El gran hotel Budapest

Iniciado por reporter, 21 de Marzo de 2014, 05:00:14 PM

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El gran hotel Budapest


SINOPSIS: Narra las aventuras de Gustave H (Ralph Fiennes), un legendario conserje de un famoso hotel europeo y Zero Moustafa, el chico del vestíbulo con quien entabla amistad y convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que transformaron Europa durante la primera mitad del siglo XX.

CRÍTICA: La tumba del narrador desconocido

El siguiente ejercicio es puramente memorístico. Requiere, eso sí, de un poco tiempo, algo que en estos tiempos (perdón) escasea. Requiere viajar en el tiempo, precisamente. Concretamente hasta el año 1996, momento en que un tal Wes Anderson presenta al mundo 'Bottle Rocket (Ladrón que roba a ladrón)', su primer largometraje. Volvamos ahora al presente para fijarnos en 'El gran hotel Budapest', una película con especial obsesión por llevarnos a un pasado más o menos inventado. Entre una efeméride y la otra se suceden dieciocho años, seis películas más y aproximadamente una treintena de premios que merecen ser recordados... pero no mencionados en estas líneas. Casi veinte años para que un presunto niño mimado y recién graduado en la Universidad de su Texas natal, en Austin, pase de ser un completo desconocido a convertirse no sólo en uno de los directores americanos más importantes de su época, sino también en uno de los autores cinematográficos más fundamentales de los últimos tiempos.

¿Pero qué es exactamente un autor? O si se prefiere, ¿qué es lo que hace del supuesto autor, un verdadero autor? He aquí la cuestión. En términos fílmicos, y siempre según los estándares de la todopoderosa y muy sabia crítica francesa, podría decirse que la tan cacareada expresión (¿categoría?) ''cine de autor'' se emplea cuando una película es fácilmente atribuible a un artista (sobre todo a un director). Intervienen en este proceso de emparejamiento muchos factores distintos. ¿Vale la estética? Por supuesto, ¿por qué no?. Al fin y al cabo, a través de los ojos entra el séptimo arte, de modo que no es de extrañar el que el ''mero'' aspecto visual se tenga en cuenta a la hora de efectuar la prueba de paternidad. El siguiente ejercicio es, pues, puramente sensorial. Consiste en fijarse en la composición de los encuadres, en los movimientos de cámara, en la ropa que luce el elenco actoral... para al final darse cuenta de que, por supuesto, 'El gran hotel Budapest' es una película de Wes Anderson.

¿La que más? Seguramente... hasta nuevo aviso. Y es que, a riesgo de tirar demasiado de cine-ficción, no suena nada descabellado afirmar que, con ésta, el de Houston ha firmado una película más suya que 'Moonrise Kingdom'... y seguramente menos que la próxima, que, sea cuál sea, ya la esperamos ansiosamente. Estamos, pues, ante el más reciente eslabón de una evolución que parece no tener freno. El cine ''andersoniano'' de muñecas jamás había lucido tan bien. Porque esto en realidad no es un hotel, es una pastelosa casa en miniatura construida por y para el gozo de Wes... y para el de todo que aquel que quiera sentarse a su lado y deleitarse con sus juegos. Hoy resulta que toca coger a Ralph Fiennes y convertirlo en híper-perfeccionista conserje de hotel, a la vez que sensible mujeriego conquistador de octogenarias. También toca probar la nueva adquisición para la colección personal: Tony Revolori, quien ejercerá de entregado y muy sacrificado ''botones''. Tanto el primero como el segundo, para mayor regocijo del maestro de ceremonias, vienen con diferentes modelitos de serie limitada: el de convicto, el de monje y el de clandestinos. La mar de monos; la mar de convincentes.

Por supuesto, hay más. A Tilda Swinton le toca ponerse el vestido de acaudalada momia con un pie y medio en la tumba. Y ella encantada. Jeff Goldblum se disfraza, sin rechistar, de notario pomposo... también con algún que otro dedito en su propio sarcófago. A Mathieu Amalric le ha caído en gracia el papel de mayordomo asustadizo... con la muerte pisándole los talones, obviamente. Saoirse Ronan aparece con una llamativa cicatriz en la mejilla con la forma (y casi el tamaño) de México (así, así). Willem Dafoe revive sus mejores momentos vampíricos, Harvey Keitel farda de tatuajes en el trullo y Edward Norton sigue abonado a los papeles más -ridículamente- autoritarios. Parte de la gracia consiste, como no podía ser de otra manera, en tratar de averiguar, al grito de ''¡Más madera!'', las -llamativas- pintas con las que va a aparecer la siguiente cara que, por norma general, cada vez es más conocida, incluso entre un gran público, que, milagros del autor, cada vez se siente más a gusto apostando por esto a lo que llaman ''cine de autor''.


¿Pero qué es exactamente un autor? O si se prefiere, ¿qué es lo que hace del supuesto autor, un verdadero autor? He aquí la cuestión. Siguiendo con la materia de estudio, y para no estancarnos en el envoltorio (que en este caso en concreto daría para escribir centenares de tratados al respecto), ¿el que 'Bottle Rocket' y la maravillosa 'Academia Rushmore' todavía no nos zambulleran (al menos no de forma obvia) en la fantasía del que a la postre ha acabado siendo uno de los universos cinematográficos más ricos y personales jamás concebidos, implica que no podría empezarse a hablar del ''Wes Anderson autor'' hasta llegada la siguiente, es decir, 'Los Tenembaums. Una familia de genios'? En absoluto, mucho menos cuando la historia de todas estas películas surge directamente (o en directísima colaboración) del cerebro del director en cuestión. Siguiendo con la teoría de la autoría, es de suponer, pues, que el individuo tiene que implicarse personalmente en el proceso de gestación de la mencionada trama.

¿Es esto un requisito sine qua non? Por supuesto que no, ¿o acaso una película de Tim Burton deja de serlo porque su nombre apenas aparezca citado en el apartado de Guión? ¿O acaso 'Nebraska' (por citar un ejemplo reciente) no puede considerarse de Alexander Payne por ser la única en que éste no haya firmado el libreto? Falso, por supuesto. ¿O acaso hemos decidido ignorar la importancia capital del narrador? Y ahora sí. Por fin hemos llegado. Por fin tenemos todas las piezas. Si 'El gran hotel Budapest' puede considerarse como uno de los mejores filmes (¿el mejor?... el más redondo, sin duda) de Wes Anderson es porque conjuga a la perfección (una vez más: a-la-perfección) la práctica totalidad de los elementos que, a lo largo de estos últimos dieciocho años fantásticos, han ido componiendo su inconfundible propuesta; han ido confirmándole como el autorazo que es.

Mírela cuántas veces desee (la película se presta a los bises, palabra), y deléitese con la infinidad de detalles que pueblan cada uno de sus fotogramas. Todo está calculado al milímetro. El ángulo con el que están dispuestos los bolígrafos en el pupitre del abogado, el enésimo nombre estrafalario, imprescindible para la configuración del nuevo chiste gráfico-conceptual, la forma en que está colgado aquel cuadro de al fondo, que en realidad está en primerísimo primer plano... La inventiva / orfebrería visual marca de la casa, siempre en asombrosa y refinadísima simetría, parece, una vez más, no conocer límites. El inmenso potencial actoral, entregado, al cien por cien, a la causa camaleónica (imprescindible para alcanzar ese tan identificativo toque estrambótico, sumamente recatado), se aprovecha al máximo, tanto en la avalancha de apariciones estelares, como en la siempre bienvenida sorpresa de los (''del'', para ser más exactos) roba-escenas. La partitura de Alexander Desplat, en perfecta sintonía con el espíritu juguetón del dueño del hotel, induce también a la reproducción en bucle infinito... Por su parte, la técnica, más y más pulida / depurada, obedece, como el mejor de los ''lobby boys'', a la voluntad de su maestro.


Sí, 'El gran hotel Budapest' es un monumental logro de la estética. Sí, 'El gran hotel Budapest' se descubre, desde su primera y asombrosa pirueta narrativa, como un divertimento casi perfecto: ágil, dinámico, rimbombante enloquecido... pero también meditadísimo y plenamente autoconsciente (al igual que su humor, que también es absurdo, negro, y marciano). Cuando apenas hemos podido ver cuatro fotogramas seguidos, ya se nos ha inyectado en el tímpano esa esquiva criatura cuya picada hará que todo lo que se filtre a través de nuestros sentidos en la próxima hora y media, produzca en nuestro sistema neuronal (y hormonal), algo muy parecido al amor. Exactamente el mismo ingrediente primordial usado aquí y ahora por Mr. Anderson, quien por cierto, empieza su nuevo relato, literalmente, con un cuádruple salto mortal no apto para cardíacos. En el año 1985, en un gélido cementerio, una niña se dirige hacia la tumba de un escritor, canonizado, por cierto, con el anonimato de ''El Autor''. Cuando se topa con su busto conmemorativo, la máquina del tiempo nos ha hecho retroceder hasta hallar con vida al difunto artista. Nos mira fijamente y después de declarar que no hay posible creación sin previa observación (enmarquémoslo), miramos al calendario y nos damos cuenta de que estamos en 1968. Tom Wilkinson (el idolatrado novelista) se ha convertido en Jude Law, y ahora se encuentra en el hall de un hotel decadente pero majestuoso. Ahí conoce a F. Murray Abraham, quien le coge de la mano y lo lleva directamente a 1932.

Todo esto en menos de diez minutos. Respiremos. Y dejemos que la legendaria (?) República de Zubrowka cobre vida al ritmo de una habilísima narración entestada en zambullirse en infinitos frentes... y en lucirse en cada uno de ellos. ¿Cine detectivesco y bélico? ¿Películas de espías y fugas carcelarias? Todo esto (y mucho más) es homenajeado a través de un seguido de píldoras híper-atractivas que hacen gala de aquel tan característico punto intermedio entre la burla y el cariño (bendita parodia guiñolesca, que rinde homenaje, a su manera, y con un respeto total a todo lo que está en su rango de visión), algo visible en unos personajes principales aparente y exageradamente esquematizados, pero a la vez complejos en su cómica (sino perturbadora) ambigüedad. Sin rodeos ni cargas supletorias que puedan poner en peligro la consecución del objetivo que figura en lo más alto de la lista de prioridades. Sí, 'El gran hotel Budapest' es un divertimento redondo que funciona como un reloj... austrohúngaro: con elegancia, solemnidad, apabullante saber hacer en la puesta en escena... y marcando la hora que más le conviene.

Porque los narradores, simplemente, son así. Porque debajo del rosado y muy atrayente paquete de la pastelería Mendl's, hay, efectivamente, un premio de lo más suculento. Sí, 'El gran hotel Budapest' es seguramente uno de los homenajes más lúcidos y sentidos a la a veces demasiado olvidada figura del narrador, quien resulta tener tanto o más derecho a ser considerado como el creador de la historia, es decir, como el auténtico autor de todo el embrollo. El flashback sísmico (y sus consiguientes tres réplicas) con el que abre la película no pretende quedarse en la filigrana. A partir de ahí es cuando el mesías Wes Anderson (narrador, creador y autor a la vez) nos dice que su nueva historia, al igual que casi todas las que en algún momento u otro de nuestra vida hayan llegado a nuestras orejas, es de propiedad compartida. Le pertenece a él, pero también a El Escritor, y a M. Gustave, y a Zero Mustafa, y a Serge X., y...

