Un festival como el de Locarno ofrece muchas posibilidades, entre ellas la de poder visitar un Ikea en un lugar como Lugano que, salvo por el idioma o algún guiño a la población local, y si no nos fijamos más que en el camino de baldosas amarillas, viene a ser exactamente igual que los que puedes encontrar en Madrid -incluyendo esos lápices que no pueden faltar en cualquier hogar que se precie de serlo-. Salvo por una diferencia sustancial (ya que nos ponemos quisquillosos): el perrito "de después de" no lleva ni pepinillo ni cebolla frita. Decepción es poca.

Como de decepciones va la cosa, tanto por nuestra parte como por la parte de otros. El cortometrajista Kristopher Avedisian debuta en la gran pantalla con 'Donald Cried', ópera prima que dirige, escribe y además también protagoniza dando vida al Donald de su título. Extensión al largo de su propio cortometraje, la cinta presenta la clásica factura heredada por completo del cine indie norteamericano con, por supuesto, sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Remitiendo a títulos como 'The End of the Tour' queda patente lo difícil que resulta hacer algo distinto cuando, si vamos al grano, se trata de reincidir un tanto en lo mismo. Entretenida, y ocasionalmente divertida, pero una vez termina la sensación que queda, a diferencia de con la de James Ponsoldt -por poner un ejemplo-, es la de haber visto una más (que olvidaremos haber visto).

No se puede decir exactamente lo mismo de 'Correspondências', 150 minutos que a primera hora de la mañana simulan una cierta mala leche servida en raciones de 12 gramos (no sea que nos volvamos adictos). En esta ocasión si encontramos una voz propia tras las cámaras, la de una Rita Azevedo Gomes que transforma en algo tangible la extensa correspondencia entre los poetas Sophie de Mello Breyner Andersen y Jorge de Sena durante los largos años de exilio de este último, uno de los intelectuales portugueses más influyentes del siglo XX. Un canto a la libertad de un país sin patria, la poesía, ante la dictadura de las convenciones más mundanas del ser humano.

¿Lirismo ostentoso... o sincero? ¿Poesía o desatino? Ni lo uno ni lo otro, pero un poco de ambas. Obra pesada por su naturaleza, compasiva en la reflexión y honorable en sus intenciones. Dos horas y media de tanta parsimonia invitan a la reflexión tanto como a la inevitable evasión sistemática, recurrente, oportuna. Por más que el contenido en verdad nunca deje de sonar interesante, por más que el portugués sea, posiblemente, una de las mejores lenguas para dar forma de poesía a las palabras... no tanto a las imágenes. Rita Azevedo Gomes se viene arriba y literalmente agota al espectador con este ejercicio intelectual, interesante, apreciable, estimulante, pero excesivamente reiterativo.

Increíble (o no), lo que no resulta reiterativo es el salto a la ficción de Jan Matuszynski con 'Ostatnia rodzina (The Last Family)', cinta inspirada en la vida real del renombrado pintor, fotógrafo y escultor polaco Zdzisław Beksiński (y familia). Matuszynski saca partido sobre todo de lo elegante que resulta su aparente trivialidad. Como si fuera un sosias del 'Boyhood' de Richard Linklater, se van mostrando diversos episodios de la familia Beksiński a lo largo de los años sin que, lo dicho, aparentemente haya ningún argumento en concreto más allá de dejar pasar los años y comprobar como la vida, inmisericorde con todos (nosotros), va a acabando con el tiempo de cada uno de ellos.

Casi, casi, así sin más podríamos decir, y tan a gusto que nos quedaríamos; casi, casi, como después de haber comido un perrito del Ikea (aunque sea sin cebolla frita.. bellacos). Sea imprevisible, sea desconcertante, sea las dos cosas además de algo sensiblemente distinto a un patrón establecido -lo que siempre suma puntos-, su elegante deambular sin tacha resulta casi hipnótico en la relativa monotonía de unos actos que, por pura inercia, lo significan todo a la vez que no significan nada. Todo ello envuelto en una elegancia formal que remite a cineastas como Andrei Zvyagintsev, si bien alejada de grandes florituras y con un claro equilibrio entre la forma y el fondo que se torna muy sugerente.

No se puede decir lo mismo de 'Interchange', cinta que nos atrae como la mierda a las moscas por el influjo que supone el cine de género a eso de la medianoche. Thriller malasio de corte fantástico sin pies ni cabeza, en otra prueba palpable de que se trata de una cinematografía que no tiene claro cómo dar forma a su evidente internacionalización. Un quiero y no puedo que intenta mezclar algo de la cultura local con un high-concept muy asiático con resultados bastante lamentables. Tanto, como para convertir a la lluvia en el héroe imprevisto de la noche: si ya llegar al cine fue una prueba de fe, volver al refugio se convirtió en una cuestión de pura supervivencia. Una enorme, furiosa e inmisericorde lluvia que, como si fuera el fin del mundo, irónicamente, convirtió la retirada en una épica y emocionante aventura de gran belleza que nos caló hasta los huesos (como ninguna otra en lo que llevamos de festival). Eso sí lo es todo y nada a la vez mientras nos acurrucamos bajo las sábanas a la caza y captura de nuevos sueños a los que perseguir...

Continuará...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex