Todo lo que tiene un principio tiene un final. Es ley de vida, y posiblemente por mucho que nos pueda doler es lo que más sentido da a la vida misma. Como en una buena película.

Comenzó el Festival del film Locarno, y para un servidor ya se acaba cuatro días antes de que lo haga de manera oficial. Hora de una despedida como siempre, agridulce. Ni tanto ni tan poco: se echará de menos de la misma manera que se agradece poner un punto (y seguido) a nuestras vidas.

Hora de decirle adiós a propuestas como 'Marija', ópera prima de un Michael Koch que recita con convicción aquello a lo que no dota de personalidad. O peor, a lo que no dota de suficiente entidad propia como para sobresalir por encima de una cadencia que la sitúa como un eco. Buena letra sin riesgo, concisión sin recursos ni mucho menos impacto. Por falta de talento tal vez, por un exceso palpable de miedo (al que dirán) sin duda. Un título "menor" al que su prota, Margarita Breitkreiz, y como suele ser habitual en estas situaciones, dota de argumento una vez queda claro el perfil bajo de un Koch que se limita a no perderse por un camino de sobra conocido. Ni era fácil ni difícil. Simplemente, era.

Hora de decirle adiós también a propuestas como 'La idea de un lago', con la que Milagros Mumenthaler regresa a Locarno tras la exitosa experiencia de 'Abrir puertas y ventanas' (Pardo de Oro en 2011). La cinta sigue a Inés, una fotógrafa de 35 años embarazada de su primer hijo, que inicia una búsqueda muy personal y libre sobre un pasado marcado por "la desaparición" de su padre cuando esta era una niña. Lo mejor, dentro del obligado caos, es la transposición constante entre pensamientos, recuerdos y narración que logra Mumenthaler rompiendo la barrera entre lo uno y lo otro. Con sencillez. Y sobre todo con suma eficacia a la hora de trasmitir emociones a flor de piel.

Hora de decirle adiós a evocaciones líricas como la que propone 'Istirahatlah kata-kata (Solo, Solitude)', una mirada íntima a un exilio forzoso, el de Wiji Thukul, poeta indonesio y una de los muchos damnificados cuando, en julio de 1997, el gobierno del Nuevo Orden de la República de Indonesia dio comienzo a una dura persecución contra los partidarios de la democracia. Segundo trabajo de Yosep Anggi Noen, se trata de una obra rematadamente indonesia cuyo ritmo, dentro de su lírica íntima, cercana, evocadora, pone a prueba la paciencia de los habituales a la impaciencia. Un título cercano a lo que sería un suave, tranquilo y parsimonioso masaje cinematográfico.

Hora de decirle adiós con cierto gusto cabe decir a 'Der traumhafte Weg', una suerte de capricho como la propia Angela Schanelec se ha encargado de ratificar en rueda de prensa. Una buena ración de por qué sí, de tumulto fortuito que agita el avispero con un propósito tan disperso como es la inercia de la indiferencia. Y lo mismo que te digo una cosa, te digo otra. Este halo de irrelevancia -ratificado como evidente por su autora- mata buena parte de sus posibilidades: porque cuando todo es posible casi nada tiene sentido. O fundamento. Y porque no se trata simplemente de decir adiós, sino de darle un sentido a ese adiós más allá del... porque sí. Y porque sí, no. Porque no.

¿Continuará...?

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex