"El color del sofá" Ultimo capítulo

Iniciado por juanluis, 26 de Febrero de 2010, 06:53:26 PM

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juanluis

 
          Aquí tenéis el último capítulo de este relato y sus enlaces respectivos.

  Capítulo 1 http://www.elseptimoarte.net/foro/index.php/topic,14610.0.html
  Capítulo 2 http://www.elseptimoarte.net/foro/index.php/topic,14655.0.html
  Capítulo 3 http://www.elseptimoarte.net/foro/index.php/topic,14719.0.html





        En una habitación  de la cárcel habilitada a  tal efecto Abel esperaba a su abogado, que se presentó a los pocos minutos, le dio la mano, y tomó  asiento a un lado de la mesa.
-   ¿ Que tal estás?, le preguntó.
-   ¡No sé!. Un poco aturdido. Aquí , los funcionarios no paran de insultarme a cada paso que doy.
-   Pero, ¿ han llegado a agredirte o algo parecido?.
-   No, eso no;   ayer no me dieron de cenar; aunque la verdad es que no tenía mucha hambre. Después de decir esto, permaneció un rato en un silencio que no fue roto por el abogado. Supongo que estará la cosa difícil, ¿no?.
-   Está muy complicado Abel. Alguna vez habrás escuchado que existen delitos del tipo A, los cuales son los más graves, y este es uno de ellos.
-   Sí, sí; sé lo que todo el mundo de Derecho; y sé también que este tipo de delitos solo tienen dos penas; la cadena perpetua, y la muerte.
-   Es así, Abel. Es duro decirlo, pero tienes que saber la verdad. Tenemos que luchar por la perpetua. Es la primera vez que se produce este delito, y no tenemos antecedentes para  alegar, en  caso de que estos fueran beneficiosos para el reo; pero hay que ver el lado positivo; y si esos antecedentes fuesen condenatorios a muerte, sería casi imposible evitarla, porque nuestros tribunales suelen mantener una misma línea a lo largo del tiempo.
-   ¿ Y que podemos hacer?, preguntó Abel, que apenas miraba al abogado, abatido.
-   Quizás colaborando un poco.  ¿ El sofá lo hiciste tú , o te ayudaron a ello?.
Al escuchar esto, pensó lógicamente en el tapicero; y  se dio cuenta de que no había preguntado por  Natalia. Esto le pareció una tremenda falta de caballerosidad,  y acabó pensando que no  la amaba , porque de manera contraria, la vida de ella hubiese estado por encima de la suya en cuanto a su consideración.
-   ¿ Y Natalia?.
-   ¿Natalia?, ¿la chica que detuvieron contigo?. Pues yo no sé nada de ella. ¿ Que relación teníais?.
-   Eramos amantes,  aunque acababa de dejar a su marido;  e íbamos a vivir juntos.
-   En ese caso, veré que puedo averiguar de ella.
-   Pobre Natalia. Yo la he metido en esto.  Jamás pensé que  me pillarían con ella. Contaba con que todo se descubriera, pero que solo me cogiesen a mí.¡ Joder!, y ahora resulta que puedo acabar con su vida.
El abogado guardaba siempre una pequeña pausa cada vez que Abel acababa de hablar.
-   Te mantendré todo lo informado que pueda.¿ Quieres  contestarme a lo que te pregunté antes sobre si tuviste ayuda?. Por tus palabras parece que Natalia no contribuyó , ¿pero hubo alguien más?.
-   ¿  Eso me puede ayudar?. ¿ Lo que diga ahora supongo que no  ha de coincidir con lo que declare después?.