El juego del teléfono llevado a la enésima potencia, de forma genial; magistral. La historia, por supuesto, es también del narrador. Es también fruto de su versión. Del énfasis que él, y sólo él, decide poner en determinados momentos / personajes (véase el angustioso fatalismo con el que se impregna el personaje de Agatha), de sus adornos, de sus obsesiones. Y así nos dimos cuenta de que uno de los universos autorales fílmicos más ricos, asombrosos, deslumbrantes y -eternamente- sorprendentes de la historia del séptimo arte era en realidad la suma de muchos otros. Del nuestro, también. La ucronía (de entreguerras) no era un reflejo narcisista, sino la evidencia de que, lo que en un principio no existió, en realidad sí lo hizo. ¿En nuestra cabeza? Claro, por eso mismo existió. Y ahora sí, una vez llegados al final de este ejercicio multidisciplinar, pudimos afirmar que su universo (donde se redefinen los límites del cuento moderno, donde la cinefilia se moldea a la imagen y semejanza del creador y donde, por supuesto, todo es posible), al igual que el nuestro, da síntomas de expandirse sin cesar... y en el que pueden encontrarse, consecuentemente, infinitas maravillas.

Nota: 8 / 10
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0iker0

La he visto hoy, y es la película de Anderson que más me ha gustado. Moonrise Kingdom estaba bien, era entretenida e interesante. Life Aquatic, su gran obra hasta ahora IMHO, ya tiene relevo.

Las actuaciones, especialmente la de Ralph Finnes, son espectaculares. Digo que especialmente la de Ralph Finnes por que me ha parecido una de sus mejores actuaciones, y las tiene muy muy muy buenas.

Lo de la historia dentro de una historia, dentro de una historia le va muy bien a Anderson, que con su estética tan "plástica" y "falsa" consigue sacar petróleo gracias a unos marcos y unas proporciones que cambian sutilmente dependiendo en qué parte de la historia estemos.

Otro apartado que me parece destacable es la banda sonora de Alexandre Desplat es magnífica y encaja perfectamente con lo que la película pide en cada momento. Contribuye a las risas cuando es necesario, y da emoción a ese mundo tan  Anderson.

Me ha encantado, otra de mis candidatas casi seguras a mejor película en la edición del año que viene de la copa de cine. Le subo la nota a un 9.
Sherlock Holmes is a human trying to be a God. The Doctor is a God trying to be human.

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Wanchope

Me siguen pareciendo mejores 'Fantástico Sr. Fox' y 'Moonrise Kingdom'. A esta le echo en cara que aunque me guste no me hace reír, casi lo único que no me llega de ella. Por lo demás es la expresión máxima del arte de Anderson. Sí, arte. Imprescindible, desde luego, y con un Anderson que parece haber encontrado tras tres brillantes trabajos la medida perfecta a sus excentricidades.

Un 8 por lo bajo, a falta de volver a ver.
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estrelladaa

Me ha gustado mucho, una delicia de película, como los pasteles de Mendl´s, :), los personajes tan entrañables, los diálogos muy ingeniosos, los actores insuperables, aunque no te hace reir, pasas la hora y media con una sonrisa disfrutando de cada detalle. Le doy un 8!
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Wanchope

Cita de: estrelladaa en 27 de Marzo de 2014, 06:17:47 AM
Me ha gustado mucho, una delicia de película, como los pasteles de Mendl´s, :)

Y verdaderamente lo son, doy fe de ello.  :D.

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PataMuslo

#5
Por dios que buena pelicular. Descubri a Wes Anderson medio tarde, en 2010. Me vi todas sus películas (hasta el corto de Bottle Rocket que luego de pasar por Cannes consiguió dinero para el largometraje) y espere 2 años hasta poder ver una en el cine. Moonrise Kingdom me enamoro. Una historia pequeña, pre adolescente, que  se va haciendo cada vez mas grande, hasta explotar y volverse chica de nuevo. Me encanto, y como siempre, la obsesiva dirección de arte y encuadres propios de Wes Anderson fueron impecables. Pero en mi corazón, todavia no entraba en mi top 3: Rushmore, Tenenbaums y Darjeeling...

Hasta ahora. El Gran Hotel Budapest me rompió el cerebro. Una película muy de Wes Anderson, pero muy diferente a lo que venia haciendo. Una historia con saltos de continuidad, una una historia de homicidio, venganza y muerte. Por momentos con una fotografía Hitcockeana... Locuras. Ojala Wes no regale otra obra maestra pronto!

