El tercer hombre (1949)

Iniciado por alpope72, 18 de Agosto de 2009, 01:48:38 PM

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Xiry

Qué grande es Orson, es increíble como te venden la película diciéndote que sale todo el rato y cuando ves que no, no te enfadas, si no que le esperas. Me ha gustado mucho, esa fotografía torcida, la luz de Viena que causa esas sombrazas (Ese blanco y negro tan brillante), las actuaciones de todos, y un sinfín de más cosas.
La banda sonora, inolvidable, aunque no acabo de captar como lo hace Guevara con los Nanananana.
No se me ha hecho pesada en ningún momento y su duración es perfecta.
No sabía todas esas cosas del problema que dió Welles y de las exigencias del productor así que gracias por comentarlo.
La escena: ¡Vaya espía más malo, se te ven los pies! y vaya sonrisa de pícaro.
8'25/10
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Michael Myers

LA CÍTARA Y AMORES QUE DESAFÍAN LA LÓGICA

El realizador inglés Carol Reed vuelve a juntar al dúo dinámico de 'Ciudadano Kane' (aunque Welles dirigió a Cotten un poco más tarde en 'Estambul'), Orson Welles y Joseph Cotten, en una intriga con el clásico pretexto de "nada es lo que parece", si bien clásico no significa, per sé, copia si se realiza con ingenio y astucia, dos cualidades que compartía el protagonista entre las sombras del relato: Harry Lime. Un nombre que traería de cabeza a mucha gente en la Viena de los años 40 post II Guerra Mundial.

Joseph Cotten es el protagonista en la luz de esta historia. Un escritor en horas bajas llamado Holly Martins a quien Lime le promete trabajo, pero cuando llega le dan la noticia de que fue atropellado y murió; claro que las versiones que va escuchando sobre el suceso son menos creíbles que un político en elecciones, así que se propone investigar que le pasó realmente a su amigo. Entre medias, conocerá a la policía del lugar y a una antigua amante de Harry Lime llamada Anna Schmidt, quien traerá a coalición uno de los temas que el filme traerá a coalición: el amor irracional.

Irracional es una palabra que se da aquí cuando entran en escena las relaciones, ya sea de amistad o de amor. Se irá descubriendo con el paso del metraje que amistades y amoríos en apariencia fuertes como el acero son, en realidad, más frágiles de lo que parecían y el interés del tema radica en como se van a tomar las 'víctimas' de los desencuentros las desagradables sorpresas. Aunque esto no trata sobre una aproximación psicológica a las relaciones entre personas, sino, sobre todo, es una intriga por saber cuanto de verdad y cuanto de mentira hay en la versión oficial. En este sentido, tenemos una historia efectiva que no deja un respiro sin necesidad de llegar al agobio, pues el ritmo narrativo permite ir cogiendo pausas de cuando en cuando.

Reed dirige estupendamente a su reparto protagonista teniendo nombres de la talla del mismo Cotten, Welles, Alida Valli como Anna Schmidt o Trevor Howard ('Superman', 'Rebelión a bordo', La hija de Ryan'), quienes, sin hacer interpretaciones de auténtico escándalo, sí que son sólidas, llegando a interpretar sus respectivos personajes con toda naturalidad. Y en algunas de las escenas, y en los créditos iniciales, hace acto de presencia la cítara, instrumento de cuerda cuyas notas son aportadas por Anton Karas que aportan un toque adecuado para las escenas donde aparece y por la ubicación de la historia, ya que suele tocarse en Europa central, donde sucede el relato.

No he sentido un entusiasmo exacerbado como suele darse cuando se ve este largometraje, pues no he visto argumentos suficientes para elogiarla en exceso; sus virtudes, eso sí, son más que evidentes y ha sido, en líneas generales, un visionado que no me ha hecho perder el tiempo. No es poco.

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Quizá en esos últimos días, el amó la vida con más intensidad que nunca, no sólo su vida, la de cualquiera, mi vida.
Y lo único que quería eran las mismas respuestas que el resto de nosotros: ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Cuánto tiempo me queda?
(Blade Runner)
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