran enfrentadas.

Verdaderamente, la metáfora que supone Naturaleza muerta es de una belleza y fuerza incontestables, donde cada imagen, cada frase, ofrece un contraste impecable, encontrándonos, por ejemplo, con carteles gigantescos de Mao Tse-Tung presidiendo edificios condenados a ser demolidos en cuyo interior habitan jóvenes que idolatran a estrellas del cine de acción asiático como Chow Yun-Fat. Y de este modo transcurren los casi 110 minutos de Naturaleza muerta, entre planos amplios que empequeñecen a sus moradores y que enfatizan su soledad, con una búsqueda infructuosa por parte de sus personajes, los cuales tratan de recuperar tiempos mejores o bien dejar atrás los lastres de la nostalgia.

Peeero... Sí, por supuesto que hay un pero.

Y es que Naturalza muerta es exasperantemente lenta. Acostumbrados la mayoría de los espectadores al cine norteamericano, donde los planos por minuto se cuentan por decenas, la película de Jia Zang Ke seguramente se antoje para muchos como una agonía de planos interminables, enfatizados por la común escasez de diálogo del cine oriental. Por si eso fuera poco, los caminos de los protagonistas nunca llegan a entrecruzarse, algo que por momentos parece inevitable para consolidar la trama de su historia, pero que nunca llega a acontecer.

Y es que Naturaleza muerta no es una historia, es un retrato. Y como tal hay que entenderlo.

Así pues, Naturaleza muerta es una de esas películas que fascinarán a todos aquellos asiduos tanto al cine dramático asiático como a aquéllos que buscan algo verdademente diferente a la cartelera convencional y, cómo no, a nuestro amado gremio de gafapastas. Por otro lado, cualquiera que no esté acostumbrado a este tipo de cine y que no vaya debidamente concienciado, seguramente definirá Naturaleza muerta como un soberano peñazo.

Y probablemente ambos tengan su parte de razón.

Le doy un 7 sobre 10.
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