PD: Les dejo el podcast que hago con otros dos amigos cinefilos, donde en esta ocasión hablamos sobre El Gran Hotel Budapest! Si son super buenos amigos y gente requete recontra super buena onda, pueden escucharnos via SPAM
Saludos!
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Josemi19

Como persona que respeta el estilo visual de Wes Anderson pero que no termina de gustarle sus películas 'El gran hotel Budapest' es una putada. Y es que la película es muy fiel a su estilo pero sigue sin engancharme. Creo que mi problema con sus películas es en el cómo se desarrolla, que no me termina de encantar. Es una lástima, siento odio hacia mi persona por no saber disfrutar de este director que es tan aclamado por otros, me hace sentir un hater :alegre

Entrando ya de lleno en aspectos de la propia película poco diferente puedo decir en comparación con lo que dije con otras películas. Una dirección que cumple con los cánones creados por el propio director, unos personajes de lo más variopinto pero que no me terminaron de acabar, una dirección artística brutal... Me pareció un acierto lo de jugar con el encuadre para diferenciar las épocas.

En resumen, una película que a ratos se me hizo amena y a veces no. Un 6.
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Yeezus

Yo no tardaré en criticarla, pero a mí si me ha conquistado. Exquisitez en la sencillez personal. Un genio este Wes.
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Wanchope

Cita de: Josemi19 en 03 de Abril de 2014, 12:23:59 AM
Es una lástima, siento odio hacia mi persona por no saber disfrutar de este director que es tan aclamado por otros, me hace sentir un hater :alegre

Si como dices respetas su estilo visual nunca deberías de ser confundido con un hater. Un hater de verdad nunca reconocería tener algún tipo de respeto por el susodicho. Simplemente, que no te entra.  :gafas
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Josemi19

Cita de: Wanchope en 03 de Abril de 2014, 11:45:08 AM
Cita de: Josemi19 en 03 de Abril de 2014, 12:23:59 AM
Es una lástima, siento odio hacia mi persona por no saber disfrutar de este director que es tan aclamado por otros, me hace sentir un hater :alegre

Si como dices respetas su estilo visual nunca deberías de ser confundido con un hater. Un hater de verdad nunca reconocería tener algún tipo de respeto por el susodicho. Simplemente, que no te entra.  :gafas

La dirección y fotografía de Wes Anderson me parece fascinante. Además es de un estilo que me encanta: sobria, pausada, aprovechando mucho los espacios, etc. Creo que lo que me pasa con Wes es idéntico a lo que me pasa con Winding Refn: como director me parece cojonudo pero como guionista lo veo flojucho.
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Wanchope

Cita de: Josemi19 en 05 de Abril de 2014, 12:46:50 AM
La dirección y fotografía de Wes Anderson me parece fascinante. Además es de un estilo que me encanta: sobria, pausada, aprovechando mucho los espacios, etc. Creo que lo que me pasa con Wes es idéntico a lo que me pasa con Winding Refn: como director me parece cojonudo pero como guionista lo veo flojucho.

Y en gran parte lo comparto. De hecho la gracia a Anderson le viene más bien de sus últimas trabajos, cintas como 'The Life Aquatic' o 'Viaje a Darjeeling' son demasiado extravagantes para mi gusto.

En cualquier caso son directores cuyo poderío visual aconseja intentar verles en pantalla grande, 'Sólo Dios perdona' es un caso claro de película a la que la gran pantalla la convierte en grande de verdad.

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Yeezus

A menudo se usa la palabra comercial para criticar según que elemento de según que disciplina. En el campo de la música, la palabra comercial alude a un cambio de temática moderna y actual de un grupo o de un artista con unas raíces intrínsecas y un estilo personal. En el mundo de la moda, los diseñadores a menudo caen en las zarpas de los críticos de dicho ámbito por crear modelos comunes y alejados de su estética tan distintiva. Algo así sucede en el cine. Los casos de directores como Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Steven Spielberg o incluso Clint Eastwood son ejemplos claros de que nadie se salva de este adjetivo tan sutilmente destructor, salvo alguien. Hay un realizador que puede que para muchos pase la criba, debido a las pruebas que aporta a su defensa. No es otro que el siempre frontal, y no estamos hablamos de su franqueza, Wes Anderson.

