Revolución

Iniciado por ÁngelNeg, 21 de Noviembre de 2010, 09:27:44 PM

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ÁngelNeg

REVOLUCIÓN


La revolución que no hacía falta

Sin duda alguna, Revolución (México-2010), es uno de los proyectos más ambiciosos realizados en la cinematografía nacional desde la preproducción hasta la comercialización de la cinta. Principalmente porque enmarca las festividades del centenario de la Revolución Mexicana; pero además porque hay intervención económica gubernamental, de otras grandes casas productoras; porque el talento involucrado es por demás llamativo, y porque han optado utilizar la mayor parte de canales y medios de distribución para que nadie se quede sin verla.

A lo largo de 106 minutos se concentra  este trabajo colectivo que a través de diez historias genera una visión contemporánea -no necesariamente una mirada al pasado o al caso histórico en México, sino más bien la construcción de un abanico de acercamientos diversos al concepto de revolución ­ya sea como fenómeno social o personal ­ desde el presente. Cada una de las historias intentan bosquejar una perspectiva plural y contemporánea de la Revolución Mexicana, recuperando el término revolución, para proponer un acercamiento singular de esa idea que pervive en la conciencia colectiva, a partir de los universos formales y estéticos de sus directores.

De esta manera vemos desfilar una por una las historias en pantalla comenzando con La bienvenida, de Fernando Eimbcke (Temporada de patos; Lake Tahoe); la historia de un pueblo que espera la llegada de un invitado especial. Lo anterior con el particular estilo del director en cuanto a diseño de la imagen se refiere. Un simple pero muy efectivo cortometraje.

Lindo y querido, de Patricia Riggen (La misma Luna); narra cómo Elisa tiene que llevar a enterrar a su padre a México, pero ella no entiende la necedad de su papá por ser enterrado en un país que lo obligó a emigrar para sobrevivir. Quizá el más literal en cuanto al eje de la Revolución, y quizá por ello el menos complejo a causa de su linealidad lo que no debe restarle ningún mérito.

Ahora bien que Lucio, de Gael García Bernal (Déficit); es si no malo, un ejercicio pobremente realizado y demasiado forzado que cuenta como un pequeño pasa el fin de semana con su abuela y sus primos preparando su discurso de honores a la bandera para la escuela; pero esta visita le hará reflexionar acerca del verdadero significado de los símbolos patrios.

El cura Nicolás colgado, de Amat Escalante (Sangre; Los bastardos); hace una contraposición temporal con la Revolución bastante llamativa en la que un par de niños rescatan a un cura, quien los llevará a un nuevo lugar; pero todo pierde efectividad por esa brusca necedad a veces funcional del director de creer un trabajo natural con actores limitados en histrionismo.

Carlos Reygadas (Japón; Batalla en el cielo; Luz silenciosa) tiene una visión muy particular de  un grupo de mexicanos y algunos amigos extranjeros que se reúnen para celebrar un banquete en el campo en Éste es mi reino. Admirable trabajo que quizá pueda adecuarse al desvirtuo de los festejos desde la mirada ajena de ojos que vieron el pasado que hoy festejan, sin compartirlo.


La tienda de raya, de Mariana Chenillo (Cinco días sin Nora) hace una perfecta comparación acerca de la costumbre de los hacendados que pagaban a sus empleados con vales sólo canjeables en tiendas de su propiedad, lo que sigue ocurriendo hoy día. Perfecta la combinación de una historia más para complementar el punto primordial.

Por su parte el ejercicio de Gerardo Naranjo (Malachance; Drama/Mex; Voy a explotar) en R-100 quizá nos dé a entender como es y fue necesario matar para poder sobrevivir a través de la historia de dos hombres que huyen de un pasado violento, y que al llegar a una carretera, tendrán que tomar un riesgo para seguir adelante.

Quizá uno de los mejores ejercicios sea sin duda 30/30, de Rodrigo Plá (La Zona; Desierto adentro); o anterior por el planteamiento de una realidad en la historia, acerca de cómo actualmente, ya no hay respeto por los héroes del movimiento armado y sólo se mencionan y se usan incansablemente como medio de posicionamiento de políticos sin convicciones propias.

Pacífico, de Diego Luna (J. C. Chávez; Abel); es un buen corto, pero muy distante al parecer del eje que mueve el colectivo de historias, con la trama de un padre que viaja rumbo a la costa para visitar uno de sus terrenos; pero que decide volver, motivado por la necesidad de estar con su hijo y no perderlo. Perder las tierras o perder a quienes se ama.

Por último, Rodrigo García (Con tan solo mirarla; Nueve vidas; Almas pasajeras; Madre e hija) con La 7th y Alvarado; recrea la mirada de los fantasmas revolucionarios en la vida actual de muchas personas en el centro de Los Ángeles con firme yuxtaposición en el logro de ideales. Quizá muy austero, pero con simbolismo y belleza perfecta para culminar de la mejor manera.

Lo difícil de conjuntar un trabajo mosaico como lo es Revolución, es que van a existir historias que no puedan mantener el nivel de todo el metraje en conjunto por diferentes motivos: las visiones propias, las técnicas utilizadas, las tramas, o incluso las deficiencias. Hay ejercicios excelentes como los hay deficientes. Por lo anterior Revolución sólo puede contemplarse a bien como un buen documento fílmico conmemorativo que no cuaja por algunas partes. El que muchos de los directores estén casados con un estilo particular da lugar a que él público no acepte diferentes lineamientos de una trama que pudo haberse resuelto de forma más sencilla. Pero de no ser así estaríamos ante un colectivo forzado que aún con toda libertad no revoluciona del todo.
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