-   ¡En absoluto!. Yo sólo soy como un apoyo que tiene tu reflexión antes de que tu voluntad decida que hacer. Lo que me digas será como si lo pensases, y solo tú lo conocieras, para que después cuando tu libertad quiera hablen tus labios.
-   Pues no lo hice sólo.  Fue un tapicero el que lo hizo, aunque yo se lo propuse. No es que ya lo tuviese.
-   ¿ Y nadie más?.
-   ¡Nadie más!.
-   Sí  declaras eso, quizás pueda llegar a un acuerdo con el fiscal, y que la condena sea cadena perpetua. Menos, es  imposible. Es muy duro decirte esto , pero siempre existe la posibilidad en el futuro de que se revise tu condena , y puedas salir en libertad. Las cosas cambian, y puede que esto también.
      El abogado siguió dando consejos a Abel, sobre cual debería de ser su actuación durante algún tiempo más. Este no decidió todavía delatar al tapicero , porque quería pensarlo antes. El abogado se fue , y Abel volvió a su celda.
     En la calle el caso era el gran tema de conversación entre la gente. Las posturas eran las comunes en aquellos temas donde la libertad individual chocaba frontalmente con la legalidad. Un sector más conservador predicaba que el acto cometido por Abel era  merecedor de castigo; argumentando que aquello que moralmente ha existido  siempre no puede ser cambiado.  Otro, menos radical, pensaba que todo puede ser cambiado, pero nunca mediante conductas que estén fuera de la ley; y por tanto antes de realizar lo que es delito hay que cambiar la ley para que el delito deje de serlo. Y por último, un sector, representado principalmente por los jóvenes; que defendían que si en un primer intento de cambiar la ley, no se lograba dicho propósito; se podía acudir a los actos, ya que la ley, no era más que un acto del más poderoso; vestido hipócritamente de Justicia. Y con este  estado de las cosas, se iban produciendo conversaciones  entre  vecinos, compañeros de trabajo, familiares, e incluso clientes de un mismo establecimiento; cada vez más airadas. Las comunidades más beligerantes fueron aquellas que poseían alguna cualidad única, y que les impedía , por esa exclusiva razón gozar de los mismos derechos  u oportunidades que el resto de la gente. Y así los homosexuales por ejemplo , montaron una orgía  en una discoteca cuyos asientos habían sido todos tapizados de negro, que acabo con una redada de campeonato; y con la detención de muchos de los participantes;  entre ellos el dueño de la discoteca, que fue clausurada. También formaron una buena los que padecían Síndrome de Down, que convencidos de que eran laboralmente útiles; reivindicaban que prohibir el negro de un sofá, era idéntico a la discriminación que  ellos sufrían por su inocultable defecto; y por ello en un taller ocupacional en el que fabricaban muebles, comenzaron a pintar todo del maldito color. Muchas mujeres encontraron también su identificación en el asunto.
            Por lo que respecta a Matías Márquez,  siguió beligerante a la hora de que el colectivo universitario no olvidase a Abel, hasta tal punto de que logró que se llegase a una huelga por parte de los estudiantes,  cuya condición para su finalización sería que dejasen en libertad a Abel.

                     En su celda, a solas, pensaba en las palabras que había intercambiado con el abogado. Delatar al tapicero era la opción más rentable.  Ineludiblemente tuvo que justificar esa posibilidad, diciéndose a sí mismo que no conocía de nada a ese hombre, y no tenía porque protegerle; y además  solo buscaba dinero que  es una de las motivaciones por las que  menos amparo merece una persona, y por lo tanto debía de tener la conciencia tranquila al comunicar a la Autoridad su nombre. Como suele suceder cada vez que hacemos algo que sabemos perjudicial para otra persona, no se le escapó contemplar la idea de que el tapicero hubiese hecho lo mismo en caso contrario, y por último no podía apartar de sus pensamientos el aspecto de aquel hombre, ya entrado en años, calvo, y con bastantes kilos de más. Estas últimas razones, a pesar de su evidente injusticia ,pululaban con ligereza obsesiva en las reflexiones de Abel. ¡Eso haría!, delataría al tapicero, y exculparía a Natalia. Confiaba, quizás por el hecho de que la verdad es más fácil de defender, que Natalia  sufriera una condena bastante menor;  aunque  librarla de todo castigo era imposible, porque había sido descubierta desnuda dentro de su piso, y esa circunstancia acarrearía de una forma u otra un grado de responsabilidad.
          En su siguiente entrevista con el abogado le comunicó sus intenciones. Diría el nombre del tapicero, pero para ello, además de conmutar la pena de muerte por la cadena perpetua, la acusación de Natalia debía ser aquella que acarrease una pena lo más leve posible .En caso contrario no hablaría. Su abogado se reunió con el Fiscal, el cual les ofreció un pequeño cargo de obstrucción a la justicia, cuya pena sería como máximo de cinco años. Abel aceptó.
      Natalia  fue juzgada primero. Su juicio se desarrollo conforme al pacto establecido, y una vez visto para sentencia, a Abel le quedó el pequeño alivio de que ella no sufriría un castigo gravísimo, a pesar de que no paraba de pensar en que nada le hubiera sucedido si él no la hubiese llevado a donde la llevó.  Cuando le tocó su turno, fue llevado hasta los Juzgados . Una vez dentro de la sala se sentó en el banquillo de los acusados, frente al Juez, y dejando a ambos lados la tarima desde donde actuarían el Fiscal y su abogado. Primero se le leyó la acusación,  y se le preguntó como se declaraba, a lo que contestó que culpable. Posteriormente, interrogaron  a un par de policías que relataron los hechos acaecidos en el piso de Abel, y después tuvo lugar el interrogatorio por parte del Fiscal. Abel reconoció los hechos, y relató que hacía un tiempo que poseía ese sofá. Entonces el Fiscal le preguntó si alguien era coautor del delito. Abel calló, y comenzó a pensar en el tapicero. Las anteriores razones que habían limpiado su conciencia volvieron a su pensamiento. Entre ellas la falta de atractivo físico martilleaba insistentemente.  Volvió otra vez sobre su calva, y sobre sus kilos de más; y sintió la necesidad de proteger a ese hombre; no por amor, sino por un sentido de la Justicia reflexivo, poco apasionado. Si hubiese tenido que salvar en ese instante a Natalia, hubiera sufrido los síntomas de la pasión, como el palpitar del pecho, o la inquietud del cuerpo. Nada de esto  le sucedía. Solo una extrema frialdad, que calmaba su boca, y templaba su rostro, sentía en ese instante. Es fácil tener compasión de los niños y las mujeres; o dar hasta la vida por un hijo o por una madre, pero sacrificarse por una persona anónima es prácticamente imposible. Ese hombre estaba tan indefenso como un recién nacido, y merecía  la misma dedicación. Y esto fue lo que le dijo al Fiscal.
-   Supongo que usted me pregunta si ese sofá se volvió negro por obra de mis manos , o  hubo otras que también  lo transformaron en uno negro; porque los sofás negros no nacen de los árboles, ni pertenecen a la Naturaleza, sino que son producto de la libertad que tan mal usa el hombre cuando elige opciones abominables y perseguibles por aquellos que están convencidos de que hacen el bien, y levantan orgullosos su cabeza al cielo, como si la luz del sol fuera digna de ellos. Pues ,le diré la verdad. No, yo no  hice ese sofá, entre otras cosas porque de tapicería no entiendo un carajo. Lo que sucedió fue lo siguiente. Me hallaba un día sentado en el sofá del salón de mi casa, pensando en cuanto había deseado  tener uno negro. Entonces cerré los ojos, y comencé a pensar en mis mejores recuerdos;  y me  acordé de aquellos días felices en que mi padre me llevaba a la playa, y yo chapoteaba en la orilla jugando con la arena. También en  cuanto me gustaba pasear con mis amigos por las calles del centro. En los partidos de fútbol  y baloncesto que disputaba en los campeonatos escolares.  En los besos que di a una prima mía. En mi primer amor. En una bicicleta que me regalaron . En un osito de peluche al que quería como a mí mismo. En mis hermanos, mis tíos, mis padres, y mis abuelos. Y en un montón de cosas más .  Y cuando abrí los ojos el sofá estaba más negro que un tizón.
        El Fiscal viendo que no iba a  contar nada no hizo más preguntas, y más tarde cuando solicitó la pena pidió la muerte. Dos meses tardó la sentencia que fue condenatoria. En la calle los estudiantes, comandados por Matías Márquez seguían con su huelga, y se volvieron tan radicales , que el día en que estaba prevista la ejecución su ira llegó a tal extremo que se encaminaron hacía la cárcel para sacar a Abel de allí, y aunque no pudieron frenar su ímpetu; de nada sirvió, porque cuando lograron entrar Abel ya había muerto.



                                                         FIN
         


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Amármol



leido por tercera vez
aun no se por donde pillarlo
Vive cada día como si fuera el último, porque un día será verdad. (Cassius Clay)

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juanluis

Cita de: Amármol en 02 de Marzo de 2010, 12:38:08 AM


leido por tercera vez
aun no se por donde pillarlo


  Ya veo que no te gustado nada. Gracias de todos modos por tu lectura.
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Amármol

a ver...
llamame ingenuo, esperaba algo asi como una "revolucion", que la gente se echara a la calle e hiciera cambiar la ley, pero todo sigue igual y... no se... encuentro ESA ley tan, tan, llamalo X... que se me quedo cara de gilipollas al final del relato
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Black Knight

Yo tambien lo he leido, y estan bien los relatos a excepcion de algunos detalles, pero es que cuando llegas al final es como si te estubieses cansando de escribir y aceleras el desenlace sin mas.

Todavia me acuerdo del ' y cayo un meteorito y destruyo la tierra'  y en este mas de lo mismo.

Es una opinion, creo que eso es lo que puede que no guste. :adios

Cita de: Amármol en 04 de Marzo de 2010, 08:23:47 AM
a ver...
llamame ingenuo, esperaba algo asi como una "revolucion", que la gente se echara a la calle e hiciera cambiar la ley, pero todo sigue igual y... no se... encuentro ESA ley tan, tan, llamalo X... que se me quedo cara de gilipollas al final del relato

Te me has adelantado, cierto, yo tambien me esperaba algo asi
que la fuerza os acompañe

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juanluis

  Yo creo tenéis razón y lo que dice black es absolutamente cierto . Al final me precipito porque estoy pensando en acabar. Es pereza , no otra cosa, y el resultado se nota. Espero pulir un poco esto en el futuro.
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Amármol

para cuando el siguiente?
prometo ser tan critico o mas...
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juanluis

Cita de: Amármol en 04 de Marzo de 2010, 12:43:22 PM
para cuando el siguiente?
prometo ser tan critico o mas...


  Pues hoy , mañana o el sábado como mucho. Por cierto hay algo que creo que tb me perjudica y es no decir a los lectores cuanto dura el relato, por eso cuando por ejemplo en los dos relatos alguien lee el tercer capítulo sin saber que es el penúltimo, puede pasar lo que comentáis por ejemplo de que esperéis una revolución que debe durar bastante, y si de pronto sin saberlo os plantan el fin pues parece que el relato está cortado; pero si sabéis en el tercero que queda poco para el final entonces no imaginaréis  ninguna posible acción que se dilate.
En fin estoy decidiendo si el próximo es de seis o siete capítulos. Es un poco más largo pero tampoco mucho.
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Amármol

no, a ver; en este cuarto capitulo se podia haber acabado tambien con una revolucion, no tenia por que haber habido otro capitulo; es mas, la revolucion ya se fraguaba desde el anterior, por lo que no se tendria que haber extendido mucho...
pero bueno, el escritor/autor eres tu y tu cuentas el chiste, no? pues eso
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