El cineasta de Houston, Texas, es un apasionado del color, un amante de la estética teatral y un perfecto mezclador de géneros. En su currículum aparecen evidencias palpables de esto. Sin ir más lejos, la entrañable "Moonrise Kingdom" (2012) es una gran demostración del talento de Anderson. Esta vez, la elección ha sido un hotel rústico pero acogedor y alegre, un reparto talentoso hasta la misma médula y un argumento que aúna un crimen, un cuadro y una amistad. El hotel, que ojalá existiese en la realidad, lo regenta el ordenado y elegante Gustave H, al que da vida el fantástico Ralph Fiennes, y vive situaciones tanto disparatadas como divertidas a lo largo de sus 99 minutos de metraje. Huídas, asesinatos, robos, reencuentros, detenciones, persecuciones, conversaciones secretas, lecturas de testamento, tiroteos, misas, y un largo etcétera que no nos dejarían acabar esta o cualquier crítica cinéfila.

La escena, siempre representada desde un plano o bien frontal o bien lateral, costumbres incorregibles en Anderson, nos ayuda a empatizar con unos personajes de lo más variopinto. El bonachón y servicial conserje, el innegable profesional del policía, los malvados y ambiciosos hermanos, la dulce y cariñosa pastelera, el riguroso y respetable abogado, los diferentes tipos de dueños de hotel; el leal, el desinteresado, el atento, etc. ¿Qué que hace falta, a parte de una buena escenificación, para representarlos así? Uno de los mejores puntos que arrastra el nombre Wes Anderson cuando firma para dirigir una película, el elenco de actores. Desde el gran Ralph Fiennes hasta el casi extra de Harvey Kitel, pasando por el simpático Owen Wilson, el curioso Jude Law, el filosófico Tom Wilkinson, la leal Léa Seydoux, el maléfico Adrien Brody, el villano Willem Dafoe, el genial Bill Murray, el férreo Edward Norton, la cortés Saoirse Ronan, y otro largo etcétera que volvería a no dejarnos acabar una crítica.

"El Gran Budapest Hotel" es una bocanada de cine diferente a nuestros pulmones. Una paleta de colores que no se nos va de los ojos en hora y media, un desvarío tras otro representado en formato teatral, de frente, cara a cara con el espectador, sin trucos de cámara ni efectos especiales. Es el estilo del genio de Wes Anderson, que, curiosamente, declara "Quiero tratar de no repetirme. Pero al parecer lo hago continuamente en mis películas. No es algo que me esfuerce por hacer. Yo sólo quiero hacer películas que sean personales, pero interesantes para una audiencia. Siento que recibo críticas por colocar el estilo encima de la sustancia, y por los detalles que se atraviesan en el camino de los personajes. Pero cada decisión que tomo es la manera de sacar adelante a esos personajes". Pues no pare de rodar y hacer cine señor Anderson, por favor.

7,5/10


That´s what I say.
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Filomeno_a_mi_Pesar

Me ha gustado bastante. Divertida, personajes absurdos, buena ambientación y un reparto increíble.
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PDN

A mí  me ha encantado, la verdad es que no me esperaba que fuera tan divertida y entretenida. Me sentí totalmente sumergido en la historia, cuando salí del cine me costó creer que este fuera el mundo real.

Beyond

El estilo visual, la fotografía, el diseño artístico, la ambientación y el reparto están geniales. El problema es que pertenece a un género que nunca logra gustarme por muchas oportunidades que le doy. Me cuesta mucho dejarme llevar en comedias tan esperpénticas y con personajes tan surrealistas, algo curioso teniendo en cuenta que no tengo ese problema con películas de fantasía o ciencia ficción. Yo le daría un 7, pero ya digo, es algo totalmente subjetivo.
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